En una sociedad como la que construimos, las glorias del trabajo valen tanto como las de la guerra, y es que no hay batalla más difícil en tiempo de paz que la que está librando día a día nuestro pueblo para salir adelante.
Hemos sido testigos del heroísmo en una de esas batallas: la de garantizar los uniformes escolares, las libretas, los libros y los cuadernos, en tiempo récord, sobreponiéndose a inconvenientes como la llegada tardía de las materias primas o del financiamiento, asociados a las limitaciones que nos impone el criminal bloqueo que en vano se empeña en doblegarnos.
Hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras, no escatimaron horas de labor para cumplir la tarea asignada, renunciaron al disfrute de vacaciones y días feriados y muchas madres tuvieron que delegar en otras personas el cuidado de sus hijos para permanecer en el puesto de trabajo. No los detuvieron inoportunos apagones, los que se convirtieron solo en paréntesis para una vez restablecido el fluido eléctrico regresar a sus faenas. Y lo más admirable fue que asumieron el desafío con entusiasmo, con el máximo aprovechamiento de los recursos, con el ánimo de lograr sobrecumplimientos, siempre con la mirada puesta en el propósito de que cada prenda y cada útil escolar llegara en tiempo a los alumnos de las diferentes enseñanzas.
Son actitudes que nos llevan a preguntarnos si habremos encontrado la fórmula, reclamada por el Che, de perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica que en innumerables ocasiones ha demostrado nuestro pueblo. Es cierto que ya no vivimos los primeros años gloriosos de la Revolución, como dijo el Comandante Ministro; sin embargo, en estos tiempos se respira otra épica, no menos meritoria porque está marcada por la indoblegable resistencia frente a un enemigo poderoso que no oculta su creciente hostilidad, y por la decisión de continuar desarrollándonos a pesar de su acoso en todos los ámbitos.
Y no dudamos en calificar de proeza el comportamiento laboral de estos trabajadores, que se sacrificaron en favor de la nueva generación, su continuadora, para que pudieran iniciar felizmente el nuevo curso escolar. Merecen ese reconocimiento porque como bien se ha afirmado, el honor consiste en hacer hermoso aquello que uno está obligado a realizar.
Al felicitarlos, la CTC y los sindicatos tenemos muy presente aquel pensamiento de José Martí de que “honrar a los que cumplieron con su deber es el modo más eficaz que se conoce hasta hoy de estimular a los demás a que lo cumplan”.
Secretariado Nacional de la CTC
Felicidades a las aguerridas trabajadoras y trabajadores del Sindicato de Industrias protagonistas de esa gran y necesaria hazaña, que se complementa con la no menos protafonica actuación de los trabajadores y trabajadoras del Sindicato del Comercio, la Gastronomía y los Servicios que son los responsables se su comercialización mayorista y minorista, que no han escatimado hora, en condiciones no siempre óptimas y en su gran mayoría han prestado un servicio de calidad, incluyendo a los atelieres, que han sido los responsables de componer cualquier situación que se ha presentado con el tallaje de alguna prenda. Esos son los trabajadores y trabajadoras cubanos que vencen todos las dificultades que se presentan en el camino de la construcción del proceso revolucionario, que han decidido ser afiliados a una única central como expresión de la UNIDAD predicada y ejercida por #Martí y ratificada por #Fidel ¡La Patria os contempla orgullosa!