A crecer al Parque

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Cuando mamá o papá mandan al niño o a la niña a jugar al parque, casi siempre lo que buscan es procurarles un espacio de confort para hacerlo, donde hay condiciones de seguridad y los infantes no tienen que lidiar con los obstáculos físicos o las normas más rígidas de la disciplina en el hogar.

A crecer al parque. Ilustración: Elsy Frómeta
Ilustración: Elsy Frómeta

Algo muy similar sucede con un Parque Científico y Tecnológico (PCT), como espacio ideal para la incubación de nuevas ideas y empresas que produzcan o presten servicios con un alto valor agregado, una novedosa estructura para el país que ya pronto tendrá su concreción práctica.

En el Foro de Empresarios y Líderes en Tecnologías de la Información que tuvo lugar en La Habana, el viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, José Fidel Santana Nuñez, impartió una conferencia sobre la propuesta de implementación de la política aprobada para la creación de estos PCT, que sintetiza las principales características y principios que deberán cumplir.

La primera experiencia, aunque no la única en proyecto, será el Parque Científico Tecnológico de La Habana, previsto para radicar en la Universidad de Ciencias Informáticas (Uci), estructura que debe funcionar como una sociedad mercantil 100 % cubana.

Parque Científico y Tecnológico (PCT)

 

¿Qué son los PCT y cuáles son sus bases?

Un parque científico, también llamado tecnológico, tecnopolio o de investigación, es una organización administrada por profesionales especializados, cuyo objetivo fundamental es incrementar la riqueza de su comunidad, mediante la promoción de la cultura de la innovación, y la competitividad de las empresas e instituciones generadoras de saber allí instaladas o asociadas a él.

De acuerdo con la Asociación Internacional de Parques Científicos, organización con más de 350 miembros de 76 países, incluyendo a Cuba, el PCT estimula y gestiona el flujo de conocimiento y tecnología entre universidades, instituciones de investigación y desarrollo (I+D), empresas y mercados; además de facilitar la creación y el crecimiento de empresas innovadoras; y proporcionar otros servicios de valor agregado, junto con espacios e instalaciones de alta calidad.

La creación de este tipo de estructura dinamizadora aparece de forma expresa en la política de ciencia, tecnología, innovación y medio ambiente que trazan los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021, y también lo recoge el eje estratégico sobre potencial humano, ciencia, tecnología e innovación, en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030.

Otro concepto importante que maneja esta nueva política es el de las áreas de innovación, las cuales podrían anteceder o confluir en un PCT, al ser lugares diseñados y seleccionados para atraer a personas de mentalidad emprendedora, talento calificado, negocios intensivos en conocimiento e inversiones, mediante el desarrollo y combinación de un conjunto de activos de infraestructura, institucionales, científicos, tecnológicos, educativos y sociales.

 

Principios para los PCT en Cuba

Además de lo ya dicho, los PCT tendrán la misión de promover la creación de pequeñas empresas especializadas, a partir del nuevo conocimiento (las llamadas spin off), de nuevos modelos de negocios (conocidas como start up) y de capacidades para la incubación de empresas innovadoras, con énfasis en la exportación.

La incubación de una empresa en un PCT debe partir de un proyecto de innovación que aprueba su Junta de Coordinación, la cual evaluará la constitución o no de esa entidad una vez concluido ese proyecto, que tendrá una duración máxima de 3 años.

Un elemento esencial son las fuentes financieras que podrá emplear un PCT, las cuales incluyen desde el Presupuesto del Estado y los fondos del sistema bancario-crediticio, hasta los ingresos propios o de proyectos y donaciones, e incluso la inversión extranjera directa, para cuya aprobación recibirían facultades.

Aquí es importante destacar que, en el caso cubano, por las dificultades que reviste muchas veces acceder a financiamientos frescos, la idea es que el PCT sea capaz de garantizar ingresos suficientes para su reproducción y ampliación mediante el éxito de los negocios que incorpore de modo progresivo.

Otras facilidades previstas son un tratamiento fiscal diferenciado, con una reducción de impuesto sobre utilidades en los cinco primeros años, y la posibilidad de realizar actividades de comercio exterior, con exenciones del pago de aranceles por importación de partes, piezas y accesorios, equipamiento y tecnologías.

Además, los PCT contratarán personal para el desarrollo de proyectos de innovación, por los cuales sus trabajadores podrán recibir ingresos, con independencia de otras remuneraciones que perciban. También allí tendrán capacidad para contratar profesionales extranjeros de alto nivel, de acuerdo con las normas vigentes, cuando no sea posible acudir a especialistas nacionales.

Es preciso apuntar que las empresas radicadas dentro del PCT recibirán el mismo tratamiento y tendrán las mismas prerrogativas que su sede.

 

¿Y después del parque qué?

Cuando arranque la creación y primeros emprendimientos en los PCT seguramente vendrán otras preguntas y complejidades que requerirán de aprendizaje sobre la marcha.

Sus promotores insisten en que resulta crucial mantener la mente abierta, y no descartar ninguna iniciativa que pueda contribuir a avanzar hacia la creación de estos nuevos espacios de innovación.

Resulta interesante, por ejemplo, el carácter de experimento o de balón de ensayo que recibirán estos PCT y las empresas que en ellos radiquen, pues hay conciencia sobre la necesidad de evitarles cualquier traba inherente al entramado legal fuera de sus límites.

Otro reto será ampliar el espectro de los temas a desarrollar en los PCT, porque, aunque la práctica internacional —e incluso la ubicación de la primera experiencia en la Uci así parecería confirmarla—, tiende a fomentar en esos espacios proyectos relativos a nuevos softwares y soluciones informáticas o de las telecomunicaciones, Cuba necesita y tendría condiciones para impulsar también empresas innovadoras en otros campos, como pueden ser las producciones agropecuarias de alta intensidad tecnológica, los productos biotecnológicos y farmacéuticos, o las energías renovables y soluciones ambientales, entre otras.

Probar ideas que impliquen cierta osadía científica o de gestión, a partir de movilizar determinados financiamientos a riesgo y crearles las condiciones regulatorias y administrativas óptimas para que prosperen, mediante un acompañamiento activo y en detalle de su evolución, sería el primer paso para crear esas pequeñas empresas tecnológicas de hoy, que podrían ser mañana, ya fuera incluso del parque donde crecieron, nuestras grandes apuestas del futuro.

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