El último sitio tenía que ser ese al que le entregó unas décadas de vida; ese en el que aportó mucho a la historia del Camagüey y de Cuba. Elda Cento Gómez, Premio Nacional de Historia 2015, ha muerto este lunes y sus compañeros, sus amigos, su familia… el pueblo le rinde tributo en la sede de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC).
Una súbita enfermedad, esa fue la culpable del adiós; pero queda una huella profunda de su fructífera vida como investigadora, de su pasión por estas tierras y la historia, la ciencia que más amó. Enalteció la cultura nacional buscando esos pasajes, a veces pasados por alto, que conformaban nuestras esencias. Mostró ese lado rico de un buen relato histórico, sobre todo aquellos que conformaron la nación. Por eso no fue extraño que la designaran presidenta de la Unión de Historiadores de Cuba.
En Camagüey nació en 1952 y a estas tierras dedicó su vida. Y sobre estas llanuras también escribió mucho, sobresaliendo Los Cuadernos de Historia Principeña, que comenzaron a publicarse en 2001 con la Editorial Ácana, y fueron galardonados con el Premio La Puerta de Papel, del Instituto Cubano del Libro.
Con este sello editorial publicó otros textos, premiados también, como El camino de la independencia. Joaquín Agüero y el alzamiento de San Francisco de Jucaral; Del látigo y el jornal. Apuntes sobre la esclavitud en el Camagüey; Matar al mambí. Documentos de la ofensiva española en el Camagüey.
En su última aparición pública, durante la celebración de la Jornada por la Cultura cubana, en un conversatorio, señaló: “Para mí es un error desligar los aconteceres de un país de su cultura. Ambos se complementan. Construimos otros hábitos, identidad, pero no podemos negar nuestros inicios”. Así era: defensora de no olvidar el pasado.
Cada cual la recordará de diferentes maneras: inteligente, aguda, incondicional, humorista… Quedan sus libros; su quehacer le sobrevive, su amor por la localidad, por la tierra.
Siempre recordaremos a Elda, nos dejó su legado y sus enseñanzas, los camagueyanos sentimos su partida física, pero vivirá eternamente entre nosotros.