Seis meses antes de cumplir 15 años, el 12 de junio de 1958, Humberto Alejo Pérez Jara empezó a trabajar como limpiapiso en el banco de Mayajigua, poblado hoy perteneciente al municipio de Yaguajay, en la provincia de Sancti Spíritus.
Para acceder al puesto, su padre tuvo que gestionar tres cartas de recomendación de personas que poseyeran allí una abultada cuenta bancaria. Por ser menor de edad, su paga salía por un comprobante de gastos.
Así inició su vida laboral el actual director territorial de Cadeca para la región espirituana y avileña, quien acaba de recibir el sello que otorga el Banco Central de Cuba por 60 años de servicio en el sistema bancario.
No son pocas las peripecias que Humberto jalonó en tan extensa trayectoria laboral. El humilde empleado de oficina que llegó a ser al cumplir sus 18, poco a poco ascendió hasta director por 12 años del entonces Banco Nacional de Cuba en el municipio de Taguasco. En 1997 le dieron la tarea de crear la gerencia de las Casas de Cambio en la provincia espirituana, con responsabilidades que fueron in crescendo hasta su cargo actual dentro de esa institución.
La discreción, la puntualidad, la disciplina, son algunos de los principios o fundamentos profesionales que, según Humberto, deben caracterizar a los trabajadores bancarios. Al respecto recuerda la importante y muy secreta operación del cambio de moneda en agosto de 1961, cuando como oficinista recibió el encargo de crear los centros de canje en su natal Mayajigua.
De los cambios que el sistema bancario vivió durante estos 60 años, el veterano directivo destaca los derechos laborales de sus empleados, quienes ya no necesitan cartas de recomendación ni favoritismos, sino solo su honradez y calificación profesional, asequible para cualquier persona, sin distinción de género o color de la piel.
En particular enfatiza en la creciente fuerza femenina que distingue a su organización y al sistema bancario en general, con una mayoría de mujeres que hoy desempeñan importantes cargos de dirección. Muchas veces son más amables y eficientes que nosotros los hombres, asegura Humberto, para quien el valor de una sonrisa es tal vez uno de los activos principales en la taquilla de un banco.
Por ello insiste en la necesidad de mejorar la calidad del servicio en el sector. Ese es el primer punto del orden del día de todos sus consejos de dirección con las sucursales de Cadeca en las dos provincias que dirige. La población se queja mucho, y satisfacerla es nuestra razón de ser, admite.
A punto de cumplir sus 75 años de vida, Humberto atribuye a la suerte tener una buena salud que le permite realizar su labor de dirección, tanto como el apoyo de su esposa, Olga García Núñez, junto a quien merecería también alguna otra distinción, luego de 50 años de matrimonio.
De aquel banco a punta de lápiz que conoció en sus comienzos, hoy no es posible imaginar los servicios bancarios sin las tecnologías y los programas informáticos, aprendizaje que Humberto considera indispensable para un bancario, tenga la edad que tenga.
El mayor de sus tres nietos hace poco concluyó sus estudios de Ingeniería en Telecomunicaciones. Tiene una hija fisiatra y un hijo estomatólogo que es vicedecano de la Facultad de Ciencias Médicas en la Universidad de Sancti Spíritus. Gracias a la Revolución pude lograr con ellos lo que mis padres no pudieron ofrecerme a mí, confiesa con cierta nostalgia reverente. Tal vez esa sea la mayor fortuna de este inveterado trabajador bancario.
Felicidades Mayajiguero o Mayajiguense, de parte de un coterraneo de esa hermosa tierra de Mayajigua.
Luis Gerrado Cabrera Trujillo