Por primera vez desde la autoproclamación de Juan Guaidó como pretendido presidente interino de Venezuela, en enero del 2019, la reunión del Grupo de Lima que tuvo lugar en Gatineau, Canadá, ni siquiera mencionó su nombre.
Todas las reuniones anteriores de esta espuria organización (y sus numerosas declaraciones políticas) sirvieron como falsas promesas para llevarlo al poder, pareciendo más bien constituir ceremonias virtuales de juramento. Sin embargo, Guaidó nunca ha prestado juramento, ni siquiera se ha acercado a ello, excepto para sí mismo.
El 20 de febrero del 2020, a pesar del clima extremadamente frío (incluso para los estándares canadienses), la gente se manifestó en todo Canadá, incluido frente a la sede de encuentro del Grupo de Lima, en Gatineau, Quebec. A la vez, una declaración en inglés, francés y español fue ampliamente distribuida de costa a costa entre el público y los medios de comunicación.
El mensaje y los lemas de la manifestación se centraron en el papel que juega el Gobierno de Trudeau como delegado de Estados Unidos en la agresión de Trump contra el Presidente legítimamente electo de Venezuela, Nicolás Maduro.
Esto constituye una importante lección para los canadienses, quienes se manifiestan cada vez más para afirmar que no se debe seguir cediendo ante la presión nacional o internacional de convertir el sentimiento antimperialista de millones de ellos en una patética apología al Gobierno de Justin Trudeau. Por el contrario, siguiendo la posición relativamente defensiva del Grupo Lima en Gatineau (omisión de Guaidó), los canadienses que entienden la situación deben aprovechar la oportunidad para informar al público y exigir que Canadá se retire del grupo de Lima.
Adicionalmente, como también se subrayó en el mensaje enviado por los manifestantes, existe el deseo de aumentar las críticas contra el Gobierno de Trudeau por sus políticas internas, tales como las implementadas contra los pueblos de las Primeras Naciones, las cuales están en flagrante contradicción con los principios interesados, distorsionadas y pretenciosos del Grupo de Lima, de “democracia”, “derechos humanos”, etc., por los cuales juzgan a Venezuela.
La reunión de Gatineau fue el primer encuentro del Grupo de Lima desde que tuvo lugar la semana pasada el aniversario de cuatro meses del levantamiento en Chile, de las manifestaciones en curso en Haití, de las manifestaciones masivas realizadas en Colombia, dejando miles de arrestos, manifestantes heridos y asesinados, y las terribles secuelas del golpe de Estado contra Evo Morales. Sin embargo, los representantes de Chile, Haití, Colombia y Bolivia, presididos por el Gobierno de Trudeau ―principal aliado del Trump―, estuvieron todo el día 20 de febrero reunidos en Gatineau, juzgando a Venezuela.
La reunión insistió, una vez más, en intervenir en Venezuela para desestabilizarla y utilizar esto como pretexto para imponer más sanciones de Estados Unidos y Canadá. Su declaración dice: “Si bien la Constitución venezolana exige elecciones parlamentarias en 2020, la democracia será totalmente restaurada en Venezuela tan sólo a través de elecciones presidenciales libres, justas y creíbles. Este proceso debe incluir un Consejo Nacional Electoral independiente, un Tribunal Supremo no sesgado, apoyo y observación internacionales, la plena vigencia de la libertad de prensa y la participación política de todos los venezolanos”.
Esta arrogante declaración intervencionista significa preparar las condiciones para referirse a las elecciones cual “fraude”, como si un país que se respetase a sí mismo en el mundo permitiese que su proceso electoral fuese decidido en Canadá, Estados Unidos o en cualquier otro país.
Para ilustrar una vez más la naturaleza perversa de esta declaración, el mismo día en que esta fue emitida, el Gobierno boliviano, respaldado por Estados Unidos e instalado por medio de un golpe de Estado, ¡falló en contra de la postulación de Evo Morales al Senado en las próximas elecciones!
Trudeau fue recompensado por los miembros del Grupo de Lima con una cláusula especial hecha a su medida para ejercer el “liderazgo” contra Venezuela, como parte de su búsqueda internacional por un asiento ante el Consejo de Seguridad de la ONU. La cláusula dice lo siguiente:
“En los próximos días y semanas, representantes del Grupo de Lima participarán en un intenso período de divulgación y consulta en todos aquellos países interesados en la restauración de la democracia en Venezuela”.
Así, una vez más, se ha otorgado a Trudeau el mandato de hacer el trabajo sucio de Trump, utilizando para ello de forma oportunista la ventaja que tiene sobre los otros miembros del Grupo de Lima, gracias a su habilidad que le permite hablar en inglés y en francés, y así poder dirigirse directamente a Europa, al Caribe y a otros lugares, esperando acaparar la atención internacional y ganar votos para obtener el puesto que codicia Canadá en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Canadá no merece sin embargo un asiento en el Consejo de Seguridad. Ningún país que se precie de ser un fiel aliado de Estados Unidos en asuntos internacionales, que haya sido severamente criticado por organismos de la ONU por el tratamiento genocida dado a los pueblos de las Primeras Naciones, debería obtener un asiento en esa organización. Sería preferible optar por cualquiera de los países que compiten con Canadá, ya sea Noruega o Irlanda.
Los pueblos del mundo no debemos olvidar el papel del gobierno de Trudeau en América Latina y el Caribe, cuyo objetivo principal es destruir la Revolución Bolivariana, apoyando para ello el golpe de Estado contra el presidente electo de Bolivia, y permitiendo así a ese país unirse al Grupo de Lima, lo cual sería imposible bajo el Gobierno de Evo Morales.
*Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es autor de Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections; Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento y Relaciones Cuba-Estados Unidos: ¿Qué ha cambiado? Colabora con muchos sitios web, programas de radio y televisión con sede en América Latina, Europa, América del Norte y el Oriente Medio. Es un colaborador de Trabajadores
Acerca del autor
Arnold August, periodista y conferencista canadiense, es el autor de los libros Democracy in Cuba and the 1997–98 Elections (1999), Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento (2014) y Relaciones Cuba-EE.UU: ¿Qué ha cambiado? (2018). Es un colaborador de Trabajadores. Twitter: @Arnold_August FaceBook: Arnold August