El Puesta del Sol, perteneciente a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), se habilitó como centro de aislamiento para la presente contingencia respetando todos los protocolos de epidemiología que se requieren. Hospeda desde el 26 de marzo a 175 personas —hasta el momento asintomáticas— que han tenido contacto con casos positivos o sospechosos.
Integrado también por el Centro de Convenciones Lázaro Peña, el complejo posee una capacidad de 190 camas, y cuenta con la dirección del doctor Abel Hidalgo Prieto, especialista en Medicina General Integral.
Los cuidados son extremos al alojar a 22 niños y 37 personas que superan los 60 años. Poseen una enfermera por cada 30 camas y cada persona se halla bajo vigilancia epidemiológica estricta a través de un sistema rotativo que les permite a los galenos abarcar las 24 horas del día. Dichos cuidados son realizados por un equipo médico que trabaja en turnos de 12 horas por 24 de descanso y que, al igual que los pacientes, se encuentra aislado durante 14 días. Destaca la unidad entre ellos y el personal de servicio que labora en ese tipo de institución, y sin los cuales no sería posible combatir esta pandemia.
Hidalgo resaltó el esfuerzo de ese otro equipo de aseguramiento logístico, que suele “quedar en el anonimato: el personal de limpieza, recepcionistas, cocineros y camareros han dado el paso al frente y se encargan de llevar la alimentación a las habitaciones tres veces al día, para evitar el contacto entre los casos en vigilancia”.
Así, tanto el personal que laboraba en el centro antes de su modificación como muchos compañeros de la CTC y de otros colectivos que postergaron sus obligaciones para prestar ayuda allí en lo que pudieran, mayoritariamente en labores de limpieza, han redefinido o ampliado sus funciones en el enfrentamiento sin tregua al coronavirus.
Hoy las recepcionistas no solo reciben a los huéspedes, sino que realizan venta de tarjetas de todo tipo, propiciadas por Etecsa; transfieren llamadas desde y hacia el exterior; transmiten recados a los doctores de parte de los aislados… y estuvieron cinco días sin dormir durante la llegada de los primeros casos, ayudando para garantizar el aislamiento de las personas.
Odalys Rodríguez, subdirectora de Alojamiento de Puesta del Sol, asegura estar más preocupada por aquellos que están afuera y no cumplen las medidas de higiene y prevención. “Aunque me duele no poder ver a mi hijo y a mi mamá, lo necesita el país y el mundo. Haré lo que sea preciso para cuando salga poderlos besar y abrazar”, declaró entre lágrimas.
Hay quienes no tienen horario definido, como la camarera María Antonia Reyes Ponce, encargada de la higiene y saneamiento. Ella y sus compañeros —muchos voluntarios de otros centros laborales— trabajan hasta que terminen de realizar la limpieza; tarea sin final en una contingencia de esta índole, pues en cualquier momento puede derramarse el contenido de un frasco en una habitación. “Pero esto servirá para adquirir más conciencia de higienizarnos y de cuidarnos”, aseveró.
Por su parte, el doctor Antonio Ramos Concepción, especialista en Medicina General Integral y jefe médico de la institución; y la licenciada Mayelín Rangel, en Terapia Intensiva; con 30 y 25 años de experiencia respectivamente, concordaron en que es un trabajo arduo y sacrificado.
A las labores sanitarias de recibir pacientes y organizar los turnos se añaden mediar entre los aislados, dar respuesta a sus inquietudes, calmar los nervios, persuadir a quienes no mantienen la disciplina y explicarles las necesidades de aislamiento para proteger a la población.
Cuando terminen la quincena reglamentaria, ellos estarán otros 14 días en observación, alejados de sus seres queridos y del mundo, puesto que tampoco al personal médico se le permite el intercambio con familiares. Pese a todo, ambos coinciden en que “hay que cuidarnos para así volver a besarnos y abrazarnos”.
“Esta es una experiencia grande”, explicó Ramos, y agradeció los mensajes de apoyo en las redes sociales y los aplausos diarios que los reconfortan, ya que les confirma que “los aislados se sienten satisfechos con la atención que les estamos brindando y nos hacen sentir orgullosos de haber tomado la decisión voluntaria de venir acá, porque esa es nuestra razón de ser como médicos.
“Si usted se lava las manos, respeta las distancias y cumple con todas las medidas indicadas no tiene ningún tipo de problema. Esta epidemia la vamos a superar con disciplina y conciencia. Los cubanos estamos demostrando al mundo que la medicina privada nada más resuelve a los que tienen. Uno se hace médico no por dinero, sino por amor. Por eso si vuelvo a nacer volvería a elegir ser doctor”, culminó Ramos Concepción.
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