La gran tradición circense en nuestro país tiene una plataforma y una cantera garantizadas. Cuba es referente internacional de un arte de extraordinario impacto popular
El circo cubano ha vivido en las últimas décadas un auténtico renacer. Después de los años difíciles del período especial han regresado las largas temporadas, las giras nacionales y extranjeras, los premios internacionales… Y claro, también el encuentro por excelencia: el Festival Internacional Circuba, con su periplo posterior por todas las provincias; es sin duda el más popular de los eventos de las artes escénicas en el país, el que más público atrae, el que llega a todas partes.
La tradición circense es sólida y antigua entre nosotros, pero su consolidación data de la primera mitad del siglo XX, cuando las carpas (grandes, medianas y pequeñas) recorrían desde las ciudades hasta las más apartadas poblaciones.
La calidad de los espectáculos era disímil: había circos de altísimo vuelo y otros paupérrimos en recursos y proyección escénica; mas todos sembraron en las familias cubanas el amor por un arte milenario, una y mil veces vilipendiado (y en ocasiones, lamentablemente, con toda razón), menospreciado por unos (y todavía hay quien dice que el circo no es arte), favorecido por millones, espacio de consagración de miles de artistas que han formado las grandes familias que casi se eternizan en el panorama universal de las artes escénicas.
Hubo circo y habrá circo; y no solo por la capacidad de asombro de los seres humanos (que buscan siempre actos extraordinarios que estimulen la imaginación), sino porque el circo ha sabido renovarse, reescribir sus lógicas, actualizar sus propuestas estéticas, aglutinar (arte múltiple) muchas expresiones: música, danza, teatro, acrobacia, mimo, artes visuales…
La Revolución cubana marcó la gran renovación del arte circense en nuestro país: la dignificación de muchos artistas y de sus propuestas, el disfrute pleno del público, y (lo que nos ha distinguido en el contexto de la región) la creación de una plataforma educativa, que garantiza la formación permanente de nuevos artistas.
La Escuela Nacional de Circo es la cantera por excelencia. En esa institución, prácticamente única en la región, se forman profesionales con grandes condiciones técnicas, hasta el punto de que muchos de nuestros artistas integran los elencos de las más importantes compañías del mundo.
El Circo Nacional de Cuba (con todas las compañías y carpas que lo integran) es sostenido por el Estado, como ejemplo de conquista cultural: arte del pueblo y para el pueblo.
Todavía hay retos, todavía se puede “experimentar” más, beber de las tendencias más modernas en el mundo… pero hay músculo, tensión y capacidad para estar a la altura de las demandas del público. Y sobre todo, hay poesía.
En junio de este año el Circo Nacional de Cuba celebró su aniversario 50. “El público cubano disfruta con particular entusiasmo de la labor que los artistas circenses llevan a cabo a lo largo y ancho de la isla. Ustedes han sabido ganarse el cariño y la admiración de nuestro pueblo con su esfuerzo, talento y entrega”, afirmó Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en un mensaje que envió a los trabajadores de esa institución.
“El circo tiene una larga tradición en nuestro país. Sin embargo, a pesar del impacto popular de sus presentaciones, los artistas circenses eran discriminados y la mayoría de ellos sobrevivía en condiciones muy precarias.
“Con la Revolución se creó una escuela de circo que ha graduado a profesionales de alto nivel, reconocidos hoy en todo el mundo. Su rigor, calidad y prestigio los han colocado en los más exigentes circuitos internacionales”, afirmó en esa oportunidad Díaz-Canel.
Pero cuando se hable de ese medio siglo de circo en Revolución no se puede ignorar un impulso esencial: el que le otorgaron a ese arte Celia Sánchez Manduley y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, grandes promotores del circo auténticamente cubano y popular desde los primeros años del proceso.
No en vano tantos notables artistas circenses los veneran y los han honrado en sus actuaciones.
Los éxitos del circo cubano representan en buena medida la concreción de un sueño, de una aspiración y de un esfuerzo.