“Da Silva es muy común en Brasil, es el apellido del pueblo”, aclara Nivia Regina al percibir mi sorpresa luego de las presentaciones iniciales. Aún transpiraba emocionada, acababa de impartir una charla a estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana para explicar el caso Lula.
El encargo de Nivia en Cuba es representar al Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) junto con Marcelo Durão y ha hecho suya la campaña Lula Libre: “Solo la presión popular, en alianza con la batalla jurídica, podrá sacar de la cárcel al expresidente. Lula es una referencia para el liderazgo mundial, mantenerlo en la cárcel interesa dentro y fuera de mis país”, confiesa.
¿Qué vínculos tiene Lula con el MST?
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra nació en el 1984, en el período de las luchas por la apertura democrática en Brasil, al final de la dictadura militar. En esa misma etapa nacieron la Central Única de Trabajadores (CUT) y el Partido de los Trabajadores (PT), por lo que históricamente tuvimos grandes luchas conjuntas, discutimos estrategias comunes y coordinamos un programa de izquierda donde nos aliamos partidos, sindicatos y organizaciones de masas del campo y la ciudad.
Lula fue un gran líder sindical de la CUT y sigue siendo un gran líder del PT. También es una referencia política muy importante para la militancia del MST.
La esencia del MST es ser un movimiento de masas que organiza a los campesinos para luchar por la tierra y contribuir a la elaboración y articulación de políticas públicas, nacionales e internacionales. En los dos mandatos de Lula como Presidente de la República siempre respetó eso, escuchó nuestros reclamos y recibió contribuciones nuestras para la elaboración de programas gubernamentales.
¿En qué momento legal se encuentra el caso de Lula? ¿Qué esperanzas hay de verlo nuevamente libre?
Lula fue condenado por “actos indeterminados” sobre la base de una delación premiada. No hubo otras pruebas que el testimonio de personas que fueron beneficiadas por presentarse ante el tribunal.
A finales de septiembre el Tribunal Supremo (TSF) anuló, por primera vez, una de las sentencias promovidas por el entonces juez Sérgio Moro, hoy ministro de Justicia. Fue el caso contra el expresidente de Petrobras, Aldemir Bendine. Esa acción judicial es la primera gran derrota de Moro frente a la máxima instancia y ofrece nuevos recursos a la defensa.
Las conversaciones entre Moro y los fiscales que fueron filtradas en junio por el sitio digital The Intercept Brasil prueban la gran articulación orquestada para imposibilitar que Lula participara en las elecciones presidenciales de octubre del 2018.
El 28 de agosto los abogados del ex presidente presentaron una solicitud de hábeas corpus para que la Corte Suprema (STF) revocara la condena de Moro. Esto sigue pendiente.
Esta, y otras reclamaciones pendientes, demuestran que no se ha completado ningún procedimiento judicial y según las normas constitucionales de Brasil, tendría que estar libre hasta el cierre total del proceso.
Cada vez es más evidente que Lula fue perseguido y aprehendido por motivos políticos. Como sus enemigos no fueron capaces de derrotarlo políticamente, usaron la vía judicial. Esa condición de hace que su libertad y la anulación de la condena dependan de toda la presión jurídica posible y, fundamentalmente, de la lucha política, popular, nacional e internacional. Solo eso hará imposible mantener a Lula preso.
El desafío es hacer que suceda pronto. Necesitamos anular la sentencia y poner a Lula en libertad para que ayude al pueblo brasileño a luchar contra el actual gobierno de extrema derecha que está destruyendo los derechos sociales, las libertades democráticas y la soberanía nacional.
Recientemente Lula comunicó al pueblo su rechazo al cambio de régimen penitenciario ofrecido por la jueza Carolina Lebbos a pedido de los abogados (procuradores) que representaban al Estado en el caso abierto contra él. ¿Por qué Lula rechaza salir de prisión?
Lula escribió una carta al pueblo brasileño diciendo que no acepta porque sería una forma de reconocer su culpabilidad: «No cambiaré dignidad por libertad», dijo.
Él permanecerá en la cárcel para demostrar que es un preso político y quiere su probar su inocencia, demanda un juicio justo.
Consideramos que esta es una jugada para sacar a Lula de los titulares de los medios de comunicación, sobre todo internacionales, y también a la operación Lava Jato que ha sido denunciada como una gran forma de articulación política entre los abobados del Estado (procuradores), el juez Sergio Moro y algunos otros de la Corte Suprema (STF).
Con Lula en un régimen carcelario semiabierto, que fue la propuesta, pretenden además desarticular las movilizaciones y la campaña Lula Libre.
¿Por qué se han ensañado con Lula? ¿Qué importancia tiene su liderazgo para el MST, para Brasil y para el mundo?
Para entender lo que ha sucedido con Lula es importante saber lo que él representa para Brasil, para América Latina y para el mundo.
Al asumir su primer mandato, en el 2003, Brasil había salido de una dictadura, pero no hubo ajuste de cuentas a los 21 años de opresión y violación del orden constitucional democrático. Eso solo empezó a ocurrir con Lula en el Gobierno, cuando vivimos un proceso de expansión y universalización de los derechos ciudadanos a partir de la implementación de políticas y programas que tomaban en cuenta las aspiraciones de justicia social y de igualdad del pueblo.
Lula también asumió una nueva relación con los países en la América Latina y el mundo, basándose en la cooperación, solidaridad e internacionalismo.
El propósito de acabar con la corrupción fue el pretexto usado por el poder judicial para derrotar a las fuerzas progresistas, criminalizar a la izquierda, a los movimientos populares e impedir la participación de Lula en las elecciones.
Por eso la batalla de hoy no es solo para sacar de la cárcel a un hombre inocente que ha sido acusado y condenado sin pruebas. Es la síntesis de la lucha del pueblo brasileño por sus libertades. La liberación de Lula es el símbolo de la defensa de la causa democrática.
Los ataques contra Lula, las injusticias, la exclusión, el proceso electoral, el mantenimiento de la cárcel, no son un ataque a un líder sino a todo el pueblo brasileño, son ataques a los movimientos populares y configuran el estado de excepción que se ha instalado en Brasil.
El ex presidente Lula es símbolo de una identidad colectiva, de una gran fuerza social. Incluso condenado es un referente para el pueblo brasileño. Su voz puede estimular la resistencia al bolsonarismo. Eso explica el ensañamiento.
¿Cuáles son los principales reclamos del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en el Brasil que preside Jair Bolsonaro?
Con el gobierno de Jair Bolsonaro hemos vivido el paro total de la Reforma Agraria en Brasil. Desde que asumió no se han realizado más expropiaciones de tierras ociosas y se han cerrado todas las políticas públicas que fortalecieron la agricultura familiar, la producción de alimentos, la educación de los campesinos y sus hijos, y la construcción de viviendas en el campo.
Ha ocurrido además el desmantelamiento de la estructura que aseguraba la existencia de la agricultura familiar y de los pueblos originarios, como son los asentamientos indígenas y los quilombolas (palenques).
Bolsonaro también ha arruinado la política ambiental del país; ha liberalizado el uso de agrotóxicos (ya son 410 los productos registrados este año, la mayoría prohibidos en otros países); y ha recortado recursos destinados a la inspección y al trabajo de los agentes, lo que ha favorecido el aumento de la deforestación y la quema.
En agosto de este año, por ejemplo, se registró un aumento del 233 % en los incendios amazónicos en comparación con igual etapa del 2018, y eso ha tenido un impacto terrible en la biodiversidad.
Estos problemáticas agrarias y ambientales propician la concentración de la tierra; el crecimiento de los agronegocios cuyas producciones van destinadas a la exportación y no al mercado interno; y convierten al sector en espacio de interés para el capital financiero internacional.
Esas razones son las claves de nuestra lucha como MST.
El gobierno de Bolsonaro está decidido a reducir a su mínima expresión la red de bienestar social construida en el país como resultado de las luchas por la apertura democrática y la Constitución de 1988. Ello incluye los derechos laborales, la educación, la salud y la seguridad social, los cuales tuvieron un crecimiento innegable durante los gobiernos de Lula y Dilma.
Bolsonaro también amenaza a la soberanía nacional al privatizar empresas estatales y recursos naturales (petróleo, minerales, agua, biodiversidad, bosques); al transformar servicios públicos (educación, salud, seguridad social) en derechos privados; al retirar derechos históricos a las clases trabajadoras para aumentar la tasa de plusvalía; y al subordinarse servilmente a los intereses del capital estadounidense.
El MST, frente a la arremetida de la ultraderecha, ha decidido poner a su militancia en la lucha por defender los derechos de los trabajadores y la soberanía nacional.