No suele pasar inadvertido, aun en sus inicios. Para los expertos muchas veces basta con observar el estado general del paciente, los síntomas y signos, pues se trata de un padecimiento con manifestaciones clínicas muy sugerentes, que favorecen el diagnóstico.
El absceso pulmonar —explica el doctor Rolando Rives Rodríguez, especialista de Primer Grado en Neumotisiología— está incluido, al igual que otras patologías, dentro de las supuraciones pulmonares, y provoca destrucción infecciosa aguda o crónica del pulmón y de los bronquios, acompañada de elaboración de pus, fétido o no, que puede estar contenido en una o varias cavidades.
“Las vías aéreas distales (pulmones, bronquios y parénquima pulmonar) normalmente son estériles, o sea, no albergan ningún germen a pesar de estar próximas a la orofaringe (garganta) y de la presencia de bacterias en el aire que respiramos, lo cual demuestra la gran eficacia de sus mecanismos antimicrobianos”, comenta el doctor.
Sin embargo, los pulmones controlan relativamente mal las agresiones bacterianas provenientes de las vías aéreas superiores; por tanto, cualquier foco infeccioso existente en dicha zona puede provocar este tipo de absceso: desde una dentadura en mal estado, la sinusitis y la amigdalitis bacteriana, hasta la aspiración de vómito, la cual se manifiesta fundamentalmente en personas que están inconscientes; por ejemplo, aquellas con un accidente vascular encefálico, epilepsia, o quien permanece bajo los efectos del alcohol.
Cuando existen caries dentales proliferan los gérmenes anaerobios (crecen aun sin oxígeno), los cuales al ser inhalados provocan la necrosis del tejido pulmonar. Este paso de un germen de las vías aéreas hacia el pulmón ocurre, sobre todo, cuando el individuo presenta pérdida de conciencia, como puede ser durante el sueño, pues en ese momento se relajan las funciones de control de la entrada y salida del aire de los pulmones, y pierde el reflejo de la tos, comenta el doctor Rives. Igual sucede cuando se aspira vómito —agrega—, ya que los jugos gástricos, por su composición ácida, irritan el tejido pulmonar, además de que arrastran bacterias que infectan la zona.
“Cuando el germen llega al pulmón afecta un área, en la cual ocurre luego una condensación del tejido que posteriormente se reblandece en la medida en que aparece el pus. Después ese absceso se abre por el mismo bronquio por donde penetró el germen y el pus es expulsado por la boca”. De acuerdo con la experiencia del doctor Rives, los pacientes que acuden a la consulta con un absceso pulmonar se muestran visiblemente afectados, con fiebre, dolor toráxico, malestar general, pérdida del apetito y palidez. Después del endurecimiento del tejido pulmonar, aparece la tos productiva y la cantidad de esputo aumenta. La prolongación de esa expectoración está en dependencia del tratamiento, el cual debe ser con antibióticos eficaces para lograr la cura total.
Aunque se trata de una afección que aparece mayormente en adultos, también se presenta en niños, por broncoaspiración de alimentos o de un cuerpo extraño, precisa el neumólogo, e insiste en la necesidad de evitar este tipo de accidentes que ocurren sobre todo en las edades más tempranas.
Además de recomendar una adecuada higiene bucal, y el tratamiento oportuno de cualquier proceso infeccioso en las vías respiratorias altas, el especialista advierte, finalmente, que hay personas, como los diabéticos, por ejemplo, que son más vulnerables a esta enfermedad debido a su deficiente sistema inmunológico. También puede aparecer en individuos que presentan quistes pulmonares congénitos, heridas penetrantes y fracturas costales, sobre todo cuando esta perfora el pulmón y produce una zona de infección.
(Publicado en la edición impresa de Trabajadores el 19/9/2005)