La xenofobia y el odio racial, consustanciales a la ideología ultrarreaccionaria del presidente de Estados Unidos Donald Trump, no tienen fronteras. Se expande como pandemia, no solo en el entorno nacional, también a diversas regiones del mundo, incluyendo la de sus socios europeos.
Nacionales de países de América Latina y el Caribe, como México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Haití y Bolivia, particularmente las comunidades indígenas, son objetos de frecuentes injurias y expresiones de desprecio, pues les considera forajidos o delincuentes.
Tal sentir del furibundo mandatario yanqui llega ahora a otras siete naciones, dos del continente africano, cuyo factor común es la confesión mayoritariamente islámica. Trump ha incrementado las dificultades para que lleguen a territorio estadounidense a ciudadanos de Siria, Iraq, Irán, Yemen, Somalia y Sudán, ninguna de ellas vinculadas a Al Qaeda ni a los atentados del 11de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas newyorkinas.
Aunque dejó abierta la posibilidad de ampliar la lista, la orden excluyó a Arabia Saudita o Egipto de donde sí provenían varios de los miembros de Al Qaeda participantes en ese acontecimiento.
Un antecedente de esta medida se encuentra en la suspensión, por un término de 120 días, de la entrada de inmigrantes de algunas nacionalidades apenas una semana después de haber asumido la presidencia, en enero del 2017.
Convencido de la supremacía blanca, tan cercana a la teoría de la pureza racial del nazifascismo, el Gobierno de Trump persigue y reprime a miles de emigrantes latinoamericanos que buscan refugio en Estados Unidos, hacinándolos en campos de concentración, separándolos de sus hijos, y manteniéndoles en un régimen de crueldad inhumano.
No obstante, desde su primera campaña electoral por la presidencia, el candidato republicano se alío a la mafia contrarrevolucionaria anticubana de Miami para influir en el voto hispano de la Florida, que tanto contribuyó a su victoria, apoyo que de nuevo pretende obtener en su reelección a la Casa Blanca por otros cuatro años.
Después de haber sido absuelto en el reciente juicio del Congreso por los cargos de abuso de poder y obstrucción a la justicia, Trump capitalizará su victoria sobre los demócratas para continuar rigiendo los destinos de Estados Unidos y del mundo.
¡Imaginad entonces lo qué puede esperar la humanidad de la continuidad de su mandato!