Una década tuvieron que esperar los matanceros para poder disfrutar de su más emblemático teatro, el Sauto, escenario de grandes acontecimientos artísticos y que reabrió, tras un ambicioso proceso de restauración, el pasado 12 de octubre.
La primera temporada del coliseo en su nueva etapa estará protagonizada por el Ballet Nacional de Cuba. Es, de alguna manera, una declaración de principios: que el mejor arte de Cuba encuentre en la mítica sala un espacio de privilegio.
El programa que presentará la compañía que dirige Alicia Alonso incluye cuatro piezas importantes de su repertorio, y ofrece un panorama de los disímiles caminos estilísticos de la agrupación.
Para abrir, Las sílfides, montaje de Alicia a partir de la versión original de Mijaíl Fokín, con música de Fryderyk Chopin y diseños de Salvador Fernández.
Después, uno de los más populares duetos del ballet cubano: Muñecos, de Alberto Méndez, con música de Rembert Egües.
Completan la propuesta Nuestros valses, de Vicente Nebrada, con arreglos musicales de Mark Richards sobre composiciones de Ramón Delgado Palacios y Teresa Carreño; y Celeste, de Annabelle López, que le otorga un aire de modernidad al inmortal Chaikovski.
Cuatro primeros bailarines y dos bailarinas principales asumirán los roles protagónicos de estas funciones: Viengsay Valdés, Grettel Morejón, Dani Hernández, Rafael Quenedit, Claudia García y Ginett Moncho.
La composición del elenco responde a la pretensión de la compañía de presentar en las giras nacionales espectáculos de calidad.
La programación del Sauto tiene que ser de referencia. Es uno de los grandes teatros de la cultura cubana: hay que honrarlo con lo mejor del acervo nacional.