No hubo que explicar el motivo, estaba claro: participar en la aplicación de las pruebas de test rápido que se realizan en la provincia a los casos sospechosos o contactos de quienes presentan la enfermedad Covid-19, o a los ciudadanos que han arribado al país en las últimas semanas.
Allí estaban todos, exactamente a la hora convenida para con un golpe tajante crear una barrera infranqueable en la detección del contagioso virus. Se diseminaron por todos los municipios del territorio. La jornada fue intensa, inició a las 6.00 a.m. y terminó cerca de las tres de la madrugada.
“Es la mayor prueba de profesionalidad que hemos tenido, es un reto. Impedir la propagación del SARS-Cov2 nos tiene insomnes. La urgencia del momento necesita de unidad, a esta acción de juntarnos, le he llamado la unión salvadora”, expresó tras un cristal, con nasobuco, batas y sobrebatas, la doctora Lourdes Sánchez Álvarez, especialista en microbiología, jefa del Laboratorio de Biología Molecular de la región central, ubicado en Santa Clara.
Lourdes, mujer de mirada inmensa
La entrevista fue en condiciones excepcionales, pero a ella le caracteriza la fluidez al hablar y la sinceridad en sus expresiones, a pesar de que sus más cercanos aseguraron que cuando evalúa un análisis nada la desconcentra.
El mayor elogio, sencillo, pero justo, que quizás le han hecho a la doctora Lourdes fue cuando alguien reconoció que tenía mucha vista. Según dicen, encuentra lo insólito tras el microscopio, sabe mirar, o mejor dicho ver, donde pocos pueden hacerlo, descubre allí un mundo casi siempre misterioso.
Confesó que por estos días ha perdido el sueño. “Tengo el deber de dar seguridad, ofrecer lo mejor de mí para guiar con acierto a la tropa élite que dirijo, casi todos muy jóvenes, certeros, preparados, incondicionales”, expresó y tras sus espejuelos aprecié la satisfacción de quien batalla y gana.
Ella misma se llama perfeccionista, meticulosa hasta la médula, evalúa los resultados una y otra vez, hasta el cansancio. “Eso lo aprendí cuando estudiaba la especialidad, en 1986, en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, donde los profesores me inculcaron ese hábito que he desarrollado, ellos son mi paradigma”, afirmó. Juro que vi agradecimiento en su mirada, a pesar de las circunstancias en que conversábamos.
“’Nunca he podido imaginar que una muestra sea un número, cada una de ellas es un paciente, un ser humano que espera un resultado que lo inquieta, por eso me esmero”. La conversación tiene que ser interrumpida por urgencias de las actuales circunstancias, pero detrás del cristal hay un mundo en tensión y casi sin sonidos.
Cada una de las muestras están ubicados en una posición matemática, como si huera sido diseñada por un arquitecto. Los especialistas están en sus puestos como en atención, los microscopios y los equipos listos para iniciar su viaje en busca de lo desconocido, la coordinación perfecta asombra. Sin dudas reina el silencio y es profundo.
Sus rostros hablan, los imagino detrás de la barrera transparente e infranqueable que es el cristal. Uno de ellos, centrado en lo que observa no se percata que la expresión de sus ojos expresa preocupación, el que está a su lado parece ver una conjetura desde el microscopio porque se le ilumina la mirada, en aquel, algo más lejano, está la certeza de lo triste.
Rafaela y Cristina, las mejores cuidadoras
Rafaela y Cristina también tienen una alta cuota de sacrificio. Son las auxiliares que asisten al equipo de profesionales que no descansa, ellas tampoco lo hacen: limpian, lavan cada una de la ropa que se utiliza, desinfectan, asean, están al tanto de cada detalle.
Son discretas, pero exactas en sus funciones, tienen establecido el protocolo de actuación y se cuidan en la misma medida que atienden al resto del colectivo.
“Garantizar la higiene y la vitalidad del servicio es nuestro deber. También estamos cerca del virus, hacemos bien nuestra función que es simple, recoger como está establecido los desechos que son de alto riesgo, lavar todo con esmero, tener todo en orden…”, explicó Rafaela.
Cristina, expresó sentir orgullo al colaborar. “Hago lo que sé hacer, me esfuerzo porque salga impecablemente bien, este es mi aporte a esta lucha. Desde mi lugar también me enfrento a este coronavirus que nos ha trastocado la existencia.
Ambas se consideran las madres de todo el personal que aquí labora, “somos sus cuidadoras, pero a la vez nos resguardamos”, es perceptible que se sienten importantes, saben que lo que hacen es útil y decisivo en esta hora crucial. Sus rostros muestran almas nobles, dedicadas y desinteresadas, también orgullosas de pertenecer al colectivo.
El escenario de las pruebas
Este laboratorio funciona desde 2018 destinado al diagnóstico de virus, parásitos y bacterias, forma parte de la consolidación de ese servicio en el territorio con el propósito de mejorar el control de las enfermedades infecciosas. Cuenta con el equipamiento, reactivos, personal capacitado y los medios de protección para realizar estas funciones.
Actualmente está dedicado a realizar las pruebas del SARS CoV-2 lo que propicia agilidad en el análisis de las muestras de los pacientes de la región central. En 24 horas determinan el diagnóstico con certeza. Su labor posibilita detener la cadena de transmisión. Villa Clara inició la ejecución de las pruebas rápidas del virus SARS-Cov2 a más de dos mil villaclareños.
Me retiro del Laboratorio de Biología Molecular de Villa Clara queriendo saber de cada uno de los que tras el cristal no conocí, qué sienten, sus esperanzas, sueños y temores, el sobresalto de esta hora dura donde se curten y hermanan los seres humanos. Me conformo con la certeza de que habrá otra entrevista cuando todo pase, en esa ocasión tendré que tratarlos desde la altura que impone la admiración infinita y el respeto necesario porque han hecho lo inmenso que para muchos en el mundo está más allá del horizonte, salvar vidas.
Mis respeto para todo esos trabajadores