“Nuestro país no escatima esfuerzos por librar al pueblo de este flagelo, y para ello, incrementa cada día más la capacitación especializada del personal médico, así como de otros organismos y de la población de manera general, medida que de haberse aplicado en otras naciones, no se hubieran tenido que lamentar tantas pérdidas humanas”, expresó el prestigioso dramaturgo y escritor Gerardo Fulleda León (Santiago de Cuba, 1942), Premio Nacional de Teatro 2014.
En su mensaje al pueblo cubano, ante la amenaza de la COVID-19, el laureado intelectual apuntó: “Tenemos tanto por leer, tanto que conversar por teléfono, celular o mensajes electrónicos. Aprovechar para escuchar esa buena música por radio o TV —por cierto, la TV nos está brindando muy buenas opciones—. Y acometer esos proyectos que nos quedan por emprender. Los aplausos de las nueve nos confirman que sí podemos. Ya tendremos tiempo para abrazarnos y mostrar lo que mientras tanto hemos soñado. ¡Seguro!”.
El prolífico escritor puntualizó que “responsabilidad y conciencia son dos valores que debemos sostener en este momento, sin los cuales tiraremos por la borda todo lo que hemos logrado. Y lo más importante, la realización de los sueños y proyectos por realizar y que aún nos retan”.
El también investigador y director teatral, licenciado en Historia en la Universidad de La Habana y fundador y subdirector de ediciones El Puente, dijo que graduado del Seminario de Dramaturgia del CNC (1961-1964), labora en la Compañía Rita Montaner desde 1964. Tiene el título de Profesor Titular Adjunto del Instituto Superior de Arte (ISA) y es presidente de la Sección de Dramaturgia de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
“Por suerte para todos los cubanos, y gracias al interés de la Revolución por desarrollar el campo de la medicina, el país cuenta con los recursos y los medicamentos necesarios para enfrentar esta pandemia, eso es un gran alivio”, señaló el creador de numerosas piezas teatrales, entre ellas Chago de Guisa (1983-1986), Premio Casa de las Américas (1989), y Cal en las tumbas (1961), tercer premio en el primer Concurso Nacional de Teatro Cubano del CNC (1962).
Su amplia producción dramática incluye otros títulos como Aquel verano (1962); Plácido (1967-1975), Premio Concurso Teatro Estudio 1982, llevado al cine por el Icaic; Ruandi (1977), Mención Concurso La Edad de Oro (1978), Premio Uneac al mejor texto, (1985), Premio Rubén Martínez Villena (1986); La querida de Enramada (1981), Mención Concurso Uneac (1982); Provinciana (1984), Premio Concurso La Edad de Oro (1985), Premio La Rosa Blanca (1990); Remiendos —El otro Javier— (1993), Premio Terry de Dramaturgia, Festival del Monologo de Cienfuegos (2007); Lengua de Coco (1994); Remolino en las Aguas (1996); Voy por cigarros (2005); algunos de ellos llevados al cine, la TV y la radio.
Fulleda fundó, junto con Tito Junco y Eugenio Hernández Espinosa, el Grupo Teatro de Arte Popular (1978). Sus obras han sido representadas en Suecia, Venezuela, Colombia, Santo Domingo, Honduras, Suiza, España y Estados Unidos. Y se estudian en Universidades de Suiza, Jamaica, Inglaterra, España y los Estados Unidos.
El laureado teatrista ha llevado a la escena numerosas obras, entre estas algunas de las más de 70 a las que realizó sus correspondientes dramaturgias, labor que asimismo se destacó en el cine, con dos películas; en tanto se ha desempeñado como jurado en diversos concursos como el Casa de las Américas, Uneac, La Edad de Oro, y muchos más.
De su legado a la cultura nacional, la prestigiosa investigadora Inés M. Martiatu ha dicho: “Fulleda es uno de esos artistas que se inscriben en lo que se ha llamado Cultura Popular. Parte su discurso de una contracultura ignorada e inferiorizada por el discurso hegemónico, pero que viene reclamando sus fueros. Él es de los que siguiendo la tradición de un Nicolás Guillén, un Fernando Ortiz o un Alejo Carpentier, entre otros, ha ayudado a devolver, preservar, rescatar y reafirmar la legitimidad de las expresiones de la vida espiritual del pueblo”.