Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, en la XVIII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados, en Bakú, República de Azerbaiyán, el 25 de octubre de 2019, “Año 61 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Estimado Presidente Ilham Aliyev;
Distinguidos Jefes de Estado y Gobierno;
Delegados e invitados:
Con sincera emoción, agradezco la cálida acogida que nos brindan el pueblo y Gobierno de la República de Azerbaiyán, a quienes nos unen 27 años de relaciones ininterrumpidas. Ha sido un viaje largo, pero imprescindible.
Llegamos a la hermosa y próspera Bakú, después de recorrer más de 11 300 kilómetros, rompiendo el cerco del bloqueo -que en los últimos meses se ha recrudecido brutalmente-, porque los graves desafíos actuales nos exigen retomar el papel que, como el movimiento que agrupa a la mayoría del planeta, le corresponde a los No Alineados en la arena internacional.
Otra vez, como en 1961, es crucial que trabajemos juntos, apegados a los principios fundacionales de Bandung, por la paz y el desarrollo de los pueblos. Porque es nuestra responsabilidad como políticos y porque nadie lo hará por nosotros.
Ante el abierto desprecio de Estados Unidos y otros gobiernos por los justos reclamos de las naciones del Sur; ante la obscena politización de los derechos humanos y el irrespeto flagrante al derecho de los pueblos a decidir su sistema político, socioeconómico y cultural; ante la falta de compromiso en el multilateralismo y los tratados internacionales, otros podrán ser indiferentes. Nosotros no, porque todas esas acciones van contra nuestros pueblos.
Las naciones que con su sangre, su sudor y su sufrimiento han pagado el mayor precio del progreso, y que emergieron de la explotación y el saqueo colonial con siglos de atraso económico y social tienen todo el derecho a preguntar:
¿Por qué se siguen incrementando de manera irracional los gastos militares, mientras se reducen las inversiones para el desarrollo y la cooperación?
¿Por qué se subestima la gravedad del cambio climático que ha puesto en peligro la existencia de los Pequeños Estados Insulares y la propia supervivencia de la humanidad?
¿Por qué no se silencian las armas y se compensa a las naciones más atrasadas y empobrecidas por el saqueo con un trato justo, especial y diferenciado?
Excelencias:
Cuba se honra con ser el primer país latinoamericano en los No Alineados. Este concierto de naciones libres que opera bajo reglas democráticas y sin veto es lo que defendemos y soñamos ver un día en la Organización de las Naciones Unidas. En la fuerza de esos valores nos apoyamos para reiterar aquí:
Nuestra solidaridad con todos los pueblos que luchan porque se reconozca su libre derecho a la autodeterminación.
Nuestro rechazo a las decisiones unilaterales de Estados Unidos en apoyo a Israel y contra Irán, que incrementan la inestabilidad en la volátil región de Oriente Medio.
Nuestro llamado a poner fin a la guerra contra el pueblo sirio y a encontrar una solución amplia, justa y duradera al conflicto israelo-palestino.
Nuestra bienvenida al proceso de acercamiento y diálogo intercoreano y nuestra condena a las sanciones unilaterales contra la República Popular Democrática de Corea.
Nuestro enérgico rechazo a las campañas de Estados Unidos contra fuerzas políticas, líderes de izquierda y gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe.
Nuestra firme solidaridad con el presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, la Revolución Bolivariana y chavista y la unión cívico-militar de su pueblo, que ha sabido defender la soberanía del país frente a las mayores amenazas y peligros.
Reafirmamos igualmente, nuestro apoyo y solidaridad con el gobierno de Nicaragua ante los intentos estadounidenses de desestabilizar a esa hermana nación.
Nuestra felicitación al pueblo del Estado Plurinacional de Bolivia por su activa participación en el proceso electoral y al presidente Evo Morales Ayma por su reelección.
Denunciamos el intento de golpe de Estado y la campaña de tergiversaciones, desestabilización y violencia desatada por sectores de la oposición e instigada por Estados Unidos contra la paz y la seguridad ciudadana en Bolivia. La Bolivia de los pueblos originarios y vilipendiados durante siglos, que fue colocada por su extraordinario líder entre los países con mayor crecimiento y reservas en nuestra región.
Y, de manera particular, por los graves riesgos que entraña para nuestra región y para el mundo, rechazamos la decisión de activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, orientado a respaldar militarmente el afán estadounidense de revivir la Doctrina Monroe en el trasnochado empeño de hacer “Grande a América”, a costa de recuperar a las naciones libres del continente como su traspatio.
Estimados líderes aquí presentes:
Durante la Guerra Fría nos llamaron Tercer Mundo. Se suponía que al no pertenecer a un bloque ni a otro, estaríamos libres de las guerras. Pero nuestros pueblos saben, porque nos tocó poner los muertos y las pérdidas, que, si alguna vez las armas se enfriaron, fue solo entre los poderosos.
Prácticamente no existe una nación de África, Asia y América Latina que no haya sufrido el doloroso costo de las guerras, de liberación o de intervención, de baja, mediana o alta intensidad, durante la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días.
Incluso, donde no hubo muerte y destrucción, hubo elevados costos, al dispararse los precios de lo que compramos y bajar el precio de lo que vendemos; al implantarse la dictadura del dólar y de las abusivas instituciones financieras nacidas de los llamados acuerdos Bretton Woods, esa gran estafa que puso al mundo a girar en torno a los vaivenes de la política imperial.
Los poderosos, desde sus confortables espacios blindados, han convertido a nuestros países en laboratorios y mercado de sus armas, dejándonos como saldo millones de muertos, desplazados, refugiados, hambrientos, violentados.Han dictado reglas de conducta universal que ellos mismos violan constantemente, y han elaborado listas para excluirnos o para castigarnos si no nos sometemos a las leyes ciegas del mercado y a la hegemonía imperial.
La Tercera Guerra Mundial no es la próxima guerra. Es la guerra sin fecha de comienzo ni cálculo de fin, que hace años desangra a naciones nobles y pacíficas, con armas de los ejércitos imperiales, soldados mercenarios y terroristas disfrazados de libertadores, en nombre del combate al terrorismo, la defensa de la democracia, la libertad o los derechos humanos. ¡Mentira! Jamás se mintió tanto, con mayor desfachatez y más terrible costo para la inmensa mayoría de la humanidad, en función de los intereses de una minoría que ha llevado sus lujos a excesos alucinantes.
En pleno siglo XXI llueven amenazas y agresiones de diverso grado sobre todos los gobiernos soberanos que se niegan a servir a la potencia hegemónica para instalar bases militares, entregar sus recursos o ceder a su mandato.
Ahí está la heroica Venezuela, a la que durante décadas saquearon sus casi infinitas reservas energéticas, hasta que la Revolución Bolivariana las rescató para ponerlas al servicio de su pueblo y de la solidaridad y la cooperación regional e internacional.
Contra Venezuela, que resiste, se lanzan las más perversas acusaciones, se aplican técnicas de guerra psicológica y se promueve la desestabilización, en el intento mil veces fallido de desatar un conflicto interno.
En el colmo de la infamia y el cinismo, el imperio acusa al Gobierno Bolivariano de ser un instrumento de Cuba.
Como no practican ni conocen la solidaridad, ciegos de maldad e impotencia, acusan a nuestros colaboradores de la salud de militares disfrazados y persiguen y bloquean el comercio entre nuestras naciones, afectando la vitalidad de nuestras economías.
Rompen convenios, desatan guerras comerciales, electrónicas, mediáticas; cierran puertas, levantan muros, confiscan activos, roban fondos, prohíben intercambios; desconocen y violan las leyes internacionales. Prometen hacer grande a América, su América que no es la nuestra, a costa de reducir el espacio que queda para el resto del planeta.
Van por el cielo engullendo mundos, diría nuestro Apóstol José Martí.
Y es tiempo de responderles.
Los No Alineados representamos más de dos tercios de las Naciones Unidas y alrededor del 55 % de la población mundial. Agrupamos nacionalidades, culturas, identidades, fuerzas humanas y políticas de todos los signos, amantes de la paz y deseosas de alcanzar su propio desarrollo, pero sin exclusiones ni hegemonismos.
Un repaso de nuestra historia común, de las palabras y los acuerdos de nuestros líderes a lo largo de seis décadas nos enseña, en primer lugar, la vocación libertaria y antiimperialista del Movimiento y la extraordinaria fuerza que puede brotar de nuestra solidaridad y cooperación.
Juntos hemos derrotado al colonialismo y al apartheid, hemos enfrentado agresiones e injerencias, hambrunas y desastres naturales, epidemias y cercos económicos y políticos.
Agradecemos al Movimiento No Alineado su histórica posición de condena y rechazo al bloqueo de más de cinco décadas contra nuestro país y a la Ley Helms-Burton, de marcado carácter extraterritorial, que expresa el exacerbado grado de agresividad de Estados Unidos contra la resistencia de nuestro pueblo.
Esa política criminal es el principal obstáculo a nuestro desarrollo, pero también es una expresión del irrespeto de la gran potencia por los derechos humanos de los cubanos, el Derecho Internacional y el libre comercio.
Contra toda lógica humana de convivencia en el respeto a las diferencias, el bloqueo se recrudece por día. Apenas pasa una semana sin que se anuncien nuevas medidas de estrangulamiento a nuestra economía.
Como los piratas de otras épocas, el actual Gobierno de los Estados Unidos ha extendido su política de cerco hasta el mar, persiguiendo y sancionando con saña a empresas, buques y navieras que participen en el transporte de combustible a Cuba.
Hoy queremos reiterar ante ustedes que no cederemos ante las amenazas y las presiones y que no renunciaremos al empeño de avanzar en nuestro proyecto de construcción de una nación próspera y sostenible. Más próspera y más sostenible, mientras más libre, independiente, socialista y soberana.
Excelencias:
En nombre de Cuba, quiero reconocer la labor de la Presidencia de Venezuela al frente del Movimiento, en medio de las más complejas y duras circunstancias bajo el asedio político imperial.
Al mismo tiempo, comprometemos todo nuestro apoyo con el desempeño de la República de Azerbaiyán en el trienio 2019-2021.
Si me permiten, voy a tomar una pequeña hoja de la larga historia de los No Alineados para volver a sus esencias. Forma parte de un discurso de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana y uno de los más valientes y audaces defensores del no alineamiento. Decía Fidel, en la VI Cumbre de La Habana, en 1979:
“La fuerza de nuestros países unidos es muy poderosa. […] Los aquí reunidos representamos la inmensa mayoría de los pueblos del mundo. ¡Unámonos todos estrechamente; concertemos las crecientes fuerzas de nuestro vigoroso Movimiento en las Naciones Unidas y en todos los foros internacionales, para exigir justicia económica para nuestros pueblos, para que cese el dominio sobre nuestros recursos y el robo de nuestro sudor! ¡Unámonos para exigir nuestro derecho al desarrollo, nuestro derecho a la vida, nuestro derecho al porvenir!”.
No esperemos que las bombas caigan sobre Venezuela o sobre Cuba, como ya caen sobre Siria y antes sobre Irak y Libia, para apoyar su reconstrucción. Impidamos la agresión. Paremos a tiempo la desbocada ambición y la prepotencia del imperio.
Cuba se enorgullece de haber sido el escenario de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y de haber acogido en nuestra Patria las conversaciones para el fin del largo conflicto en Colombia, hoy también en riesgo por los constantes intentos de desestabilizar la región que Estados Unidos promueve allí, donde mantiene nueve de las 76 bases militares que posee en toda América Latina.
Quisiera recordar también la permanente disposición de nuestro país al diálogo sin condicionamientos y con base en el respeto recíproco. Hace tres años, durante la cumbre anterior, apenas habían transcurrido veintiún meses del restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Allí en Isla Margarita, territorio de Venezuela, nuestro General de Ejército Raúl Castro Ruz ratificó:
“…la voluntad de sostener relaciones de convivencia civilizada con Estados Unidos», pero, al mismo tiempo advirtió que: “Cuba no va a renunciar a uno solo de sus principios, ni a realizar concesiones inherentes a su soberanía e independencia. No va a ceder en la defensa de sus ideales revolucionarios y antiimperialistas, ni en el apoyo a la autodeterminación de los pueblos”.
Confirmamos la decisión de seguir cooperando con los pueblos que lo demanden, bajo el principio de compartir lo que tenemos, no de dar lo que nos sobra, porque no nos sobra más que valor.
Venimos a ratificar al Movimiento No Alineado que las nuevas generaciones de dirigentes de Cuba darán continuidad a los principios que durante casi 60 años hemos sostenido en el concierto de las naciones que lo integran y que tenemos el desafío y la fuerza para corregir los desequilibrios que hoy ponen en riesgo la paz mundial.
Digo como José Martí refiriéndose a Nuestra América, que los países que integramos el Movimiento No Alineado:
“Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida…”.
Ellos tienen la fuerza de las armas. Nosotros la fuerza de los pueblos.
Hay un mundo postergado históricamente que espera por nuestros acuerdos y acciones.
Les propongo alinearnos, pero solo en torno a nuestros consensos:
No por la guerra, sí por la paz.
No por hegemonismos, sí por el multilateralismo.
No por la injerencia, sí por la soberanía.
No por la exclusión, sí por la inclusión.
No por el odio, sí por la solidaridad.
No por el control del mundo entre poderosos, sí por la verdadera libertad y democratización de las Naciones Unidas y las relaciones internacionales.
¡Solo la unidad podrá salvarnos! ¡Somos más! ¡Hagamos más!
Muchas gracias.
(Ovación.)