Por estos días anda la familia cubana pensando y haciendo en torno a la etapa lectiva que iniciará el próximo 2 de septiembre.
Aunque agosto no deja caer aún su hoja en el almanaque resulta recurrente el diálogo en torno a tener a tiempo aquellos recursos necesarios para la “arrancada”: uniforme, zapatos, mochila, bolso para la merienda, forros para libros y libretas, ropa nueva para aquellos que se inician en la Educación Superior, portaminas, lápices…
En Cuba esto es rutina familiar que año tras año empieza casi cuando el viejo curso escolar se despide, pues muchos se apegan a eso de “lo que bien comienza, bien termina”.
Pero no por recurrente el hecho deja de connotar de muy diversas maneras a nivel individual y colectivo, y cada año tiene matices y novedades que lo distinguen.
Este 2019 ha estado marcado, por ejemplo, por retrasos en la venta del uniforme escolar, situación provocada, como ya se ha explicado, por la entrada tardía al país de la materia prima, cuestión que puso en tensión a la industria ligera y que desembocó en un esfuerzo digno de reconocer por parte de los trabajadores, en su mayoría mujeres, de los talleres de confecciones, diseminados a lo largo y ancho del país.
Todavía en agosto el traquetear de las máquinas de coser y el empeño de las costureras se hacía tangible en aras de completar las piezas pactadas.
Pero hay más en materia de novedades del curso 2019-2020, por ejemplo, se concreta en este período el acceso de miles de jóvenes a carreras de ciclo corto, con pasos iniciales ya desde el pasado año, al amparo de la Resolución no. 98 del 2018.
Esta debe ser igualmente, una etapa de despegue en los vínculos entre las instituciones educacionales y los centros laborales en los que finalmente los jóvenes aplicarán los conocimientos adquiridos en sus años de estudios.
En este orden Cuba tiene experiencias de las cuales nutrirse para recontextualizar los presupuestos que entrelazan la teoría con la práctica a tono con la urgencia de articularlos mejor y aprovechar el caudal científico e investigativo que palpita en nuestros centros educacionales, en lo fundamental en la veintena de universidades que existen desde Pinar del Río a Guantánamo.
Un hecho trascendente en tal sentido debe materializarse justo en el curso que está por inaugurarse: la apertura de otro parque científico tecnológico en el país, esta vez en la Universidad de Oriente, ubicada en la provincia de Santiago de Cuba.
Dicho escenario de innovación y competitividad, como los que ya existen en las universidades de Matanzas y de Ciencias Informáticas, hará posible la transferencia de tecnología y conocimiento a entidades socioproductivas del territorio en ámbitos diversos como la salud, la educación, el patrimonio cultural, la industria, electroenergética, la construcción, la producción de alimentos, las tecnología de las comunicaciones e informática, la protección del medio ambiente, la gestión del desarrollo local, la biotecnología y el perfeccionamiento de la institucionalización de la sociedad cubana.
Ciencia y conciencia al por mayor y que en esta ocasión deja de ser slogan privativo de la septuagenaria Casa de Altos Estudios de la suroriental provincia santiaguera para hacer patente en toda Cuba desde las aulas de la escuela ubicada en la intrincada serranía, hasta la más citadina de las instituciones educacionales.
Justo cada una de ellas está signada igualmente por otro hecho que distingue al curso escolar 2019-2020: el incremento salarial que ya se materializó en el bolsillo de los trabajadores de la Educación en Cuba, importante por el número que representan dentro del sector presupuestado en el país.
La medida tiene un impacto muy favorable en todos los órdenes.
En primer lugar es un estímulo a docentes y personal de apoyo que ahora llega a su centro laboral con mejor ánimo y bríos renovados, cuestión que debe repercutir en la calidad del proceso docente-educativo, el cual tendrá que ser evaluado con más rigor y sistematicidad por aquellos que tienen tal misión.
En segundo lugar, la subida del salario favorece la cobertura docente, lastrada en los últimos años por un éxodo que hoy tiene punto de regresión tras el pedido de más de 5 mil maestros de regresar a las aulas.
Entonces, sin duda, este que casi inicia será, sí, un nuevo curso escolar, igual a muchos otros en algunos órdenes, pero totalmente diferente en otros que le aportarán tantos para que la Educación siga distinguiendo y enorgulleciendo a la nación.
Acerca del autor
Periodista cubana. Máster en Ciencias de la Comunicación. Profesora Auxiliar de la Universidad de Oriente. Guionista de radio y televisión.
Bueno Betty, muy bueno.