Desde la eliminación de los viajes educativos grupales pueblo a pueblo hasta la reciente decisión de suspender los vuelos de las aerolíneas norteamericanas a nueve aeropuertos internacionales de la isla, han sido diversas las medidas para restringir las visitas a la nación vecina.
La arremetida del ejecutivo norteamericano en este sentido comenzó en junio de 2017, cuando al anunciar en Miami, Florida, que daría marcha atrás al proceso de acercamiento bilateral iniciado bajo el gobierno de Barack Obama (2009-2017), Trump adelantó que adoptaría restricciones contra los viajes y el comercio con Cuba.
Durante el segundo mandato de Obama, aunque continuó siendo ilegal para los norteamericanos ir a Cuba como turistas, se incrementaron considerablemente las visitas al país caribeño bajo 12 categorías de viajes aprobadas por el Departamento del Tesoro.
Pero a raíz de la alocución de Trump en Florida y la firma de su memorando presidencial sobre política hacia la isla, el 9 noviembre de 2017 comenzaron a implementarse normas que prohibieron los viajes educativos individuales pueblo a pueblo.
Washington difundió en esa misma fecha una lista entidades y subentidades cubanas con las que los estadounidenses no pueden realizar transacciones, la cual incluye decenas de hoteles, agencias de viajes y tiendas en toda la nación caribeña.
El 5 de junio de 2019, en tanto, la administración Trump vetó los viajes educativos pueblo a pueblo de carácter grupal, a lo que se unió la prohibición de que salieran hacia la isla embarcaciones recreativas y de pasajeros, incluyendo cruceros y yates, y aeronaves privadas y corporativas.
En esa misma línea, el 25 de octubre los departamentos de Estado y Transporte dieron a conocer que a partir del venidero 10 de diciembre las aerolíneas de este país solo podrán realizar rutas a La Habana, y se suspenden los vuelos a destinos fuera de esa capital, entre ellos Villa Clara, Camagüey y Holguín.
Para justificar esa última medida, como mismo ocurrió con restricciones anteriores, el secretario de Estado, Mike Pompeo, volvió a usar como argumento supuestas violaciones de derechos humanos en la isla, y la solidaridad de Cuba con el gobierno constitucional de Nicolás Maduro en Venezuela.
Según un comunicado del Departamento de Estado, la suspensión de los vuelos busca impedir que el gobierno cubano ‘obtenga acceso a divisas de los viajeros estadounidenses que se alojan en sus centros turísticos controlados por el estado’ y ‘que visitan atracciones de propiedad estatal’.
El texto no mencionó, sin embargo, que además de dificultar los viajes de los estadounidenses a destinos fuera de La Habana, este nuevo cambio perjudica a cientos de miles de cubanoamericanos que van cada año a visitar a sus familiares en la isla a través de aerolíneas como American Airlines, JetBlue y Delta.
Golpe contra las familia cubanas
El asalto del ejecutivo estadounidense contra las visitas al territorio vecino ocurre a pesar del apoyo mayoritario existente en los dos países al acercamiento bilateral iniciado durante la administración previa.
Después de las prohibiciones dadas a conocer en junio, al mes siguiente grupos bipartidistas introdujeron proyectos legislativos similares en la Cámara de Representantes y el Senado para permitir la libertad de viajes de los norteamericanos a la isla.
Tales propuestas de ley pondrían fin a todas las restricciones de viajes y a los obstáculos existentes en la actualidad para realizar transacciones relacionadas con tales visitas.
El senador Patrick Leahy, quien presentó el proyecto en la Cámara Alta, emitió un extenso comunicado el 24 de octubre en el que denunció que la Casa Blanca estadounidense y algunas figuras del Congreso se preocupan poco por el impacto de las políticas punitivas de la administración en el pueblo cubano.
Mediante esa declaración lamentó que en lugar de alentar a los norteamericanos a viajar a la nación vecina para experimentar la sociedad cubana y construir relaciones con su pueblo, Trump ha cerrado la puerta a esas visitas.
Impulsado por un puñado de cubanoamericanos de línea dura en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Congreso, pocos o ninguno de los cuales han pisado nunca Cuba, el presidente adoptó un enfoque fallido y sumido en la hipocresía hacia ese país, estimó el miembro del Congreso.
Solo un día después de ese comunicado de Leahy se difundió la noticia de las restricciones de vuelos, tras lo cual otras voces del Congreso y diversas organizaciones criticaron una vez más la política del gobierno del republicano hacia Cuba.
El representante demócrata James McGovern calificó de ‘estúpido truco político’ este cierre de vuelos, y añadió que es absurdo que la administración les quite la libertad a los viajeros estadounidenses de volar a donde quieran.
Nuestros desacuerdos con el gobierno cubano deben manejarse a través de la diplomacia y el diálogo, no de restricciones obsoletas e impopulares de la Guerra Fría, añadió el legislador por Massachusetts.
Su colega Barbara Lee, en tanto, consideró en Twitter que esa cancelación constituye otro esfuerzo del ejecutivo ‘para destruir cualquier relación entre nuestros países’ y añadió que tales políticas ‘aislacionistas y atrasadas dañarán a los cubanos y estadounidenses por igual’.
Otro legislador de la fuerza azul, Eliot Engel, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, calificó la medida de decisión miope de la administración, que dañará al pueblo de la isla y a sus familiares en Estados Unidos.
En lugar de limitar los vuelos a Cuba, debemos alentar los viajes para apoyar al incipiente pero creciente sector privado, estimó el congresista.
Por su parte, el presidente de Engage Cuba, James Williams, expresó en un comunicado conjunto con varias organizaciones que se trata de un golpe débil e innecesariamente cruel para las familias cubanas.
¿Cómo se supone que los cubanoamericanos visiten a sus seres queridos si no hay vuelos a la mayor parte del país? Entendemos que los políticos que hacen esta medida probablemente nunca hayan estado en Cuba, pero incluso ellos deberían ser capaces de ver que la gran mayoría de los cubanos no viven en La Habana, apuntó.
La obsesión de esta administración con Cuba da otro golpe a los intereses de los pueblos de las dos naciones por igual, manifestó en esa declaración Emily Mendrala, directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas.
Al mismo tiempo, la Fundación para la Normalización de las Relaciones entre Estados Unidos y Cuba, una agrupación integrada por emigrados de la isla, manifestó que la acción busca hacer más difícil la vida de los cubanos y denunció que estuvo orientada por la camarilla de ‘asesores’ cubanoamericanos de Trump.
La suspensión de vuelos también fue condenada por la Alianza Martiana, integrada por organizaciones de cubanos radicados en Miami, la cual manifestó que la medida, así como las otras adoptadas por el gobierno del republicano, tiene el fin de imposibilitar el desarrollo económico del país caribeño.
(Tomado de PL)