Palabras pronunciadas por el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante la bienvenida oficial en el Capitolio a invitados extranjeros a las celebraciones por los 500 años de La Habana. 16 de noviembre de 2019. Año 61 de la Revolución.
Estimados amigos que han venido de tantos rincones del mundo a saludar los 500 años de nuestra amada capital:
Hace medio milenio que se fundó aquí la villa de San Cristóbal de La Habana, la que desde entonces sería punto de llegada y de partida, de encuentro y de permanencia en este mundo que llamaron Nuevo los que no lo conocían. Pero así lo llamaron bien, porque siempre hay algo sorprendente de este lado del Atlántico, donde nuestro archipiélago es llave y puente, puerta o muralla, según quien llegue y con los ánimos que llegue. Abierta, hospitalaria, amable y solidaria para los amigos. Cerrada, infranqueable, invencible, para quienes intenten someterla.
Numerosos Jefes de Estado y Gobierno, Reyes, Príncipes, Ministros y personalidades artísticas, literarias, creadores de todas las disciplinas y representantes de las más diversas regiones y credos políticos, han prestigiado la historia habanera al convertirse en protagonistas y testigos de la noble vocación ecuménica de Cuba. Tres Papas católicos nos han visitado también en los últimos 20 años: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
En 2016, en un encuentro histórico que puso fin a un cisma de mil años, aquí se encontraron las máximas autoridades de dos ramas del cristianismo: la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Entonces el Papa Francisco dijo que La Habana iba camino de ser Capital de la Unidad.
Es un título justo para la que antes mereció el de Patrimonio de la Humanidad y más reciente el de Ciudad Maravilla, y que muchos reconocen también como ciudad de Paz, porque aquí fue firmada en 2014 la Proclama de Zona de Paz para América Latina.
Y lo decimos con orgullo pero también con dolor, en un momento de inestabilidad, crisis e incertidumbre en disímiles puntos de la geografía mundial y en nuestra propia región. Cuando nuestra celebración, pensada y concebida con tanta emoción y alegría, se acompaña del amargo sabor del golpe a una nación hermana, donde ahora mismo sufren acoso y amenaza nuestros médicos y trabajadores de la salud, misioneros de la vida, que sólo tienen amor para oponer al odio.
Mirando al futuro desde el pasado que hoy conmemoramos, porque la memoria es base fundamental de la espiritualidad humana, La Habana que los recibe nos remite a un acumulado de múltiples aportaciones culturales, de rebeldía y resistencia y de hitos que impactan en la historia de la Humanidad.
En nuestra bahía estalló el acorazado Maine, pretexto para iniciar la primera guerra del imperialismo moderno. Por la bulliciosa avenida del Malecón, entró la Caravana de la Libertad que trajo a la Capital a la Revolución cubana, con Fidel Castro al frente.
En una de nuestras más emblemáticas esquinas, 23 y 12, Cuba se declaró como el primer estado socialista del hemisferio occidental y en todo el litoral habanero quedaron inmortalizadas para siempre las imágenes de un ejército de muchachos defendiendo nuestra soberanía en “los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe”.
Y en la Plaza de la Revolución “José Martí”, corazón político y administrativo del país, se han realizado concentraciones populares que califican entre las más masivas del mundo, entre ellas la primera y la segunda declaración de La Habana, en defensa de la soberanía, la independencia y la dignidad nacional.
Esta Ciudad es cuna y hogar de cubanos insignes de renombre mundial como Félix Varela, José Martí, Carlos Juan Finlay, José Raúl Capablanca, Bola de Nieve, Alejo Carpentier, Alicia Alonso y una lista infinita de otros creadores nacidos en otras partes pero radicados aquí, para alimentar de forma permanente la sensación de que somos una nación bendecida por la cantidad de hombres y mujeres de extraordinarios valores que sienten el especial orgullo de llamarse cubanos.
Nuestra Habana ha sido sede de dos Cumbres del Movimiento de Países no Alineados, una Cumbre Iberoamericana, una Cumbre del Grupo de los 77 más China y una Cumbre de la CELAC, trascendente por su Proclama de América Latina como Zona de Paz.
Aquí se han firmado innumerables acuerdos bilaterales y multilaterales que impactan en las relaciones internacionales. Y aquí se produjeron los primeros, históricos y entrañables encuentros entre Fidel y Chávez, de los que nacerían los acuerdos para la creación del ALBA-TCP, proyecto de integración paradigmático que en diciembre cumplirá 15 años.
Ciudad de las ciencias, de la danza, del cine, la literatura, de significativos eventos deportivos, culturales, de amistad y solidaridad con los pueblos de África, Asia y América Latina, también puede considerarse hoy a La Habana como capital de la resistencia contra el neoliberalismo y el imperialismo, punto de encuentro de todos los que en el mundo defienden la justicia, la democracia verdadera, esa que contempla la suerte de los pobres de la tierra y no sólo de las élites económicamente poderosas y también de todos los que creen que es posible un mundo mejor, sin injerencias ni dominaciones imperiales.
Y no sobra reafirmarlo hoy: esta es también, hace 60 años, la Capital de la dignidad, bastión de la resistencia al bloqueo más prolongado, injusto y genocida que se haya aplicado contra todo un pueblo por un poderoso imperio.
La Habana, bella y sencilla, como habrán comprobado ya, es hospitalaria y segura para sus ciudadanos y todos cuantos la visiten y aprendan a entender su manera única y admirable de ser y hacer feliz a cuantos la amen.
Sean otra vez bienvenidos y gracias por acompañarnos en los festejos por el medio milenio de nuestra amada Capital.