La severidad de las medidas del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba hacen mella en la producción agroalimentaria, por lo que constituye un reto sustituir la factura que cada año debe adquirir la nación para respaldar la alimentación del pueblo.
Así lo expresó en conferencia de prensa Moraima Céspedes Morales, directora de relaciones internacionales del Ministerio de la Agricultura (Minag), quien ratificó el reclamo del gobierno y el pueblo cubanos de poner fin a un engendro que durante seis décadas ha demostrado su ineficacia.
Céspedes Morales afirmó que los daños económicos que el bloqueo inflige al sector de la agricultura cubana asciende a 345 millones de dólares, 51 millones más que el año precedente, lo que confirma el recrudecimiento de las medidas que aplica el actual gobierno de EE.UU.
La cifra representa el 7,9 % del total de las afectaciones que ocasiona al país; una cantidad que podría revertirse en fuente de financiamiento para la compra de alimentos y el desarrollo productivo.
Sin embargo, el programa de desarrollo económico y social hasta el 2030 prevé acciones para contrarrestar los efectos del bloqueo, e incluyen la introducción de tecnologías que incidan en el aumento de los rendimientos y la producción con alimentos más eficientes e inocuos, destacó la funcionaria.
Desde el pasado mes de junio se ha acentuado el bloqueo contra la isla, reflejado también en la interferencia de las relaciones con terceros países que dificultan la adquisición de alimentos, insumos, combustibles y productos químicos para la agricultura, así como con las navieras, algunas de las cuales se han limitado de traer esos recursos al archipiélago para evitar represalias de Estados Unidos, precisó.
Se observa un sesgo en el interés de otros países por las relaciones comerciales y el intercambio, además de identificar algunas compañías que se han retraído en sus relaciones con Cuba, manifestó Moraima Céspedes.
Otra de las aristas negativas del bloqueo se manifiesta en las negociaciones y el comercio agrícola entre Estados Unidos y Cuba, donde sería mucho más ventajoso para la isla adquirir productos como el maíz y los piensos, imprescindibles para la ganadería, dijo.
Moraima también mencionó los perjuicios a las exportaciones de rubros no tradicionales como el carbón vegetal, de elevada calidad y amplia demanda, que se estaba ampliando, así como de frutas y vegetales que desde el 2016 tuvieron un alza, y no se ha podido avanzar por las regulaciones que impone el bloqueo.
Así mismo se refirió a las trabas con productos de origen cubano como cepas y medicamentos veterinarios que impide la asistencia y exportación a otros países; y a la elevación de los costos operacionales para traer productos a Cuba.
La funcionaria destacó algunas alternativas que se aplican en la agricultura para contrarrestar los efectos del bloqueo, como son el aumento del uso de la tracción animal en la preparación de tierras y el cultivo, de los bioproductos en los tratamientos contra plagas y enfermedades o como fertilizantes, el desplazamiento del riego eléctrico a los horarios nocturnos y matutinos para que no coincidan con el pico de máxima demanda de energía, entre otros.
Reconoció el apoyo de empresarios y organizaciones norteamericanas, que han ratificado su interés por favorecer el comercio y el intercambio con los agricultores cubanos. Y enfatizó el interés que despierta la próxima Feria Internacional de La Habana entre hombres de negocios, firmas y empresas extranjeras, muchos de los cuales han tramitado su interés por intercambiar con sus homólogos cubanos.
Algunos de los visitantes que se vinculan con la agricultura muestran su interés por el modelo de gestión el sector, esencialmente de la agricultura urbana, suburbana y familiar, el sistema de enfrentamiento a desastres, entre otros.