Por siempre, Dámaso Crespo

Por siempre, Dámaso Crespo

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Han pasado varios días desde que el reconocido artesano artista Dámaso Crespo Entenza, partiera hacia la inmortalidad. La noticia de su deceso, ocurrida el pasado 8 de diciembre no fue publicada en algún medio de prensa, aunque a sus exequias en la funeraria capitalina de Zapata y a su inhumación en el Cementerio de Colón asistieron el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, y otros altos directivos del sector, el presidente del Fondo Cubano de Bienes Culturales, Arturo Valdés Curbeira, así como la secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, Nereyda López Labrada, quien despidió el duelo frente a la loza que guarda sus restos.

Así de sencillo como silencioso —como lo fue su existencia—,  ocurrió el final de una vida consagrada a la cultura cubana, tarea a la que dedicó sus últimos 38 años como presidente de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (Acaa), desde su fundación el primero de julio de 1981 (Decreto-Ley No. 106). Por cierto, en la página oficial de esa organización en internet solo aparecen unas breves líneas anunciando su muerte y una frase realmente simbólica: “Gracias por todo, Dámaso”.

Valdría la pena que las nuevas generaciones de artesanos artistas conozcan quien fue Dámaso Crespo Estenza, ese gran hombre y amigo de quien fue imposible conocer en internet siquiera su fecha de nacimiento. No existe alguna información biográfica sobre este artífice caracterizado por su extraordinaria modestia, querido y respetado por los más de 4 mil 600 miembros de la Acaa en todo el país,  quienes bajo su sabia conducción lograron durante los últimos años significativos aportes a la sustitución de importaciones, en respuesta al interés del Estado y del Partido por desplegar un socialismo próspero, en medio de las dificultades que enfrenta la nación debido al bloqueo imperialista.

Dámaso había dicho, en más de una ocasión, que la Acaa ratificaría su compromiso con la cultura cubana y seguiría  trabajando por desarrollar políticas comunitarias y rescatar tradiciones y oficios que son responsabilidad de los artesanos mantenerlas con vida. Así fue.

Siempre sosegado, rehuía las poses luminarias y los estrellatos, a fin de cuentas bien sabía que su gran legado a la cultura nacional no solo estaba en su certera dirección de la Acaa, sino también en su obra como artesano de pieles. Tan grande era su apego a las clases humildes que sentía satisfacción al cambiar su calificativo de artista por el de “zapatero”, un oficio al que amaba y al que se empeñó en reivindicar como una de las más fervientes tradiciones insulares.

En tal sentido, en una entrevista publicada por Teresita Gómez Vallejo en su valioso y poco difundido libro La piel. El arte de hacer, el maestro dijo: “Fueron los españoles y toda la influencia árabe de la que ellos se habían nutrido, las primeras fuentes, con que contó nuestra isla. Desde la más temprana fundación de las primeras villas, ya puede verse el uso del cuero, no solamente  para confeccionar objetos propios del entorno, sino también en muebles, objetos de uso personal, como fueron las botas, los zapatos los cintos, las carteras y otros tantos como los simples cordones de tiras de cuero con los cuales se cerraban los pantalones y los corpiños de las mujeres…”.

Hombre culto, probadamente revolucionario, militante comunista, carismático y sensible, Dámaso fue febril colaborador y participante activo de muchos importantes eventos de la cultura relacionados con los artesanos artistas, entre ellos las ferias internacionales de Artesanía (FIART, Arte para Mamá, Arte en la Rampa), las bienales de Diseño, las semanas de la Moda, y disímiles encuentros, nacionales e internacionales, organizados por la Acaa en diferentes provincias, como las bienales Arte del Fuego y Puro Arte, exitosamente convocadas por la sede de esa entidad en Matanzas.

Fue fiel defensor del gremio y al frente de él logró fortalecer el movimiento de las artesanías en Cuba a través de amplios planes de superación técnica y cultural, despertando el interés de sus asociados por su calificación profesional, en tanto estimuló entre esa fuerza de creadores el estudio y rescate de las raíces culturales. Fue exigente velador de las tradiciones de la cultura y la identidad nacional.

La junta directiva que él presidía incentivó la participación de los miembros de la Acaa en proyectos de trabajo comunitario y en otros que favorecen  la formación de la cultura general integral del pueblo; así como propició un clima de creación artística encaminado al desarrollo de la cultura. De igual forma siempre abogó por que los asociados mantuvieran en su obra la calidad artística intrínseca en los principios de la Acaa.

En la última conferencia nacional de la organización a la que se entregó hasta el último aliento —reunión que sesionó hace algunos meses en el hotel Villa Panamericana, de Cojímar—, Dámaso fue reelecto, por unanimidad, presidente. En esa ocasión la Acaa fue reconocida por sus resultados que la definen como una organización fuerte y cohesionada, en lo que se destacó su eficiente conducción.

En la apertura de la reciente edición de Fiart, fueron distinguidos varios creadores, entre ellos este artífice mayor, quien se nos fue sin recibir otros muchos lauros, tal vez porque su modestia nunca le permitió interesarse en reclamarlos, como su bien merecida Distinción por la Cultura Nacional y otros reconocimientos, algunos de ellos ya previstos por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura. Su viaje fue apresurado, doloroso…

Muchas veces me invitó a su taller. La vorágine de trabajo y el descuido no me lo permitieron. Le debía una crítica a la excelencia de su obra o tal vez una entrevista que hubiese permitido conocer mejor a un humano de tan altos quilates. Por eso hoy, ante su irremediable ausencia física sentí el deber de escribir estas líneas.

A sus familiares, a los asociados de la Acaa y a sus amigos lleguen las muestras de condolencia de los trabajadores cubanos, en particular de los afiliados al Sindicato de la Cultura.

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Un comentario en Por siempre, Dámaso Crespo

  1. Excelente reseña de la vida del amigo Dámaso. Hombre honesto serio transparente.Aun recuerdo los años en que trabajamos juntos en el Micons y forjamos una bonita amistad.EPD el artista él ejemplo.
    Jorge gracias por recordarlo y permitirme conocerlo aún más.

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