«¿Tos, catarro, fiebre…?, preguntaba una joven integrante del grupo encargado de las pesquisas casa a casa, en el municipio de Venezuela, al sur de la central provincia cubana de Ciego de Ávila.
«¡Todo bien…! «, le respondían desde el interior de la vivienda. Pocos días después el entorno familiar comenzaba a complicarse. Uno de sus miembros se aferraba a ocultar los síntomas hasta que la enfermedad dijo ‘¡aquí estoy! ‘.
El «bicho» (SARS CoV-2) se aprovechó de las flaquezas de aquel hombre de 63 años de edad. La hipertensión arterial y la diabetes mellitus, fueron como las puertas abiertas de su domicilio por donde entró la pandemia.
Cuando el ciudadano decidió recibir asistencia médica, habían transcurrido varios días del malestar que lo aquejaba. Pese a los cuidados intensivos en el hospital general docente Doctor Antonio Luaces Iraola, de la ciudad de Ciego de Avila, murió bajo un cuadro clínico hipóxico con cianosis y parada cardiorespiratoria.
A finales de marzo pasado ocurrió la tragedia en el seno familiar. El contacto con visitantes provenientes de España fue eslabonando una larga cadena. Ahora la esposa del occiso está en estado grave con angina inestable. Su hija y nieta permanecen hospitalizadas, más otros 10 que resultaron positivos a los exámenes clínicos.
Salvados están 190 ciudadanos, con recientes diagnósticos negativos. Aunque esto no quiere decir que el avileño municipio de Venezuela haya dejado de ser uno de los epicentros de la enfermedad, junto con Florencia y Morón, este último con mayor positividad.
A los 13 casos con la Covid-19 del municipio Venezuela, confirmados y aislados aún en instituciones de Salud, se sumaron los médicos Carlos Álvarez y Roberto Ruso. Ambos brindaron asistencia médica al paciente que resultó el primer fallecido, de un total de dos hasta la fecha, en la provincia de Ciego de Ávila.
Los doctores son también como eslabones de dicha cadena por descomponer. Aunque, ambos con un estado anímico muy diferente, permanecen ingresados en el hospital Octavio de la Concepción, en la oriental provincia de Camagüey.
«Mi salud emocional está mejor que nunca, al saber que a mi familia, especialmente a mi hija y sobrina, de cinco años y un mes de nacida, respectivamente, le dio negativa la PCR, una prueba molecular que se llama reacción en cadena a la polimerasa, capaz de identificar moléculas de la Covid-19 y se hace a través de exudado en la nariz o la garganta», explicó Carlos.
«Es excelente aquí la atención por parte de médicos, enfermeros y trabajadores de servicio…», subrayó y recomendó al personal de Salud y al pueblo cumplir todas las medidas de prevención y protección, y a no descuidarse de las personas asintomáticas, a cuyo grupo se le han realizado más de mil muestras de laboratorio por sospecha de la enfermedad y contactos de casos confirmados, en el territorio avileño.
Si la PCR, o segunda prueba con rigor y definitiva resultara negativa como es de esperar, el doctor Álvarez, junto con sus colegas Roberto Ruso y Osmel Martínez, cumpliría su añoranza de reincorporarse al ejército de la batas blancas en la batalla contra el coronavirus.
Acerca del autor
Licenciado en Comunicación Social. Economista y periodista. Escribe sobre asuntos económicos, agropecuarios, de la construcción y la cultura. Multipremiado en concursos de periodismo, festivales de la radio y otros eventos. Atesora las distinciones Félix Elmuza y Raúl Gomez García, los sellos Laureado y 50 aniversario del periódico Trabajadores, y la Moneda Conmemorativa 60 aniversario de la UPEC.