Desde este primero de octubre y hasta el 30 de noviembre se desarrollará en toda Cuba el segundo proceso de rendición de cuenta de los delegados del Poder Popular a sus electores, correspondiente al XVII período de mandato.
Dado el recrudecimiento del bloqueo norteamericano tales encuentros con los electores tendrán una connotación mayor o especial.
La crítica situación energética que por esa causa enfrenta hoy la nación, si bien ha tenido una comprensión y respuesta cabal en el seno del pueblo y de los colectivos laborales y estudiantiles, ahora -como ha señalado el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel-, requiere sea tratada en esas reuniones con el barrio con toda profundidad, transparencia, realismo y claridad posibles, en aras de entre todos pensar y actuar como país.
De manera que al recogerse los planteamientos de problemas que gravitan a diario en la vida de la gente, se requiere explicar bien cuáles soluciones dependen de recursos deficitarios producto del bloqueo y habrá que aplazar, y cuáles sí podrían resolverse –incluso con el concurso y creatividad de la comunidad, pero ante todo con una mejor actuación de las entidades u organismos involucrados.
En cada territorio se ha procurado arribar a este proceso asambleario con el mínimo de planteamientos pendientes de solución, algunos expuestos en los despachos del delegado y con quejas relacionadas con la reparación de edificios y ciudadelas, de aceras y vías secundarias, la deficiente recogida de desechos sólidos, los salideros de agua potable, los vertimientos de aguas albañales y obstrucciones de alcantarillado.
A su vez están los que incluyen solicitudes, por ejemplo, de ampliar recorridos de las rutas de ómnibus, de mejoras en el alumbrado público, de limpieza de tragantes y alcantarillas, de instalación de teléfonos públicos y cajeros automáticos, de ampliación de las áreas Wifi para la telefonía celular y la poda de árboles.
En realidad no son esos los únicos tipos de planteamientos, pues de acuerdo con las características y necesidades de la localidad o del barrio, pueden haber inquietudes también con la calidad del pan, el servicio en las instituciones de salud, el funcionamiento de la escuela, la distribución de los productos de la canasta familiar, las violaciones en los precios minoristas, las indisciplinas sociales y las ilegalidades urbanísticas, entre otros.
Pero sin obviarse el tratamiento o respuesta a estos asuntos, incluido otro no menos importante y de suma urgencia -la situación higiénico-epidemiológica agudizada ahora con el mosquito Aedes aegypti-, en las reuniones con los electores habrá que apelar a la conciencia ciudadana de contribuir desde el hogar con el ahorro de electricidad, como una vía de evitar los molestos apagones en el propio sector residencial.
Aprovechemos estos intercambios para insistir en que la familia desplace fuera de los horarios pico (11 a.m.- 1 p.m. y 6 -10 p.m.) el consumo, sobre todo por la cocción de alimentos, uso de las luminarias y acondicionadores de aire.
También habrá que llamar a ser más solidarios que nunca con la gente sobre todo en la calle, por quienes son conductores de vehículos, especialmente del Estado, y pueden aliviar la crítica situación del transporte de pasajeros recogiendo personas en las paradas.
En medio de las dificultades económicas, se ha trabajado para que el proceso se desarrolle con calidad y que los planteamientos pendientes de resolverse tengan una respuesta convincente, incluso de manera directa por los organismos responsables hacia los electores que se quejaron, y de que no sea el delegado quien la dé.
Pero es vital que cada representante analice junto a sus electores las realidades económicas de la nación, el impacto del bloqueo imperialista hacia la hermana República Bolivariana de Venezuela, ofrezca argumentos y apele a la comprensión y participación del pueblo en la solución de los problemas.
Díaz-Canel insistentemente nos pide pensar y actuar como país, que no es más que ajustar ese concepto a las características del territorio y del barrio, y asumir, en el ámbito individual, un pensamiento cívico adecuado, de educación formal y respeto a las leyes, a esa Constitución recién aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, no sin antes enriquecerse con los aportes de millones de compatriotas.
(Tomado de ACN)