La laboriosidad de las abejas y el quehacer cohesionado de la colmena son cualidades trasladadas del campo a la industria por los trabajadores de la Unidad Empresarial de Base Planta de Beneficio de Miel de Sancti Spíritus. La disciplina, el orden y el apego al trabajo distinguen a ese colectivo, que, aunque no suma más de una treintena de compañeros, en los últimos tiempos ha materializado favorables ritmos productivos.
“Aquí se labora de manera constante y con un alto sentido de pertenencia. Existe una comprensión de la importancia de la miel para la economía cubana por ser un renglón con un mercado afianzado en países europeos y asiáticos principalmente”, señaló Osvel Taño Lorenzo, quien desde hace dos décadas trabaja en esa entidad, instalada en la periferia de la ciudad del Yayabo desde 1983.
“La miel es un producto natural que puede consumirse como alimento o medicamento, y la calidad de la obtenida en Cuba es reconocida en el mundo. Aquí se benefician las acopiadas en toda la región central del país (Villa Clara, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus y algunas procedentes de Camagüey).
«Como técnico de laboratorio, comparto la responsabilidad de realizar muestreos -principalmente para determinar los grados de humedad- que avalen el producto cuando se recepciona para determinar el pago a los productores y, también hago exámenes que ratifiquen la inocuidad del mismo, concluido el proceso industrial», explicó Taño Lorenzo.
Especialistas de la Planta argumentaron que los productores han mejorado las naves de castras, y han adquirido filtros y coladores de 2 milímetros que reducen las impurezas propias del entorno natural como hojas o cera. Pero resulta imprescindible el proceso industrial, donde la miel pasa por un sistema de filtrado milimétrico y ya limpia de residuos naturales, se homogeneiza para buscar un color definido, se deja en reposo durante 48 horas y posteriormente se envasa en tanques de 210 litros (55 galones).
Una colmena fabril
El color anaranjado presente en algunas franjas en el cuerpo de las abejas y ese ocre distintivo de la miel, son un sello corporativo asumido por la Planta espirituana, que en tonos más claros o más oscuros tiñe las paredes y los bidones. Estos, apilados en enormes torres, decoran los interiores de la industria hasta ser colocados en contenedores que viajan hasta el puerto del Mariel y de allí cruzan océanos.
Alberto Bravo Pérez, director por más de una década de la referida entidad, aseguró que durante el 2019 se trabajó muy coherentemente lo que redundó en un sobrecumplimiento de los planes. Tales logros fueron posibles a pesar de las limitaciones de recursos y lejos de las cifras de antaño, cuando asumían el 70% de la miel acopiada en la Isla.
“Al término de noviembre, fueron beneficiadas unas 2 829.1 toneladas (127 % con respecto al plan), y al concluir diciembre, el propósito es acercarse a las 3 000 toneladas, de ellas más de 2 047.8 vendidas fuera del país mediante la empresa comercializadora Cubaexport. Estos resultados son nuestro aporte a las pretensiones de la nación de arribar a las 10 mil toneladas de miel, cifra que marcó récord productivo en los años 80”, sostuvo el directivo.
La obtención en esta región de mieles ecológicas fue un anhelo cumplido para los apicultores espirituanos. A finales de 2018 se certificaron las primeras colmenas en la zona de Pitajones, en ese pedazo de Escambray identificado como trinitario, donde se emitieron los certificados de que cumplían con los requisitos de no contener agentes contaminantes por industrias o residuales y proceder de una floración única.
Todo se materializó cuando llegaron los primeros tanques a la Planta, donde pasaron por un riguroso proceso de beneficio, para evitar cualquier mínimo contacto con mieles de otra procedencia, garantía total para esos clientes exigentes que la esperan con ansias en el Viejo Continente.
La producción de láminas de cera es otro de los derivados de la apicultura de los que saca provecho la entidad. “Este importante insumo es la base del panal. Le economiza trabajo a la abeja que se ahorra fabricar la estructura para solo dedicarse a producir miel, ello se revierte en un mayor rendimiento por colmena e incrementa la eficiencia del proceso productivo e industrial”, aclaró el especialista.
Otras perspectivas comerciales
Incrementar valor agregado al importante rubro exportable constituye objetivo determinante de la apicultura cubana, que marca un paso adelante con el montaje y puesta en marcha de una moderna línea de envases en minidosis dentro de la Planta de Beneficio de Sancti Spíritus.
Muchas horas extra regaló el pequeño colectivo para dejar en condiciones óptimas el local donde se instaló la línea de envase menor. La tecnología procede de España, tiene capacidad para producir en una jornada hasta 4 680 frascos en un formato de 19 gramos, que se comercializan en cajas de 78 unidades. Ya tiene presencia en el mercado interno en divisas como las Cadenas de Tiendas, aeropuertos, entidades del Turismo y se avizora su exportación.
“Es un gran salto para lograr un mayor valor agregado del producto y disminuir el envase en tanques, que convierte a la miel en materia prima. El futuro debe guiarnos a incrementar las posibilidades de envasar en otros frascos menores, similar a la Planta de La Habana, que facilitarían la comercialización de la miel, con presentación más adecuada y mejores precios, y así acrecentar los aportes de esta rama a la economía nacional”, acotó Bravo Pérez.