Ellas no pudieron a explicarme, de un modo racional, por qué lo habían hecho, pero su gesto en apariencias tan común por estos tiempos encerraba mucho simbolismo.
Mientras sus más de 170 colegas llegaban al salón donde tendría lugar la bienvenida oficial y acomodaban a un costado su equipaje de mano, Yurima, Yumelis, Yusmary y Yadelaicy posaban para sí mismas, en un fraternal selfie.
De Holguín, Matanzas, Santiago de Cuba y Las Tunas, las cuatro jóvenes profesionales de la Salud regresaron en la madrugada de este domingo a la patria en el decimoquinto vuelo de colaboradores del programa Más Médicos, luego de alrededor de dos años en que laboraron juntas en el estado de Piauí, uno de los más pobres del Brasil.
Solo ellas sabrán en detalle cuánto pudieron vivir juntas allá, en una de las regiones menos pobladas del gigante sudamericano. Fuera de la terminal No.3 del Aeropuerto Internacional José Martí ya esperaban los ómnibus para trasladarlas a cada una de sus provincias. Quién sabe cuándo podrán volver a compartir estas cuatro doctoras cubanas. La hermandad que nace de entregar lo mejor de uno a las demás personas las unió seguramente más en aquella tierra lejana que la singularidad de la paronimia risueña en sus nombres con Y.
Las guardias o urgencias médicas compartidas quizás, los casos difíciles y nunca antes vistos en su práctica en Cuba al atender a una población de escasos recursos, las tensiones de los últimos días previos a su brusca partida por la torpeza y egoísmo del próximo gobernante brasileño, la añoranza y los planes para el reencuentro con sus familiares en la Isla. Infinitos motivos para un selfie.
No obstante, al retratarse juntas atrapaban mucho más que a sí mismas en la pantalla del celular. Fotografiaban el concepto de internacionalismo de Fidel, capturaban la esencia humanista de la Revolución Cubana, reflejaban la voluntad insobornable de la mayoría de nuestros galenos del cuerpo y del alma, esculpían en píxeles un monumento imborrable a la bondad.
Hermoso. Original. Sincero