Hoy toca Cristina en La Habana, dijo Marcelo Figueras, el periodista y novelista que ha acompañado a la vicepresidenta en la experiencia político-literaria de presentar Sinceramente por toda Argentina, obra que este sábado llegó la Feria Internacional del Libro.
Que el primer destino foráneo del texto fuera Cuba conjuga lo oportuno con lo justo y necesario. Acá recibe tratamiento médico su hija Florencia, a quien visita regularmente. El reencuentro tuvo como telón de fondo en esta ocasión a la Feria, espacio que acoge y agradece producciones literarias de actualidad como Sinceramente que, en apenas un año, ha sido editada seis veces por la editorial Sudamericana.
Hay dolor en el libro cuando su autora reconoce que la persecución “por ser la hija de Néstor y Cristina” devastó a la joven, pero las palabras de este sábado fueron de gratitud: “Quiero agradecer a las autoridades de Cuba, a sus profesionales, médicos, son excelentes. La fama la tiene bien ganada. Como madre tuve la experiencia fantástica de que mi hija fuera diagnosticada adecuadamente. La verdad es que está muchísimo mejor», dijo y ganó el aplauso de cubanos y coterráneos que repletaban la sala Nicolás Guillén, entre ellos, el presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez, y el politólogo argentino Atilio Borón.
Una de las primeras advertencias del texto es que “no es autobiográfico ni tampoco una enumeración de logros personales o políticos, es una mirada y una reflexión retrospectiva para desentrañar algunos hechos y capítulos de la historia reciente”.
En ese espíritu, la presentación en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña confirmó que estamos ante una obra eternamente inconclusa, pues la experiencia, el conocimiento y el compromiso de su autora, le permiten tener siempre algo nuevo que decir. En La Habana, por ejemplo, disertó acerca del endeudamiento –“nunca Argentina estuvo tan endeudada, ni nunca el FMI prestó tanto dinero”, dijo–; y también sobre el lawfare y la guerra comercial que se ha puesto de moda entre las potencias imperiales.
La idea no era escribir un libro autobiográfico, eso lo voy a hacer más adelante. Pero sí quería contar lo que nos había pasado a mí y a los argentinos después del 9 de diciembre del 2015, cuando nos despedimos en la Plaza de Mayo reventando de amor. La idea era partir del 9 de diciembre, pero entre que lo empecé a escribir y terminé, pasaron cosas, tal vez terribles para todos los argentinos y también para mi vida. Por eso el primer capítulo no fue Después de convertirme en calabaza, sino Sinceramente, narró Cristina al inicio de la presentación.
Ese capítulo que da título al libro fue terminado de escribir en La Habana, y el mismo incluye entre otras anécdotas, “lo de la carta de San Martín que me había regalado Putin, hecho que luego quisieron convertir en un delito”.
El ensañamiento judicial, o lawfare, contra Fernández se ha visto truncado momentáneamente por el respaldo popular, y su elección como vicepresidenta, pero no es un tema totalmente agotado. La autora comentó que eso de perseguir a los opositores políticos con los aparatos judiciales, tuvo capítulos muy especiales en América Latina, más aún en Argentina, donde se apreció un componente mafioso que apuntó contra las familias. En mi caso se tradujo en la persecución a mis hijos, en especial a Florencia. Tal vez por verla vulnerable, o porque identificaron que ocupaba un lugar muy especial en mi vida cotidiana. En ella vieron un lugar donde podían doblegarme.
En el pasado utilizaron a las Fuerzas Armadas para reprimir a la disidencia, reflexionó, fue un método de la dictadura. Recurrieron a la desaparición física porque no había forma de doblegar a los militantes. Pero eso cambió. Con el lawfare ya no es necesario, los invalidan políticamente a partir de la condena mediática y judicial. Se sustituyó aquella desaparición física por la estigmatización. Lo intentaron conmigo, condenarme socialmente y aislarme para que no fuera un peligro a quienes venían a reinstaurar el neoliberalismo.
El proceso que desarrollamos entre el 2003 y el 2015 tenía un modelo de industrialización creciente que valoraba el trabajo y la gente podía progresar. Y además, nos desendeudamos. Quedamos en 0 con el FMI. Cuatro años después nos entregan al país con 44 mil millones de dólares de deuda con Fondo Monetario Internacional, tres veces más que la mayor cifra de la historia, que fue durante la dictadura.
“Nunca el Fondo le había prestado una cantidad así a ningún país, no fue casual, y el ciclo de pagos es mucho más grave que el que recibimos en el 2003. Los vencimientos se suceden de 30 mil o 40 mil millones por año, no hay país que pueda pagarlo. Estamos ante un plan de subordinación definitiva», estimó.
Para la vicepresidenta, “el endeudamiento es el problema estructural más terrible que ha tenido la Argentina», y el momento actual debería marcar “un punto de inflexión”, en el que se investigue hasta saber qué sucedió realmente: “El Banco Central tiene el compromiso de informar qué pasó, para dónde se fue el dinero”, aseveró.
Federico Sturzenegger estaba en el equipo del ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, en la época del megacanje (2001), reveló Cristina, y cuando regresó como presidente del Banco Central durante el Gobierno de Mauricio Macri, hizo mismo de entonces con total impunidad. Igual los ministros de Macri, Luis Andrés Caputo (Finanzas) y Nicolás Dujovne (Hacienda).
Hoy Sturzenegger, cómodamente, imparte clases en una universidad de Estados Unidos, mientras los argentinos quedamos en una situación terrible. Por eso, tal como como el expresidente Raúl Alfonsín puso el Nunca Más para las dictaduras, también tiene que haber un Nunca Más para este tipo de acciones, reflexionó.
Investigaremos, como lo está haciendo el propio FMI que, violando sus Estatutos y obligaciones, concedió el 60 % de su capacidad prestable a un solo país. Es cierto que Fondo prohíbe hacer quitas, pero también prohíbe conceder préstamos para fugar dinero, y eso fue lo que hicieron.
Cristina reiteró el compromiso de su Gobierno con la revisión de los aumentos en las tarifas (electricidad, gas y agua) decretados por el expresidente Mauricio Macri y frente a la recesión económica actual, reafirmó que la solución pasa por nuevas inversiones: “El único que puede hacerlas es el Estado, sostuvo. Hay que devolverle la capacidad de consumo a la gente, pero si dejamos que el mercado conduzca los procesos, vamos al desastre”.
Las guerras comerciales que se viven en la actualidad coexisten bajo la sombrilla de la contradicción entre dos modelos de producción capitalista de bienes y servicios. Uno jerarquiza al mercado, su único compromiso es obtener ganancias y está representado por Estados Unidos. El otro, lidereado por China, defiende un Estado fuerte e inclusivo, comprometido con su gente, explicó.
De su etapa anterior en el Gobierno, Cristina recordó con orgullo lo conseguido entonces en materia de integración política: “Resolvimos muchas crisis importantes como el intento de secesión contra Evo Morales, en Bolivia; o el golpe policial contra Rafael Correa, en Ecuador. Eso me llena de orgullo, pero no logramos generar un mercado común donde comerciar nuestros productos entre nosotros. Eso quedó pendiente”, concluyó.
Al finalizar la presentación, la vicepresidenta concedió autógrafos a seguidores que se le acercaron con Sinceramente en las manos.