Desde que el capitalismo voraz y expoliador convirtiera a Estados Unidos en la primera potencia imperialista económica, científica y militar, su sistema electoral fue favoreciendo progresivamente a candidatos presidenciales poseedores de inmensas fortunas. Hoy día es realmente un torneo entre millonarios.
Aún sin haber alcanzado el acelerado desarrollo industrial que siguió a la guerra de secesión entre el norte y el sur, George Washington, prócer de la independencia y primer presidente estadounidense, era un rico hacendado dueño de grandes extensiones de tierra y dotaciones de esclavos, a los cuales liberó en su testamento.
Acaudalados fueron también John Adams, James Madison y Thomas Jefferson.
La Administración de Abraham Lincoln, modesto abogado de origen humilde que implantó un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, fue una excepción histórica, al igual que la de Franklin D. Roosevelt.
A partir del millonario presidente John F. Kennedy, los que le sobrevinieron en el cargo —Lyndon B. Johnson y George Bush, padre e hijo— eran conocidos magnates petroleros de Texas; mientras Bill Clinton, con muchos menos recursos, superaba en sus finanzas el millón y medio de dólares.
La sorpresiva llegada a la Casa Blanca del multimillonario empresario Donald Trump superó a todos ellos por la inmensa fortuna acumulada e inauguró la era de candidatos aspirantes a primeros mandatarios cuyos haberes económicos son, a veces, incalculables.
Tal es el caso del exalcalde de la Ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, una de las mayores fortunas del mundo, calculada en 52 mil millones de dólares, quien ha formalizado su candidatura a las primarias del Partido Demócrata y pretende retar a Trump anunciando invertir hasta mil millones de dólares en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre del 2020.
Si esos recursos financieros se destinaran a beneficiar directamente a la población saldrían de la extrema pobreza miles de estadounidenses sin empleo, carentes de viviendas y de un sistema de salud pública eficaz. Favorecería también a los inmigrantes indocumentados perseguidos, demonizados y maltratados con ferocidad por Trump.
Bloomberg, de 77 años de edad, se describe a sí mismo como la única persona capaz de desalojar al actual jefe de Estado de la Casa Blanca.
Aunque los demás candidatos demócratas no alcanzan el poder económico del exalcalde neoyorquino, ni el de Trump, algunos de ellos manejan gruesas cuentas bancarias.
Parecería que, a la hora de depositar los votos, los electores estadounidenses no lo harán en urnas electorales sino en cajas contadoras que darán fe de una contienda dólar contra dólar.
Impresiona como ele domínio ideológico sobre el Pueblo estadunidense hace que acreditem que vivem de hecho en una «democracia» cuando, rigorosamente, ninguno de los trabajadores y ciudadanos de renda média tiene condiciones de eleger-se. Y no hay cualquier «democracia» em sus talleres de trabajo. ¡Ciegos todos pela mídia!