“Piensa en los menos favorecidos, en los que tienen que trabajar duro para que tú te cuides, los que no pueden ver, ni leer, ni ordenar, ni jugar con su tiempo, porque el más mínimo instante es indispensable para salvar una vida”.
Así dijo la reconocida pintora, escultora (en cerámica terracota y bronce, respectivamente) grabadora y ceramista cubana Martha Petrona Jimenez Pérez (Holguín, 1948), quien recientemente obtuvo la Medalla de Oro Mayte Spínola, en Escultura, otorgada por su trayectoria artística, la cual le fue entregada en la Casa Museo El Romeral, en Madrid, España.
Acreedora de más de 30 reconocimientos y distinciones nacionales e internacionales, entre ellos las distinciones Por la Cultura Nacional y Fidelio Ponce de León, la artista radicada en la ciudad de Camagüey desde los años de su juventud, ante la amenaza de la Covid-19 para la salud de los cubanos y de las personas en todo el mundo, enfatizó: “Quédate en casa, no solo porque vaya a pasarte a ti, sino porque hay que evitar a toda costa que suceda, por ti y por tu familia, por todos los que conoces, incluso por los que no has llegado a conocer todavía”.
Con un extenso currículo que incluye más de 200 exposiciones personales y colectivas, en prestigiosas galerías de todo el mundo, Martha sugirió “Ahora que debes de permanecer en casa, disfruta de tu familia, la cercana y la lejana en el tiempo y el espacio. Aprovecha y vuelve sobre los libros y las películas preferidas y dales una oportunidad a los que no has saboreado por falta del momento o de tiempo”.
Por último enfatizó: “Este es el momento de remover los rincones hogareños favoritos y de darle un poco de amor a los menos apreciados. Si tienes una habilidad, explótala; si es un deseo latente, explóralo. Disfruta del lapso de no tener tanta presión de tiempo”.
Esta prestigiosa creadora miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba es Máster en Artes Plásticas, profesora Adjunta de la Cátedra Iberoamericana de Artes Plásticas y Diseño Fidelio Ponce de León, y especialista en creación infantil plástica. Es graduada de la Escuela Nacional de Instructores de Arte (1965) y Licenciada en Artes Plásticas (1991). Dirige el Proyecto Escultórico Monumental Plaza de Carmen en Camagüey, integra el Consejo de Expertos de las Artes Plásticas del Consejo provincial de la Artes Plásticas y ha ejercido como profesora de Arte por más de 30 años.
Fundadora de la Asociación Hermanos Saíz, organización de la que fue su presidenta en Camagüey, Premio de la UNESCO desde 1997 y miembro oficial de LASA (Asociación de Estudios de Latino América). Numerosas piezas suyas se encuentran emplazadas en espacios públicos de Camagüey y La Habana, así como en otros de Alemania, Francia, República Dominicana, Canadá, República Checa, China, Reino Unido, Estados Unidos y Turquía.
Con el interés de que nuestros lectores conozcan algunos aspectos relevantes de la obra de Martha Petrona, a continuación les ofrezco algunas valoraciones críticas de interés.
Arte fundado sobre lo sensual
Mujeres —blancas, negras, mulatas…— con muslos gordos y anchos. Tal parece que pretende modelar la carne, en las más disimiles poses, gestos y expresividades que trascienden desde el lienzo, la escultura, el grabado o el dibujo, para devenir infinidad de propuestas iconográficas que atraen al observador desde la primera mirada. Los trabajos de Martha Jiménez, en cualquiera de las técnicas antes enunciadas, son delicados, únicos, líricos y contundentemente expresivos.
Desde sus primeras incursiones en pintura y escultura en el año 1967, cuando hizo su primera exposición personal en su adoptiva ciudad de Camagüey, las composiciones de esta criollísima cubana ya vislumbraban a la artífice inquieta, insatisfecha consigo misma, que en cada nuevo proyecto iba en busca de más. Así fue como en1969 fue seleccionada para participar en el célebre Salón de Mayo, en la capital.
Años de difícil bregar, de incomprensiones y dudas signan el largo camino de la artista, quien tras realizar sus monumentales esculturas de corte costumbrista ubicadas —para notoriedad de esa área urbana—, en la Plaza del Carmen del Centro Histórico de Camagüey —inicialmente recreadas en terracota y luego fundidas en bronce—, dio un giro extraordinario a su carrera para prontamente ubicarse, con la llegada del nuevo milenio, entre las más sobresalientes figuras de la plástica insular, sobre todo por su estilo original y complejo.
Las obras de Martha tienen un singular aliento feminista, anclado en nuestras raíces afrocubanas y en el tratamiento del sincretismo entre las culturas española y africana. Son trabajos de los que fluyen sentimientos y emociones que transitan desde la nostalgia, la alegría, el miedo, los recuerdos familiares y, sobre todo, portadores de una cubanidad que, concebida mediante diferentes soportes y medios expresivos, revelan la consistencia de un arte surgido —independientemente de su formación académica—, de los ensayos y estudios realizados por ella alrededor de temas con fuerte arraigo popular.
Años de búsquedas, de investigaciones, de insomnio, forjaron la solidez creativa de esta laureada creadora cuyo quehacer hoy es recurrentemente solicitado entre algunas de las más connotadas galerías y prestigiosos coleccionistas de diferentes latitudes del orbe.
Ese desorbitante éxito se debe, sin dudas, a que sus iconografías, amén de representar valores autóctonos de la cultura cubana, poseen alcance universal, gracias a un leguaje que básicamente descansa en el movimiento, las formas y el equilibrio, así como en un definitivo uso de los colores, paleta rica en pigmentos y esmaltes, que tiende a aludir a la arcilla —tonalidades de ocres—, como símbolo de la irrefutable relación del hombre con la tierra.
En su ideario estético Martha optó por la representación de las figuras femeninas gordas, no como exaltación crítica hacia la temible obesidad, sino al igual que el reconocido artista Fernando Botero (Medellín, 1932), como medio para exaltar la vida y darle un carácter protagónico al volumen, hacerlo más plástico, más monumental… Su arte, como el del colombiano radicado en Europa, esencialmente se funda desde lo sensual.
Con acentuados toques de sátira y humor, la también acreditada pedagoga exalta la parte positiva de la existencia humana desde la recreación de las gordas, un ícono que se remonta a las tallas en madera del arte figurativo neandertal (Paleolítico) y que en el Barroco inmortalizó el gran artista flamenco Pieter Paul Rubens (Siegen, actual Alemania,1577-Amberes, hoy Bélgica,1640).
Ese interés por aludir estos simpáticos personajes voluminosos tal vez provenga de su propia entidad como mujer y madre soltera que ha sorteado las penurias y miserias humanas con un particular optimismo y desenfado del que siempre emana la sonrisa sincera, acentuada a la altura de sus 72 años con el regocijo de haber dejado profundas huellas en la cultura insular.
Su propensión por aludir con brillantez plástica algunas de sus remembranzas domésticas, se observa en varias de sus series en pintura, escultura y grabado, como la que dedica a su mamá (El anhelo de mi madre), en la que la máquina de coser es emblema dentro de un discurso emotivo que igualmente simboliza al trabajo de las féminas, así como sus aspiraciones, motivaciones y pensamientos, en medio de un universo hostil en el que proliferan las diferencias de género, la humillación, la violencia y las diferencias sociales.
En similar cuerda están otros conjuntos creativos como Mujeres que vuelan, La Tendedera, Ensoñación y Chismosas celestiales, figuras extraídas del contexto popular insular y las más reconocidas.
Otros trabajos en los que también se observan profundos tratamientos psicológicos y humanísticos, son los agrupados en Arlequines, de los que derivan las “Arlequinas”, fundamentalmente dedicados a la “ambivalencia inteligente en la conducta de estos personajes, es decir, de reír en momento de llorar y viceversa”, según ha dicho Martha. A este grupo se vincula muy estrechamente otro identificado como El circo, con una simpática comicidad.
De tal modo, la producción plástica de Martha se ha convertido en un sano y provechoso divertimento popular, del que emanan, en cada proyecto, mensajes que incitan a la reflexión en torno a diferentes sentimientos y emociones, en tanto enriquecen nuestra espiritualidad con un fino y perspicaz arte.