Reza el viejo adagio que tras la tempestad viene la calma, pero luego de la inoportuna visita del tornado sin nombre el pasado domingo 27 de enero, en los molinos José Antonio Echeverría, en el capitalino municipio de Regla no hubo quietud, pues un nutrido grupo de hombres y mujeres se lanzaron a la recuperación y al tercer día ya fabricaban nuevamente harina. ¡Y más que antes!
A casi 15 días del suceso, aún se aprecian en distintas áreas del JAE ―así a secas, como es conocido en la población― las huellas de importantes daños causados al centro, enfrascado desde mucho antes de fin de año en la eliminación de las tensiones que acusa la molinería nacional y que provocaron incumplimientos productivos del orden de las 96 mil toneladas de harina en el 2018.
Antes del tornado, allí se trabajaba con mucho rigor en la puesta en marcha de una línea para moler diariamente 500 toneladas de trigo, y en acciones para poner a máxima capacidad otra línea de unas 200 toneladas de trigo cada día. ¡Y llegó la noche del 27 de enero!
“La línea de 500 la montamos en el 2017, pero nunca dio la talla. Nuestro objetivo era ponerla a punto para fines de febrero y parecía que el tornado quería entorpecernos, dice Isael Pérez Ruiz, Jefe Técnico de la Ueb. Pero pudimos recuperarnos en dos días y ya fabricamos más harina que antes. Con gran optimismo mantenemos el propósito de iniciar marzo con esa línea a plena capacidad.
“La línea más pequeña, la de 200 toneladas de trigo, está trabajando bien, pero tiene dificultades con los cilindros, tarjetas de bancos y otros problemas tecnológicos. Cuando esté a plena capacidad producirá 125 toneladas de harina; ahora supera las 90. Entre las dos ya estamos al 60 % de la capacidad instalada”, dijo.
Gonzalo Fernández, viejo trabajador del molino y al frente de una de las secciones sindicales, no quiere olvidar el paso del tornado, y refiere que las mayores afectaciones fueron con la grúa Vigán, con 37 toneladas de peso y que puede succionar 120 toneladas de trigo por hora de los barcos en el muelle. “Mire usted, el viento la movió a casi 100 metros lineales de donde estaba y la sumergió a 8 metros de profundidad en el mar.
“También, pero en menor escala, el fenómeno nos afectó otras áreas, entre ellas el parqueo, varios espacios con tejas. Nos movió de lugar varias vigas, rompió la cristalería de un comedor que construíamos y nos tumbó la cerca perimetral. Pero ya limpiamos y recogimos el escombro; claro, aún estamos trabajando, pues todo debe quedar mejor que antes”, aseguró a Trabajadores.
Sustituimos la grúa afectada
“Como teníamos una cobertura de trigo en los silos para alrededor de 15 días, no hemos tenido que descargar barco alguno, lo que hubiera sido un problema con la grúa totalmente retorcida y fuera de servicio”, detalla Pérez Ruiz.
“De todos modos, para sustituirla, montamos una tolva que utilizaremos acoplada con la grúa de descarga del barco. Esta puede sacar unas 5 toneladas de trigo de la bodega y depositarla en la tolva, de donde iría a los silos”, explica el directivo.
En el caso de las áreas con afectaciones en los techos, allí laboran los compañeros de la Empresa de Construcciones Metálicas y Eléctricas (Comelec), mientras que otros problemas son enfrentados por trabajadores de entidades del propio Ministerio de la Industria Alimentaria y las Pesca.
El molino José Antonio Echeverría es el más grande del país. Allí laboran 192 trabajadores en dos turnos de 12 horas, y sus máquinas no descansan. Solo se les programa una sola parada semanal por ocho horas.
Imposible afirmar que nacionalmente los niveles tradicionales de fabricación de harina serán los mismos en pocos días, pero una cosa sí es cierta: el molino José Antonio Echeverría ya garantiza el producto que antes del tornado sin nombre enviaba a Pinar del Río, Mayabeque, Artemisa, La Habana y parte de Matanzas. “Como el molino de Cienfuegos tiene dificultades, también nos piden llevar harina a algunas provincias del centro del país. Y cumplimos”, nos dice finalmente Pérez Ruiz.