Conferencia de prensa ofrecida por Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, a la prensa nacional y extranjera, sobre enmiendas norteamericanas al Proyecto de Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, en la sede del MINREX, el 24 de octubre de 2018, “Año 60 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)
Alejandro González (Moderador).- Buenas tardes.
Agradecemos la presencia de los colegas de la prensa nacional y extranjera en esta conferencia de prensa del Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, compañero Bruno Rodríguez Parrilla.
Primeramente el Ministro va a dar una declaración y después estará en disposición de contestar algunas preguntas.
Esta conferencia se trasmitirá en vivo por Cubavisión, Cubavisión Internacional, el Canal Caribe, Radio Rebelde y Radio Habana Cuba, así como vía Internet por la cuenta Facebook del MINREX.
Bruno Rodríguez.- Muy buenas tardes. Agradezco profundamente a los colegas de la prensa que nos acompañan esta tarde y me excuso, de manera especial, con quienes estaban haciendo un recorrido por zonas agrícolas de La Habana y han venido para acá.
Nos sentimos obligados a denunciar ante el mundo y a informar detenidamente sobre una nueva maniobra política del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba.
Como es ampliamente conocido, el bloqueo económico comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, que es una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos del pueblo cubano, es tema que concita atención internacional y moviliza a nuestro pueblo.
El próximo 31 de octubre la Asamblea General de las Naciones Unidas considerará el tema y tomará acción sobre el Proyecto de Resolución titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
Sin embargo, en horas de la noche de ayer, la Misión permanente de los Estados Unidos ante la Organización de Naciones Unidas, circuló este documento (Lo muestra), que es un conjunto de ocho enmiendas a la Resolución de condena al bloqueo. Estas enmiendas abarcan básicamente aspectos relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda de las Naciones Unidas 2030 y elementos de derechos humanos.
Como se sabe, el Proyecto de Resolución circula de manera oficial entre los Estados miembros de las Naciones Unidas.
Lo más interesante no es el contenido de las enmiendas, sino este otro documento (Lo muestra) que circula disimuladamente el Departamento de Estado, al parecer firmado por el señor Gonzalo Gallegos, quien es subsecretario adjunto del Departamento de Estado, con la evidente intención de persuadir a otros Estados, presionar —en términos más claros— para que modifiquen su posición con relación a dicha Resolución.
Es curioso que este documento menciona varias veces una resolución sobre otro país, que no tiene ninguna relación con el asunto que se discute, no tiene ningún vínculo con la aplicación del bloqueo contra Cuba, es un país distante.
Sin embargo, el señor Gonzalo Gallegos dice textualmente que estas enmiendas utilizan el lenguaje acordado previamente de una resolución —que no voy a mencionar en concreto—, referida a un tercer país, en un contexto, según el señor Gallegos, similar a la conducta de Cuba.
Señala también que reconoce que la intención de la Resolución, que aprueba por un voto prácticamente unánime todos los años la Asamblea General de las Naciones Unidas, es la condena del impacto de la aplicación del bloqueo en el pueblo cubano, lo que es una frase profundamente hipócrita y desvergonzada, sabiendo que el bloqueo provoca daños humanos significativos a nuestro pueblo, privaciones, carencias, dificultades; afecta a todas las familias cubanas, discrimina la emigración cubana y restringe las propias libertades civiles y derechos de los ciudadanos estadounidenses, cuando les prohíbe visitar nuestro país.
El bloqueo es reconocido, a tenor de la Convención de Ginebra contra el crimen de genocidio, como un acto de genocidio, tal como dos incisos de ese texto perfectamente tipifican.
Este documento, al mismo tiempo, señala que Estados Unidos siempre ha estado en solidaridad con el pueblo cubano y con su derecho a determinar su propio futuro democrático —traduzco del inglés.
En medio de la consulta popular del Proyecto de Constitución de la República de Cuba, que ha recibido una intensa cobertura, que agradecemos, de parte de ustedes (se refiere a los periodistas); después de amplísimas consultas populares sobre el programa económico, los Lineamientos de la economía cubana o la Conceptualización del Modelo Económico Social o el Código Laboral; es verdaderamente lamentable que el Gobierno de los Estados Unidos, cuando agrede a nuestro país, asuma una pose de solidaridad con el pueblo que bloquea y al que daña, y que supuestamente pretenda reconocer su derecho a la libre determinación que constantemente conculca.
Este documento dice también que la razón subyacente de estas propuestas de enmiendas es provocar cambios en la situación de derechos humanos en Cuba, lo cual es totalmente inaceptable. Es sabida la naturaleza criminal y violadora de derechos humanos del bloqueo integral, sostenido en el tiempo, que abarca todas las esferas de la vida de cada familia cubana, que es obsoleto, anclado en la Guerra Fría, que constituye una grosera violación del Derecho Internacional y los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, también de los principios de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz; que se aplica de manera ferozmente extraterritorial contra todos los Estados del planeta; que daña intereses de personas, ciudadanos, compañías, gobiernos y que lesiona la soberanía de cada uno de los Estados miembros de las Naciones Unidas.
El bloqueo impide la aplicación de las normas universalmente reconocidas de libre comercio y restringe gravemente la libertad de navegación.
Por eso resulta sorprendente que se pretenda vincular una resolución, que goza de apoyo prácticamente unánime de la comunidad internacional, con supuestas razones subyacentes, que no están en lo absoluto relacionadas con esta, sino con la conducta delincuencial del Gobierno de los Estados Unidos.
Señala también que se hace una referencia directa, desde el año pasado, por parte de la delegación de los Estados Unidos, a restricciones que pueden afectar la implementación de las Metas de Desarrollo Sostenible que están relacionadas, como ustedes conocen, con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Y señala, de una manera verdaderamente desvergonzada, que las acciones de Cuba amenazan el cumplimiento de las Metas de Desarrollo Sostenible y que dificultan la completa implementación de algunas de ellas, lo que, precisamente, anima algunas de las enmiendas, que comentaré después, que circula el Gobierno de Estados Unidos al Proyecto de Resolución mencionado.
Por segunda ocasión, relaciona el lenguaje y el contenido de las enmiendas, en particular de sus enmiendas 5, 6, 7 y 8 —según dice este papel— a una resolución contra un tercer país, presentada antes por el Gobierno de los Estados Unidos.
Y, finalmente, solicita a los Estados miembros el voto en favor de esas enmiendas y, curiosamente, se dirige también a importantes actores democráticos, en relación con ellas, sin que se sepa si alude a las grandes fundaciones que financia para subvertir la democracia en América Latina y el Caribe y a escala planetaria, o si se refiere a los agentes extranjeros, a los que instruye, manda y paga para subvertir el orden constitucional cubano.
Esta maniobra diplomática del Gobierno de los Estados Unidos va dirigida a justificar el bloqueo que castiga a toda la nación cubana, utiliza falsos pretextos supuestamente en materia de derechos humanos, como si, incluso, pretextos de esa naturaleza fueran suficientes para practicar un acto de genocidio, para endurecer un bloqueo contra todo un pueblo; para, como escribió en el memorando infame del 6 de abril de 1960, el subsecretario Mallory, promover el hambre, la miseria y la penuria en la población cubana.
Cabe preguntarse si Estados Unidos encontrará gobiernos dispuestos a cambiar las posiciones largamente sostenidas contra una política, que describí antes, cuyo efecto extraterritorial daña los intereses de los ciudadanos, las empresas y la soberanía de todos los países.
Nada en la conducta de los Estados Unidos justificaría el menor cambio en la manera con que la Asamblea General de las Naciones Unidas delibera y decide sobre estos aspectos. No ha habido, lamentablemente, cambio alguno, toda vez que las que se introdujeron hace pocos años para modificar la aplicación práctica del bloqueo, nunca para levantarlo, han sido revertidas. Hay una retórica cada vez más hostil, un compromiso más estrecho del Gobierno de los Estados Unidos con sectores totalmente minoritarios, de mentalidad anacrónica, con los extremistas de derecha en su sociedad o en las mafias de la industria anticubana de Miami.
Hay un evidente empeño, desde los anuncios de supuestamente una nueva política, que en realidad es la readopción de la vieja, practicada por más de una decena de gobiernos norteamericanos contra Cuba y propia de los años de la Guerra Fría, de endurecerla, al revertir algunos de los progresos alcanzados, al recrudecer la aplicación del bloqueo, provoca un retroceso lamentable en la relación bilateral. Esta es una maniobra totalmente con fines propagandísticos, mendaces, destinada a manipular a la opinión pública internacional y a la propia opinión de los estadounidenses.
Reiteradamente, el Gobierno de Cuba ha planteado su disposición a debatir respetuosamente con Estados Unidos sobre cualquier tema, incluido el de los derechos humanos; pero solo lo hará desde bases de absoluta igualdad soberana, de respeto mutuo, sin sombra alguna para nuestra independencia y libre determinación.
Si el Gobierno de Estados Unidos quiere llevar a discusión en Naciones Unidas o en otros ámbitos, el de la aplicación de los derechos humanos en su relación con las Metas de Desarrollo Sostenible, tenemos total disposición para hacerlo: diga dónde, cuándo, en qué contexto lo desea.
Puede hacerse, si se quiere hablar del atropello en los Estados Unidos de los derechos humanos, de un sistema político y judicial que discrimina a los afroamericanos y latinos, que discrimina a los niños, que hace más pobres a los pobres, que afecta a los ancianos y a los discapacitados, a quienes dejan sin protección alguna probablemente en el país más rico del mundo.
Si se quiere discutir sobre los cientos de miles de estadounidenses de bajos ingresos a los que se les impide votar por deudas o por otras razones.
Si se quiere hablar de los atropellos del Gobierno de los Estados Unidos sobre los derechos humanos en las más diversas latitudes del planeta, incluida la práctica de la tortura, incluidas las guerras que masacran civiles, incluidos los bombardeos indiscriminados, el asesinato de inocentes o el desplazamiento de decenas de miles de refugiados y migrantes, estamos prestos para hacerlo.
No sería difícil de ninguna manera encontrar el punto apropiado de la agenda de la Asamblea General de las Naciones Unidas o del Consejo de Derechos Humanos o de otros órganos y organizaciones para hacerlo.
Los reiterados pronunciamientos del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba no tienen otro objetivo que conducir a un clima de mayor tensión bilateral. Son planteamientos amenazadores que tienden a generar tensiones entre ambos países.
Evidentemente, Estados Unidos se ha propuesto defender con cualquier herramienta, generalmente de naturaleza ilegal, inmoral, su conducta inaceptable en materia de sanciones contra Cuba. Es una conducta que no tiene el menor respaldo internacional, sino que le provoca grave aislamiento y descrédito; es una conducta que no tiene apoyo mayoritario en la sociedad estadounidense, como demuestran todos los datos; es una conducta a la que se opone la amplia mayoría de la emigración y los cubanos que residen en los Estados Unidos.
El Gobierno de los Estados Unidos, se propone con estas acciones, atacar los fundamentos del orden constitucional que nuestro pueblo se ha dado en acto de absoluta soberanía y libre determinación irrestricta.
Con demasiada frecuencia, el Gobierno de Estados Unidos agrede a la Organización de Naciones Unidas y dificulta la aplicación de sus mandatos. A ello se suma que, en esta escalada contra Cuba que denunciamos, aparecen cada vez más protagonistas en el Gobierno de los Estados Unidos con una larga historia de agresión contra Cuba y de intentos de provocar crisis bilaterales y tensión entre ambos países.
Estoy convencido de que ustedes disponen de información suficiente, que me permite fundamentar que hay una escalada retórica y de hechos prácticos por la parte estadounidense.
El 29 de septiembre de 2017, el Secretario de Estado, el entonces señor Tillerson, ordenó la retirada de personal diplomático cubano en una operación de naturaleza totalmente política.
El 3 de octubre, ordenó la expulsión de 15 diplomáticos cubanos acreditados en Washington.
El 5 de octubre, la Embajada de los Estados Unidos en La Habana emitió un comunicado para informar a los ciudadanos cubanos que requieren visas de viajeros o de inmigrantes, que sus servicios no podrían ser garantizados.
El 8 de noviembre, diversas agencias de los Estados Unidos anunciaron disposiciones y regulaciones para restringir los viajes “pueblo a pueblo”, es decir, bajo esa Licencia General, porque ustedes conocen que un joven norteamericano o una muchacha de cualquiera de sus ciudades, para visitar a Cuba, requiere un permiso del gobierno de los Estados Unidos llamado Licencia General, que en el caso de los viajes “para intercambios educacionales pueblo a pueblo” permitía hacerlo de manera más sencilla. Sin embargo, el 8 de noviembre se restringieron gravemente los viajes de esta naturaleza y se prohibieron transacciones con más de un centenar de compañías o empresas cubanas.
El 15 de abril de 2018, el vicepresidente Pence se refirió a Cuba de manera irrespetuosa y agresiva en la Cumbre de las Américas, en Lima.
El 2 de junio, el nuevo embajador de los Estados Unidos ante la OEA declaró que “Cuba es la madre de todo mal”, frase ridícula en boca de un apátrida.
El 4 de junio, otra vez el señor Pence se refirió a Cuba de manera hostil en la OEA.
El 5 de junio, el Secretario de Estado anunció la creación de una Fuerza de Tarea para responder a los supuestos incidentes de salud de sus diplomáticos. Curiosamente creó una Fuerza de Tarea, pero al mismo tiempo dijo: que “…no se ha establecido la naturaleza de los daños sufridos por el personal afectado”.
El 14 de junio, otra vez el vicepresidente Pence volvió a atacar a Cuba en la Conferencia y Desayuno Nacional Hispano de Oración, en los Estados Unidos.
El 18 de julio, la Representante Permanente de Estados Unidos en las Naciones Unidas, en la Fundación Heritage, bien conocida, realizó una presentación, en la que calificó a Cuba como “un régimen tiránico”.
El 19 de septiembre, el mismo Embajador de Estados Unidos ante la OEA afirmó que “se debía ser duros con Cuba, pues todos son iguales”, aludiendo a otros países hermanos de nuestra región.
El 1ro. de octubre, el Gobierno estadounidense incumplió su compromiso de emitir al menos 20 000 documentos de viajes o visas en el año fiscal que terminaba, lo que contraviene los acuerdos migratorios descritos, afecta la reunificación familiar, de la misma manera que otras acciones afectan gravemente el derecho de los cubanos de viajar a cualquier parte del mundo, en este caso a los Estados Unidos, sin pasar por costosos procedimientos en terceros países.
El 8 de octubre, el Secretario de Defensa de Estados Unidos declaró en la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, y cito: “El mundo reconoce que el modelo cubano ya no funciona para nadie ni siquiera para Cuba”. Calificó, dentro de las excepciones de una visión supuestamente compartida, de un orden regional supuestamente colaborativo, próspero y seguro para beneficio de las naciones al —y cito— “triste y obstinado liderazgo de Cuba”, a la par que atacó también a otras naciones soberanas de la América Latina.
El 16 de octubre, la Misión de Estados Unidos ante la ONU realizó un evento en la sala del Consejo Económico Social (Ecosoc), para lanzar una campaña calumniosa contra Cuba, utilizando a Naciones Unidas como si fuera su propio feudo privado. En esa acción difamatoria, que viola los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, que es absolutamente no pertinente a los propósitos de la organización, que violenta el texto de una resolución al respecto adoptada por la Asamblea General y que ignora las disposiciones normativas de la Secretaría General de las Naciones Unidas, recibió respuesta apropiada de la comunidad internacional y hemisférica: no asistió un solo representante de ningún país del hemisferio que no fueran los designados por la Misión de Estados Unidos y el Departamento de Estado; excepto quienes fueron a solidarizarse con Cuba. No asistieron Estados miembros ni representantes de organizaciones, ni siquiera de la sociedad civil, más allá de los cipayos que sirvieron de panelistas, y, obviamente, sin contar al patético Secretario General de la OEA.
Esta acción difamatoria, que pretendió ignorar la solicitud de palabra por parte de la representante permanente, embajadora de Cuba ante las Naciones Unidas, Anayancy Rodríguez, tuvo que ser respondida con el clamor de los participantes.
El 23 de octubre, ayer, el Secretario de Estado declaró en rueda de prensa que —y cito— “una delegación de diplomáticos cubanos lanzó un berrinche infantil en una reunión patrocinada por los Estados Unidos en la ONU”. De manera que, reitero, la Misión cubana en las Naciones Unidas asumirá su derecho a participar siempre en cualquier evento que pretenda referirse a Cuba en la sede de esa organización internacional y actuará en consecuencia.
La historia de las enmiendas que presentó anoche el Departamento de Estado en las Naciones Unidas es larga. Solo quiero mencionar que el 7 de noviembre de 2006, Estados Unidos también pretendió enmendar la Resolución contra el bloqueo a Cuba que la Asamblea General adoptó ese año. Sin embargo, una Moción de No Adopción de Decisión sobre la enmienda presentada de manera indirecta por los Estados Unidos, recibió un contundente apoyo, es decir, una moción contraria a la enmienda: 126 Estados miembros, más de dos tercios, apoyaron esa enmienda; solo 51 votaron en contra. Curiosamente, unos minutos después, cuando la Asamblea General votó sobre el texto mismo, sobre la sustancia de la Resolución, 183 Estados miembros lo apoyaron sin enmienda alguna, solo cuatro votaron en contra, uno en abstención y, curiosamente, el autor de la enmienda votó también a favor de la Resolución sin ella.
El 14 de abril de 2005, en la Comisión de Derechos Humanos —recuerdan ustedes la vieja y desacreditada Comisión de Derechos Humanos—, donde se venía aprobando por dos décadas una resolución que condenaba, singularizaba a Cuba, profundamente calumniosa en el ámbito de los derechos humanos, que había sido aprobada precisamente ese día —el 14 de abril—, generó un contraste insoportable con una resolución presentada por Cuba una semana después, el 21 de abril de 2005. Era una resolución moderada y prudente, en las circunstancias que ustedes recuerdan, en que empezaban a salir las fotos terribles de los actos de tortura en la prisión de la Base Naval de Guantánamo y en la cárcel de Abu Ghraib, y empezaban a conocerse las noticias sobre las decenas de cárceles secretas de la CIA, adonde se había conducido a personas secuestradas, cárceles secretas colocadas en terceros países, y había una preocupación inicial en la comunidad internacional, que después protestó vehementemente contra dichos actos, al igual que dentro de los propios Estados Unidos.
La Resolución cubana solo pedía al gobierno de los Estados Unidos que autorizara una Misión de Determinación de Hechos, es decir, solo una misión imparcial e independiente, que dijera lo que allí ocurría, a cargo no de Cuba, no de Estados miembros elegidos por la Asamblea General, sino solamente a cargo de los Procedimientos Especiales correspondientes de la Comisión de Derechos Humanos.
Pidió también al Gobierno de los Estados Unidos que autorizara a varios Presidentes o Relatores de procedimientos de la Comisión de Derechos Humanos a visitar los centros de detención establecidos en esa base, como históricamente el Gobierno de los Estados Unidos pretendió venir a Cuba a inspeccionar los centros penitenciarios, donde se garantiza atención humana, respeto a la dignidad y a la integridad de las personas en privación de libertad por decisiones firmes de tribunales civiles y ordinarios, con debido proceso, derecho a la defensa y plenas garantías.
La Resolución pedía que Estados Unidos permitiera a la Presidenta Relatora sobre Detención Arbitraria, al Relator Especial sobre Torturas y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes; al Relator Especial sobre el Derecho de Toda Persona al Disfrute de Salud Física y Mental y al Relator Especial sobre la Independencia de los Magistrados y los Abogados a visitar los centros de detención establecidos en el territorio que usurpa ilegalmente el Gobierno de los Estados Unidos a nuestro pueblo.
Y, por último, pedía a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos simplemente que informara a la Comisión de Derechos Humanos al respecto.
La Resolución contra Cuba se aprobó, como se aprobaba entonces, durante un par de décadas, con un patrón absolutamente Norte-Sur, donde países industrializados entonces actuaban como fiscales contra Cuba, acompañando a Estados Unidos, que los presionaba terriblemente, de lo cual hay evidencias copiosas. Se aprobó con un patrón de votación de 21 votos contra 17; sin embargo, esta Resolución, moderada y prudente, sobre actos tan graves como los de tortura, en un enclave militar, en un limbo jurídico, fue rechazada masivamente por los países industrializados que entonces eran miembros de la Comisión, 22 de ellos se opusieron. No hubo un solo país del Sur que apoyara la Resolución contra Cuba, y una semana después no hubo un país del Norte que no se opusiera simplemente a preguntar si había tortura o no en la Base Naval de Guantánamo. Había sido circulada, previamente, una resolución, igualmente moderada, con relación al bloqueo a Cuba como una violación masiva, flagrante y sistemática de derechos humanos, que también recibió el rechazo de los industrializados.
Estos actos, políticamente inaceptables, provocaron la implosión de la vieja Comisión de Derechos Humanos y dieron lugar al actual Consejo. Recuerdo que en esos momentos circuló información sobre la llamada “Rendición Extraordinaria” que fue la figura inventada por el Gobierno de los Estados Unidos, evadiendo sus propias leyes, para secuestrar personas y trasladarlas a prisiones secretas en terceros países, le llamaron Rendición Extraordinaria.
Puedo decir que en varios países industrializados, que votaron contra esta Resolución y que apoyaban acciones condenatorias contra Cuba, había cárceles secretas —lo que ha sido difundido y ustedes seguramente conocen—, donde estaban siendo interrogados o torturados 136 prisioneros enviados bajo la figura de “Entrega Extraordinaria”, que es llamar así al secuestro y al traslado ilegal y clandestino de personas a través de las fronteras.
El Senado de los Estados Unidos hizo público entonces el uso sistemático de la tortura bajo custodia estadounidense como resultado de su investigación.
Es conocido el caso de menores sometidos a condiciones crueles, inhumanas y degradantes y a actos de tortura en la Base Naval de Guantánamo o la de una persona secuestrada allí, quien en ese informe del Senado se menciona ciento cincuenta y tres veces y que estuvo tres años y medio en centros clandestinos de la CIA, donde “la tortura y los malos tratos son continuos”, según el informe del Senado, antes de ser trasladados a la Base Naval de Guantánamo.
Ya en 1997, la Asamblea General de Naciones Unidas se había rehusado totalmente a considerar el tema de los derechos humanos en Cuba. Curiosamente, en ese período la candidatura de los Estados Unidos como Estado miembro de la Comisión de Derechos Humanos sufrió el rechazo prácticamente universal y se quedaron sin escaño.
Lo más significativo es que en las enmiendas presentadas anoche por el Gobierno de los Estados Unidos se utilizan precisamente los contenidos de estas viejas resoluciones que he mencionado, desechadas por el Consejo de Derechos Humanos y por la Asamblea General.
Verán aquí, bajo fondo oscuro (Muestra), el texto del documento circulado ayer, que viene de viejas y desacreditas resoluciones que perdieron todo apoyo en el pasado.
Sería interesante que el Gobierno de los Estados Unidos accediera a un debate en la Asamblea General o incluso a la adopción de resoluciones sobre el tema del patrón de adhesión y ratificación de instrumentos de derechos humanos, tema en el que es pecador por omisión: es solo parte de 18 instrumentos de derechos humanos, de los 61 principales existentes. Entre los que Estados Unidos rechaza, insólitamente está el de la Convención para la Protección de los Migrantes, la Convención de Derechos del Niño y tiene el triste privilegio de ser el único país que pide votación y vota en contra de la Resolución de la Asamblea General y del Consejo de Derechos Humanos sobre el Derecho a la Alimentación.
Las enmiendas de los Estados Unidos, si no fueran un hecho políticamente grave, provocarían risa; tienen frases en que prácticamente da la impresión de que alguien ha perdido el juicio.
Cito: “Expresando seria preocupación también por el hecho de que en Cuba la ausencia de mujeres en los órganos decisorios más poderosos” —dice el que escribió esto—, “incluido el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y los altos mandos militares, menoscaba gravemente los esfuerzos colectivos por implementar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, destinado a lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas, combatiendo la discriminación por razón de género, que está profundamente arraigada, como consecuencia de las actitudes patriarcales y las normas sociales que se derivan de ellas”.
No sé si fue el señor Gallegos el que metió la mano aquí. Se nota que es una mano ignorante, no solo de la realidad, sino de la manera apropiadamente técnica en que estos documentos se escriben. Pero hace falta desvergüenza para que un país que tiene un patrón sostenido de discriminación de género, incluso de discriminación de género asociado a la discriminación racial, al origen étnico o a las minorías de distinto tipo, se atreva a escribir una frase como esta que ofende la inteligencia de los Estados miembros de las Naciones Unidas, de los delegados que los representan en la Asamblea General. En el país en que las mujeres, solo por el hecho de serlo, cobran una quinta parte menos por igual trabajo que los hombres; en el país donde los crímenes de odio, la violencia y el acoso contra la mujer crecen indiscriminadamente, donde hay patrones raciales diferenciados en las sanciones de privación de libertad, incluso en contrastes inaceptables de género, pretenda emplazar a Cuba de una manera ridícula como esta.
Los contenidos de estas enmiendas no tienen nada que ver con el resultado del Ejercicio de Revisión Periódica Universal, que es el procedimiento universal y democrático de las Naciones Unidas para analizar el cumplimiento, el respeto, la garantía, el disfrute, el ejercicio de los derechos humanos en cualquier país del mundo y que se produjo precisamente el 16 de mayo pasado, sin que se haya dicho.
Puedo decir que las opiniones críticas sobre la realidad cubana fueron minoritarias, lo que permitió, como bien sabe nuestro pueblo y la opinión pública internacional, que Cuba aceptara la inmensa mayoría de las recomendaciones allí presentadas, tomara nota de otras que requieren cambios legislativos o recursos económicos que el país tendrá que encontrar, pero que le tomará algún tiempo; y solo rechazó un por ciento ínfimo de ellas.
A estos temas, solo se refirieron allí, en Ginebra, en el Consejo de Derechos Humanos, curiosamente los países del Norte. Pero llama la atención que ninguno, ni uno solo, se refirió a la ausencia de mujeres en órganos decisorios o mandos militares de Cuba, ni a problemas de género en Cuba, ni siquiera el o la representante —creo que fue una representante— de Estados Unidos que allí intervino.
En relación con derechos laborales, puedo decir que un solo país industrializado mencionó eso.
Las supuestas detenciones arbitrarias o presos políticos, que en Cuba no hay, o supuestos activistas defensores de los derechos humanos, que en Cuba es la nutrida sociedad civil y las instituciones que nuestro pueblo se ha dado, solamente fueron mencionados por algunos países industrializados.
De manera que puedo reiterar que el único país que atacó el sistema constitucional cubano en ese momento fue el Gobierno de los Estados Unidos, cuando nos llamó a hacer concesiones que nunca haremos.
Si Estados Unidos quiere tener una discusión seria sobre el tema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, le proponemos, en cualquier formato bilateral o multilateral, discutir también sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 3, “Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”.
El 12,2% de los adultos en Estados Unidos carecen de seguro médico, y esta cifra aumentará en lo inmediato a no menos de 14%.
El presidente Trump, desde su programa electoral, ha intentado en repetidas ocasiones derogar el programa de seguros médicos para personas de menos ingresos, la Ley para la Atención de la Salud Asequible.
Podríamos conversar sobre el Objetivo 5: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”.
Según el sitio USA Today, en el año 2015, las mujeres que trabajan a tiempo completo ganan 80 centavos por cada dólar que gana un hombre.
Un estudio del Instituto de Investigaciones para la Política de la Mujer, en 2016, reveló que semanalmente las mujeres en Estados Unidos ganan el 82% de lo que puede ganar un hombre en el mismo período. En el caso de las mujeres negras, la cifra descendía a 64%, y en el caso de las de origen latino o hispano, 62%.
Discutamos sobre el Objetivo 10: “Reducir la desigualdad en y entre los países”.
Se publicó en medios reconocidos, el 8 de diciembre de 2017, que 52,3 millones de estadounidenses viven en comunidades empobrecidas económicamente, son el 17% de la población.
En Estados Unidos, muere el doble de bebés negros, en comparación con los blancos, durante su primer año de vida.
Desde hace más de 60 años, las mujeres afroamericanas tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades de morir dando a luz que las blancas, y se estima que la mitad de esos decesos pueden evitarse con mejores cuidados médicos.
Debatamos sobre el Objetivo 13: “Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.
Después de que anunció retirarse del Acuerdo de París, siendo el principal emisor de gases invernaderos histórico y actual, el Gobierno de los Estados Unidos ha desmantelado los programas de energía limpia, ha impulsado en su lugar programas de explotación intensiva del carbón y el petróleo.
Discutamos sobre el Objetivo 17: “Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible”.
En 2015, según la OCDE, Estados Unidos dedicó un 0,17% de su Producto Nacional Bruto a la ayuda oficial al desarrollo, pese a que asuman la pose, incluso, de que son el gran donante de ayuda humanitaria a Cuba, lo que es una completa falsedad.
Invitamos a Estados Unidos a discutir específicamente sobre la meta 7 del Objetivo 10, relacionada con “Una migración segura, ordenada y regular, mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas”.
El Gobierno estadounidense ha promulgado y ha aplicado políticas de migración violadoras de los derechos contra los inmigrantes refugiados y solicitantes de asilo y violatorias del Derecho Internacional y del Derecho internacional humanitario.
En 2017, fijó el límite de admisión de refugiados para el año en 45 000, el máximo anual más bajo desde 1980.
Al expulsar masiva e ilegalmente solicitantes de asilo, violan el principio de la prohibición de la devolución de la Ley de Refugiados de 1980, de su propio país.
En 2017 y 2018, el Gobierno de los Estados Unidos ha llevado a cabo una política de facto de expulsiones ilegales de solicitantes de asilo, para evitar que reclamen protección en los puertos de entrada.
En septiembre de 2018, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza norteamericana proporcionó estadísticas a Amnistía Internacional, que sugieren que el gobierno actual ha separado aproximadamente a 8 000 familias. Es aberrante la separación de sus padres de niños, particularmente de niños de escasa edad, y su encarcelamiento en jaulas, como todos nosotros hemos visto.
Movería a risa la acusación de ayer, en un twitter de la Misión de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, de que Cuba organiza y financia la caravana de migrantes que se mueve por Centroamérica tratando de buscar un futuro mejor.
Hasta aquí la información. Seguiremos estos acontecimientos con todo detalle, estaremos a su disposición para suministrar cualquier información y seguramente estaremos en contacto el día 31 de octubre, donde la Asamblea General seguramente condenará de manera abrumadoramente mayoritaria, prácticamente unánime, el bloqueo económico, comercial y financiero que el Gobierno de los Estados Unidos impone a mi pueblo.
Moderador.- Ahora pasamos a una breve sesión de preguntas y respuestas.
Andrea Rodríguez (AP).- Señor, quisiera evacuar con usted dos cuestiones: la primera tiene que ver con el hecho que usted mencionó del día 16 de este mes en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. Usted mencionó que la respuesta de Cuba fue apropiada. Yo he escuchado que golpes en la mesa y gritos no parecen ser muy apropiadas en el Foro de Naciones Unidas, a pesar de que el evento sea injusto o no. El hecho de que otras Misiones Diplomáticas de otros países no hayan asistido habla a las claras de cuál es la posición de otros países con relación a actividades como esta. ¿Por qué Cuba tiene que exponer a sus diplomáticos, o sus diplomáticos tienen que tener actitudes tan intempestivas?, vamos a decirlo de ese modo.
Por otro lado, con relación a lo que usted acaba de denunciar, ¿qué impacto va a tener una enmienda como esta, cuando cada año todos los países votan en contra del bloqueo o del embargo contra Cuba por parte de Estados Unidos? Gracias.
Bruno Rodríguez.- Gracias, Andrea.
No podría aventurarme a opinar sobre el impacto de una enmienda, que lo más probable es que la Asamblea General de Naciones Unidas rechace contundentemente.
Sí, lamentablemente, creo que impacto va a tener ahondando el descrédito de la política exterior de los Estados Unidos y sirviendo de evidencia palpable de la manipulación política del tema de los derechos humanos, con el propósito de presentar un pretexto para endurecer el bloqueo contra Cuba, revertir los progresos en la relación bilateral e incrementar la agresión y la hostilidad contra mi país.
En relación con lo ocurrido en el Ecosoc, yo viví 10 años allí en Naciones Unidas, Andrea no sé si ha estado alguna vez; pero, de haberlo hecho, seguramente habrá visto que en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en sus órganos subsidiarios, en la vieja Comisión de Derechos Humanos y en muchos parlamentos de numerosos países se dan situaciones muy diversas. Hay escenas famosas en la Asamblea General de las Naciones Unidas en que delegaciones reclamaron hacer el uso de la palabra llamando la atención del Presidente, golpeando en las mesas, e incluso en algún momento con objetos que no me atrevería a llamar contundentes.
Pero lo que sí puedo decir, Andrea, que lo que es una conducta inapropiada e inaceptable es que el Gobierno de un Estado miembro pretenda usar a las Naciones Unidas como si fuera su feudo privado. Lo pueden hacer en Washington, en el Departamento de Estado, que bellas y grandes salas tienen; lo pueden hacer en la Misión recién construida, después de haber demolido la anterior, al costo de no sé cuántos cientos de millones al contribuyente que paga impuestos en Estados Unidos, bellamente situada frente a la sede de las Naciones Unidas.
Aquí lo que es grosero, mal educado, impertinente, me atrevería a decir también infantil, como dice mi colega, es pretender confundir a la gente con farsas publicitarias de ese tipo.
Lo que es obsceno es violentar los propósitos y principios de las Naciones Unidas, es ignorar una Resolución expresa de la Asamblea General con relación a los fines y las formas que rigen para la convocatoria de eventos por parte de los Estados miembros en la sede de las Naciones Unidas.
Lo que es inaceptable es pretender usar el magno salón de la Ecosoc para actuar como fiscales, de una manera que Naciones Unidas no admite, sin tener la menor autoridad moral, utilizando a fantoches, a los que paga e instruye, incluido un agente extranjero sancionado en Cuba por delitos cometidos contra el orden constitucional, pero que curiosamente vive de esto fuera de Cuba desde el año 2010, se dice que recibe pingües dividendos, se dice que ha recibido más de 100 000 dólares que, curiosamente, administra su esposa, que es la responsable de finanzas de un “cucurucho” de organización en la que hay una decena de personas, o que hayan movido a un representante de una supuesta organización no gubernamental, de un grupo fantoche que recibió en lo que va de año, si la memoria no me traiciona, 296 000 dólares de una fundación que financia el Gobierno de los Estados Unidos y que se dedica básicamente a atacar a Cuba. La fundación se dedica a atacar la democracia a escala de mayor envergadura que la de nuestra pequeña isla.
Lo que debo decir es que es deber y obligación de cualquier diplomático defender la verdad, respetar las normas diplomáticas, conducirse con apego a los reglamentos. Es deber también de cualquiera de nosotros, y así me parece que lo entienden muchos en las Naciones Unidas, impedir que se violen los procedimientos, se ataque a Estados soberanos, se intente hacer prevalecer la mentira.
Cuba no tenía la opción de estar ausente a un evento en que supuestamente se le calumnia y se le ataca por parte de otro Estado. Y lo que sí es profundamente inaceptable es que en un evento, organizado con toda premeditación y de manera oculta contra Cuba, con violación de todos los procedimientos, se niegue el uso de la palabra a mi país.
Sergio Gómez (Cubadebate).- Ministro, esta tendencia de la agresividad de la actual administración estadounidense parece que continuará en el tiempo. Mi pregunta es: ¿Cuál es la estrategia o cuál es la posición cubana para hacer frente a estos chantajes y a estas presiones contra otros países en Naciones Unidas para que cambien su voto respecto al bloqueo? Y en ese mismo sentido, ¿qué relación ve usted en esta política de la administración Trump con otras acciones de política exterior de esta administración republicana, que algunos exmiembros del Gobierno y también fuentes anónimas califican de caótica?, me refiero a la salida del Consejo de Derechos Humanos, al abandono del Acuerdo de París.
Bruno Rodríguez.- Cuba tiene una política exterior de principios, históricamente fundamentada, sólida y que obedece al mandato, a la voluntad de nuestro pueblo, que nuestra diplomacia se honra en representar.
En estos días, se discute profunda e intensamente en nuestro país sobre el Proyecto de Constitución de la República, que contiene precisamente esos elementos en su articulado, contiene los fundamentos de política exterior en su Artículo 16, contiene otros como el desconocimiento de tratados adoptados en condiciones de amenaza o presión; es decir, establece los fundamentos de la política exterior, y esto está siendo sometido a discusión popular en Cuba. No tengo un dato de cuántas enmiendas nuestro pueblo habrá propuesto en relación con los artículos más directamente relacionados con la política exterior, pero estoy seguro de que deben ser algunos cientos.
En la discusión popular, aquí en el Minrex únicamente, en las asambleas de consulta popular entiendo que ha habido varias decenas de propuestas de enmiendas en relación con estos aspectos.
Yo no sé si el Gobierno de Estados Unidos u otros gobiernos que se califican de archidemocráticos estarían en condiciones de someter a discusión popular su política exterior o los métodos mediante los cuales se accede o no a tratados, o las formas y las facultades para declarar la guerra a otro Estado y mandar jóvenes a morir allí.
No sé qué pasaría si al Gobierno de Estados Unidos se le antojase someter a discusión popular su postura sobre el cambio climático y el Acuerdo de París, o sobre la Convención de Protección de los Derechos de los Migrantes, o la Convención de la Mujer, o la Convención de los Derechos del Niño, o el tema del derecho a la alimentación.
Lo que puedo decir es que lamentamos que el Gobierno de los Estados Unidos avance en un curso de confrontación con Cuba, que tendrá la respuesta que las circunstancias demanden dentro de la tradición patriótica y de defensa de la independencia de nuestro país.
De manera que la firmeza de principios, la intransigencia en la defensa de la soberanía nacional estará, como a lo largo de estos 60 años de Revolución, acompañada de una voluntad de paz, de una disposición al diálogo, de una inclinación a la cooperación en las áreas que beneficien a ambos pueblos. Que escuchará la opinión mayoritaria de la sociedad estadounidense sobre cualquier tema, pero que lo hará sobre la base de fundamentos inamovibles de igualdad soberana, respeto mutuo y ejercicio de la libre determinación.
Sobre la segunda pregunta relacionada con los cambios, debo ser respetuoso, prefiero que sean los propios estadounidenses los que juzguen cómo aprecian la conducta y el desarrollo de sus instituciones. Son ellos los que pagan los impuestos y las mantienen, son ellos los que financiaron el evento del Ecosoc del otro día, son ellos los que financian el trabajo diplomático. Me imagino que el salario del señor Gallegos es generoso. Son ellos los que actúan de esta forma frente a la opinión pública estadounidense, muchas veces manipulada, muchas veces engañada, muchas veces privada de información que se censura, lo mismo en plataformas tecnológicas que en la gran prensa. Y espero también que en las elecciones de medio término los ciudadanos norteamericanos se puedan expresar de manera democrática, que los cientos de miles a los que les impidieron votar en las últimas elecciones presidenciales ojalá puedan votar ahora en las de medio término, pero no quiero hacer juicios sobre asuntos que son privativos del pueblo estadounidense.
Evgueny Zadorovsny (Agencia TASS).- Buenas tardes, señor Ministro. Mi pregunta es: Hoy el Parlamento de Rusia discutía el apoyo a Cuba en la situación del bloqueo por parte de Estados Unidos, y el senador Sergey Kalashnikov ha hecho una declaración, que una visita oficial del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez se espera el 1ro de noviembre en Moscú. ¿Podría el Ministerio confirmar esta información? Y en caso de confirmación, ¿Este viaje sigue en otros países?
Muchísimas gracias.
Bruno Rodríguez.- Gracias. No es el tema que estamos tratando, pero puedo confirmar que el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez realizará visitas oficiales en los próximos días a la Federación de Rusia, a la República Popular China, a la República Popular Democrática de Corea, a la República Socialista de Viet Nam y a la República Democrática Popular Lao, y hará tránsitos por capitales de Europa Occidental.
Lorena Cantó (EFE).- Buenas tardes, Canciller.
Usted ha dicho inicialmente que las enmiendas que está tratando de impulsar Estados Unidos se basan en una Resolución anteriormente aprobada sobre un tercer país. ¿Podría, por favor, precisar eso, de qué país se trata?
Bruno Rodríguez.- No, no podría, no sería educado de mi parte hacerlo. Yo no he dicho que haya sido necesariamente una Resolución aprobada, he dicho solamente que es lenguaje tomado de una Resolución contra un tercer país. No debo dar detalles, me imagino que a ningún país le gustaría ser citado por un tercero en un asunto que es no solo bilateral, entre Estados Unidos y Cuba, sino que atañe a la comunidad internacional en su conjunto.
Les agradezco mucho. Estaremos en contacto y seguramente tendremos buenas noticias el 31 de octubre.
Muchas gracias.