En el Comandante Ernesto Che Guevara siempre pensamos como alguien que está cotidianamente entre nosotros. Para los revolucionaris cubanos es es el compañero que sigue compartiendo, esfuerzos, adversidades, peligros, triunfos y sueños.
El Guerrillero Heroico era realmente un hombre con cualidades que raras veces encontramos juntas. En su personalidad se fusionaban el hombre de acción, el estratega militar, el dirigente y guía de pensamiento visionario y profundo, el carácter férreo, austero e intransigente, sin dejar de ser humano y altruista.
La obra política y revolucionaria del Che es de permanente motivo de estudio y reflexión. Desde su cargo de Ministro de Industrias, era común verlo en estrecha vinculación con obreros portuarios, metalúrgicos, textileros, constructores, azucareros y de otros sectores con quienes participaba en sus reuniones y en ellas intercambiaba opiniones sobre cómo ser más eficientes y ahorrativos sin descuidar la calidad, la cual consideraba como “el respeto al pueblo”.
En sus orientaciones a los dirigentes administrativos, exponía que la mejor forma para determinar la existencia de buenas medidas de control es que haya buenos canales de información. «No se puede dirigir, si no se sabe analizar y no se puede analizar si no hay datos verídicos y no hay datos verídicos si no hay todo un sistema de recolección de datos confiables», afirmaba.
La participación de la clase obrera en la edificación de la sociedad socialista en Cuba formó parte del pensamiento político del Comandante Ernesto Che Guevara y al respecto dejó enseñanzas tan útiles como vigentes.
En sus diálogos con los trabajadores, enaltecía la importancia del obrero de vanguardia quien “debe mostrar su ejemplo, hacerlo vivo, palpable, comunicarlo, divulgarlo, contagiar con su entusiasmo a los demás compañeros”. Insistía, además, en que ese esfuerzo aislado también debía transformarse en colectivo y expandirse a otras fábricas del país en aras de la eficiencia en el trabajo.
Era un entusiasta promotor de aquellas tareas colectivas que contribuyeran, como el planteaba, a “solidarizar al hombre con el hombre y convertirlo cada vez más en una masa única, donde todos nos conocemos, y conocemos nuestros problemas, conocemos nuestras angustias, nuestros afanes a través del trabajo
Fue el máximo impulsor del trabajo voluntario en Cuba. Era muy usual encontrarlo un domingo en los muelles estibando sacos, en un corte de caña, en una industria o en la edificación de una escuela. Precisamente la ejemplaridad era otro de sus atributos.
Concedió absoluta relevancia al rol protagónico de los jóvenes en la edificación de la sociedad socialista. Con sentido educativo le exhortaba a las nuevas generaciones de cubanos a asumir una posición de vanguardia en todas las esferas de la vida económica y social para contribuir así al rápido desarrollo del país.
Para él, “hablarle a la juventud es una tarea muy grande”. Cuando dialogaba con los jóvenes, no abordaba asuntos elementales, sino medulares y complejos temas de una revolución.
Para el Che, la juventud debía caracterizarse por ser alegre, pero profunda. Valor permanente tienen y tendrán sus conceptos sobre la labor del dirigente sindical porque además de representar a los trabajadores, tiene la tarea de “desarrollar las grandes tareas que es necesario cumplir a cabalidad dentro de la masa obrera.”
El quehacer del Comandante Guevara en Cuba fue polifacético. Así lo recordamos este 8 de octubre en el aniversario 52 de su caída en combate. Así vive y vivirá el Che en la memoria y el corazón de los cubanos.
Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.