El mundo asiste en vilo a la épica batalla de China contra el nuevo virus coronavirus, que ya cobró cientos de vidas y ha contagiado a decenas de miles de personas, con el latente peligro de expandirse a otras zonas del planeta, que ya reportan casos de la enfermedad.
La epidemia, con alta mortalidad, es además ocasión para exacerbar posturas racistas, incluso anti humanas y de ataques contra la República Popular China, cuya importancia política, económica, financiera y cultural en el mundo de hoy resulta incuestionable.
Para algunos resulta buen momento de pasar factura a la alta competitividad de la economía del gigante asiático, que recibe por otro lado reconocimientos y elogios por la febril actividad y los valiosos y cuantiosos recursos humanos y materiales empleados frente a la pandemia.
Resulta toda una proeza la construcción de hospitales en apenas dos semanas, y la movilización de miles de especialistas sanitarios que ese país realiza hacia las ciudades con mayor incidencia del llamado coronavirus de Wuham.
También la adopción de medidas de prevención en urbes donde viven millones de personas, cuyos habitantes han demostrado alta conciencia ciudadana y no se dejan arrastrar por el pánico.
La Organización Mundial de la Salud reconoció la incidencia de este coronavirus como emergencia internacional, y expresó su preocupación por los crecientes casos de expansión fuera de las fronteras chinas.
Al propio tiempo, gobiernos de diversas naciones, en particular las más desarrolladas, dispusieron la evacuación de sus nacionales, mientras que en diversas latitudes se toman medidas de control en aeropuertos y puertos.
La Comisión Europea (CE) informó que el último fin de semana fueron repatriados de Wuhan 95 europeos a bordo de un vuelo británico, en los que viajaban también personas de Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Irlanda, Grecia, Luxemburgo, Países Bajos, Rumanía y Suecia.
Los ciudadanos no británicos fueron trasladados desde el Reino Unido a sus países de origen con financiación de la CE a través del Mecanismo Europeo de Protección Civil.
Antes, otras 558 personas, de las que 447 eran europeos, habían sido trasladadas desde Wuhan hasta territorio de la Unión Europea en otros tres vuelos, dos de ellos fletados por Francia y un tercero por Alemania.
El coronavirus trae otras consecuencias, incluso en el llamado viejo continente. Son notorias y van sumando las cancelaciones de asistencia de algunas de las principales empresas de servicios y fabricantes telefónicos mundiales al Mobile World Congress, el mayor salón ferial de su tipo.
La cita está convocada del 24 al 27 de febrero en Barcelona, España, pero resulta incierto el futuro del certamen que reuniría a la flor y nata de las empresas del sector a nivel mundial.
Entretanto, la naviera Costa Cruceros denegó el embarque a 47 personas de Taiwán que habían llegado a Barcelona procedentes de Hong Kong, pese a que ninguno de ellos presentaba síntomas de la enfermedad.
El coronavirus tiene sus consecuencias en la economía mundial, y varios países muy vinculados a China ya exhiben contracción en sus exportaciones y otras actividades.
Pero también hay quienes se benefician. La empresa francesa Novacyt, que hace casi dos semanas lanzó un test específico para detectar el coronavirus de Wuhan, se disparó en la Bolsa de París, donde sus acciones repuntaron en más del 375 por ciento últimamente.
Enhorabuena para la compañía gala, y también para la Comisión Europea, que instó por su lado a reforzar la cooperación internacional con Beijing.
«Es el momento de unir fuerzas para detener esta epidemia. Es crucial que toda la comunidad internacional se centre en los esfuerzos de preparación y respuesta para luchar contra el coronavirus, teniendo en cuenta la solidaridad internacional», declaró el comisario europeo de Gestión de Crisis, el esloveno Janez Lenarcic.
Del otro lado del Atlántico, el presidente peruano Martín Viscarra declaró: «Debemos estar preparados para nuevos desafíos económicos. Algo tan fundamental como la salud pública, que como estamos viendo en estos días con la emergencia global frente al Coronavirus requiere de la cooperación y acción internacional para enfrentarlo adecuadamente”.
Y un país pequeño, como Cuba, colabora con las autoridades chinas para atajar la epidemia. Una brigada del contingente Henry Reeve se unió a especialistas de aquel país, donde una fábrica binacional trabaja a toda marcha en la producción del medicamento cubano Interferón alfa 2B que se emplea para tratar a los pacientes del coronavirus 2019-nCoV.
Nuestro apoyo al gobierno y pueblo chino en sus esfuerzos por combatir el coronavirus, suscribió al respecto en su cuenta de Twitter el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel.
Estamos acostumbrados a que nuestro personal de la salud siempre de un paso al frente en las mas dificiles situaciones, estamos seguros que la lucha contra esa pandemia será dificil pero no imposible confiemos en los hermanos asiaticos y cubanos.
si todos los paises se dedicarán a brindar su apoyo y no a criticar el camino a su solución fuera mas corto