El presidente argentino Alberto Fernández completó sus primeros 100 días de gestión. Asumió en uno de los trances económicos y sociales más difíciles para la mayoría de sus compatriotas y ahora le corresponde manejar la crisis nacional y mundial que ha generado la pandemia del Covid-19.
Fernández había ganado las elecciones del 27 de octubre de 2019 con el 48,24 % de los votos, a la cabeza de una coalición de partidos denominada Frente de Todos, e integrada por el Partido Justicialista, Frente para la Victoria, Frente Renovador, Movimiento Evita, Proyecto Sur, Movimiento Nacional Alfonsinista, Forja, Partido Solidario y Nuevo Encuentro, entre otros.
Derrotó al entonces presidente Mauricio Macri, cuya administración, de franco corte neoliberal, le heredó un país endeudado, con sectores poblacionales bajo el umbral de la pobreza y falta de alimentos en uno de los países más importantes del continente en la producción y exportación agropecuarias.
Casi 16 millones de argentinos en la pobreza, desempleo, caída abrupta del Producto Interno Bruto, y una inflación por encima del 53 %, avizoraban un difícil comienzo para su Gobierno, ahora complicado con la expansión del nuevo coronavirus.
Ante la propagación de la enfermedad, el Presidente decretó medidas que abarcan desde el cierre de escuelas y fronteras hasta el 31 de marzo, hasta la autorización a no concurrir al lugar de trabajo (durante 14 días) al personal de la administración pública nacional, a excepción de aquellos que se desempeñen en «áreas esenciales o críticas o de prestación de servicios indispensables».
Empezar por los últimos para llegar a todos, bajo ese postulado y con la esperanza de dejar atrás la grieta y lograr una Argentina unida, ha hecho de todo para mover la economía. Su primera prueba de fuego la sorteó con éxito apenas iniciado su gobierno, cuando el Congreso aprobó una ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva.
En tal sentido, implementó el plan Argentina contra el hambre, con la inclusión de sectores sociales que otorga poder adquisitivo a quienes disponen de menos recursos para asegurar la alimentación.
A la par, impulsó otras medidas de impacto social, entre ellas el bono de emergencia para los beneficiados con la Asignación Universal por Hijo y jubilados. También la doble indemnización para despidos sin causa por 180 días, aumento salarial para empleados privados y estatales, y la reducción del precio de medicamentos.
Apenas asumida la presidencia, Fernández encaró un viaje de Estado a distintos países de Europa en busca de apoyo internacional para la negociación que le esperaba con el Fondo Monetario Internacional debido a la deuda de 44 mil millones de dólares heredados de Macri. El recorrido, iniciado a fines de enero, incluyó Italia, Alemania, España y Francia, naciones en las que el mandatario fue recibido por sus pares. También visitó el Vaticano, donde se reunió con el papa Francisco.
Luego de eso, el Gobierno argentino ganó una primera pulseada hace unas semanas al recibir una misión del FMI que reconoció como inviable el pago del débito argentino en las condiciones y términos actuales. Al respecto, el mandatario había enfatizado que no pagará “a costa del hambre y la destrucción de los sueños de los argentinos”.
Otro frente, y promesa de campaña, es su propósito de legalizar el aborto, un reclamo de muchos en la nación austral, donde hasta ahora está prohibido y criminalizado. Alberto Fernández reconoce el asunto como un derecho de las mujeres, para ello alista un proyecto de ley de Interrupción Legal del Embarazo y ha calificado de hipócritas a quienes se oponen a su propuesta.
En paralelo, y como parte del Plan de los 1000 días, el gobernante propone que el Estado argentino brinde asistencia a mujeres en condición de pobreza que deseen proseguir con el embarazo. La ayuda se extendería hasta el segundo año de vida del nacido.
«Quiero ser el presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo para construir el país de todos», enfatizó en su discurso de investidura, en diciembre último. La tarea es difícil y se complica hoy frente a la Covid-19, pero de lo que no hay dudas es de que, bajo el gobierno de Alberto Fernández, Argentina se mueve.