La escalada del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba busca desviar la atención para no admitir sus fracasos en contra de la revolución bolivariana en Venezuela, valoró Johana Tablada, subdirectora general de la Dirección de Estados Unidos de la Cancillería, al intervenir este viernes en una audiencia pública de la sociedad civil sobre la Ley Helms-Burton.
La diplomática calificó la presente coyuntura como un contexto peligroso, al caracterizar a miembros del actual gabinete anticubano alrededor del presidente Donald Trump, en panel que sesionó en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales con la presencia de organizaciones e instituciones convocadas por la Unión Nacional de Juristas de Cuba (UNJC) y la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU).
Quieren hacer el mayor daño en el menor tiempo posible, indicó Tablada, quien enumeró entre esos objetivos la inclusión de Cuba otra vez en la lista de estados terroristas y la ruptura de relaciones diplomáticas.
El alto nivel de incertidumbre, los cuestionamientos e investigaciones internas y el caos deliberado como mecanismo de defensa, son rasgos de la administración Trump que inciden en la irrupción del tema Cuba en la agenda de su agresiva política exterior, según valoró.
El Título III de Ley Helms-Burton no es la esencia del problema, se trata de un engendro jurídico desde su primera hasta su última letra, afirmó el doctor Luis Solá, presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional de la UNJC, quien expuso los orígenes del diferendo bilateral entre los Estados Unidos y la Revolución cubana.
Al respecto, Ricardo Alarcón de Quesada, quien fuera presidente del Parlamento cubano y estudioso de las relaciones entre ambas naciones, explicó que la Ley Helms-Burton utiliza el 1 de enero de 1959 como fecha para sus reclamos en todos sus capítulos.
Su propósito, aseveró, no tiene que ver entonces con el hecho o el carácter de las nacionalizaciones u otra cuestión técnica, sino con los intentos de retrotraer a Cuba a la época prerrevolucionaria y favorecer a quienes desfalcaron a la nación.
Debemos estar vigilantes siempre, enfatizó Alarcón, al hacer un llamado a estudiar el texto completo de la Ley Helms-Burton, para que las nuevas generaciones conozcan que sus fines van más allá de los espurios intereses de grupos extremistas de la emigración cubana en Miami, sino que se remontan a apetitos imperiales que datan del siglo XIX.
El doctor Rodolfo Davalos, experto en derecho comercial, demostró además la ilegalidad e improcedencia técnico-jurídica de la Ley, más allá de su injusticia, para luego augurarle un destino incierto, sentenciado al fracaso.
En el diálogo con el panel, estudiantes de Derecho y de Relaciones Internacionales, así como representantes del consejo de iglesias y otras organizaciones, reflexionaron sobre las acciones posibles a acometer para dar a conocer entre el pueblo norteamericano y en el mundo la amenaza que constituye una ley extraterritorial como esa.
Trascendió además que ya hay pronunciamientos de Canadá, México y la Unión Europea en contra de la activación del capítulo III y por las primeras demandas en cortes estadounidenses contra empresas foráneas y cubanas.
La existencia de leyes antídotos en muchas naciones europeas, por ejemplo, permitiría la protección de empresas que invierten o realizan negocios con Cuba, pues de ceder ante tales presiones, sus propios gobiernos podrían demandarlas.
No vivimos en el Oeste, el gobierno de los Estados Unidos actúa cada día como si el mundo lo fuera, pero Cuba y otros países están para recordarles que no es así, aseveró Johana Tablada.
Tú no existes, no tienes derecho a la soberanía, yo te gobierno, eso es lo que ha dicho la ley Helms-Burton a Cuba por más de 20 años, afirmó Ricardo Alarcón, quien llamó a luchar por la derogación definitiva de ese texto.