La desfachatada promesa del ultraderechista primer ministro sionista, Benjamín Netanyahu, de que resultar reelecto en las próximas elecciones en Israel se anexionara el Valle del Jordán, no es solo un declaración perversa y de escarnio a leyes del derecho internacional. Es la confirmación de la continuidad de su genocida política de limpieza étnica, criminal represión y de ilegales asentamientos judíos en los territorios ocupados de Palestina.
El candidato del conservador partido Likud pidió al electorado israelí su apoyo para poder conducir negaciones de paz con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) anexionarse las colonias judías en la Cisjordania ocupada y aplicar el denominado Acuerdo del Siglo.
Diabólico engendro mancomunado de Washington y Tel Aviv para desmembrar a Palestina y negarle su derecho a un Estado Libre, independiente y soberano con Jerusalén Oriental como capital y dentro de las fronteras establecidas en junio de 1967.
Desde su creación en 1948 por la Asamblea General de Naciones Unidas, el Estado sionista de Israel se ha empeñado mediante el terror, la violencia extrema y guerras de rapiña en exterminar a la población palestina y en ocupar día a día su territorio con total desprecio a los derechos humanos.
Durante más de 70 años, ha ido sembrando de asentamientos la Franja de Gaza, Cisjordania y la ciudad de Jerusalén, la que ha proclamado su capital eterna, única e indivisible.
La pretensión del geófago líder es anexarse el Valle del Jordán con una extensión de 2 mil 400 kilómetros cuadrados, lo cual representa casi el 30% del territorio en Cisjordania y el norte del Mar Muerto, como parte de las fronteras orientales de Estado de Israel y la intención de mantener el control militar allí, bajo cualquier acuerdo de paz con los palestinos.
Un estimado de la superficie del territorio de Palestina usurpado por Israel abarca 5 mil 640 kilómetros cuadrados en Cisjordania, 385 en la Franja de Gaza y 70 en Jerusalén Este,
Con la dosis de extremo cinismo que lo caracteriza, Netanyahu espera hacer creer a la población israelí que con sus votos la ANP aceptará sus leoninas condiciones para ir a la mesa de negociaciones a entregar a Palestina segregada en compartimentos estancos convertidos en un Estado fallido.
El prepotente mandatario abriga la falsa esperanza de poder cumplir sus apetencias territoriales para hacer realidad el secular objetivo del sionismo-nazifascista de constituir el Gran Israel, sin contar con el férreo rechazo del pueblo palestino y su heroica resistencia al ocupante de su patria, que no cejará a pesar de los enormes sacrificios que enfrentan sus hijos.
A evitar este holocausto debe contribuir la comunidad internacional para poner coto a la criminal represión israelí y a los peligros que entraña para toda la región del Oriente Medio, la maquinaria de guerra sionista, más fortalecida ahora con el anunciado pacto militar Trump-Netanyahu.