Lima.- Esta capital es un libro abierto que regala cientos de coloridas historias mundanas. A la salida del estadio y no sé porqué extraña razón, me disfrazo de filósofo y escruto los rostros de las personas que desfilan en busca de sus particulares destinos.
Percibo que sus semblantes son una imperfecta ventana del alma. Capaz de seducir, confiar y engañar. De arrastrarnos con fuerza por caminos desconocidos y extraordinarios. Sobre la marcha aprecio fisonomías idílicas y opulentas, que destellan mundos literarios perfectos, repletos de fantasía y fortuna.
Observo otras dispuestas a arriesgar su jornada a cambio de nada. Me estremecen las expresiones de algunos que destilan cargas inmensas. Esas caras se desenvuelven por su cuenta con vital sentido. Conforman universos diferentes, pero a la vez colindantes y humanos.
Mi reflexión no adorna un relato oscuro, lleno de contradicciones y rejas que apenas dejan entrar la luz. Solo es parte del talante que atavía una ciudad que vive con prontitud. Lo apreciado estimula mi imaginación. Por algunos segundos conjeturo que es por la dinámica que me exijo, para desterrar la tensión laboral de los Juegos Panamericanos.
Me río de mi mismo. Balbuceo que no soy ningún filósofo. Solo un aventurero ávido de digerir todo lo que capturan sus sentidos. En la guagua que traslada a los periodistas hacia el Centro de Prensa, un grupo de colegas argentinos y uruguayos enlaza un drama del fútbol sudamericano con una tragedia de Shakespeare. Repaso que el genial dramaturgo analizó como pocos los infinitos recodos del espíritu humano. A pesar de toda su grandeza no descifró por completo ese complejo laberinto.
Intento sacar bandera blanca ante el improductivo debate interior, que no recuerdo cómo me abordó. Me pego una tímida bofetada para volver a la realidad. Cobro vida otra vez, y aprecio feliz en el horizonte el hotel donde nos hospedamos. Luego de tomar un baño me miro al espejo y aprecio en mis facciones diversas señales. La más importante, que me urge dormir. Mañana será otro día de maratón laboral y experiencias. Indudablemente acompañadas de nuevos rostros, que semejan libros abiertos listos para regalarme un montón de reflexiones mundanas.