Reparar cosas; inventar de la nada; pensar cómo hacer que algo funcione mejor. Esas serían las esencias básicas de cada uno de los más de 11 mil afiliados de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir) que en Camagüey permiten que muchas fábricas, empresas… ideas continúen existiendo o produciendo.
Quizás por eso la organización impulsa las invenciones, aplaude ideas y festeja jornadas, talleres para homenajear a esos aniristas que tanto aportan.
Única y en pie
Camagüey cuenta con la UEB Fábrica de Tejas Infinitas, única de su tipo en Cuba, que acumula unos cuantos años y achaques. Allí se producen tejas acanaladas de fibroasfalto para las cubiertas de viviendas y unidades del Ministerio de la Agricultura de todo el país, además de subproduciones a partir del cartón.
Pero su antigüedad provoca que para poder cumplir, siempre que haya materia prima, necesiten del apoyo de sus 37 aniristas, que resucitan las maquinarias procedentes de finales del siglo XIX.
Entre sus últimas invenciones sobresale el diseño de dos torres para la absorción de gases contaminantes al medio ambiente y la modificación del conducto de extracción de vapor en un horno de impregnación. Ambos, según comentó Remberto Santana Perdomo, presidente del buró provincial de la Anir, son buenos ejemplos de lo que hace la vanguardia anirista en el territorio. Algo que se necesita cada vez más
Por eso, y porque contribuyen al desarrollo de la economía nacional, fueron reconocidos con la Condición 8 de octubre, máxima categoría que otorga la organización, como parte del inicio de la jornada por el Día del Innovador en la provincia.
Pa’ hacer carbón de marabú también se innova
La inventiva no es solo cosa de grandes factorías. Una buena idea, una pieza adaptada, “un invento loco” le viene bien a cualquiera. Y por eso en medio del monte, entre carboneros y sembradíos allá por el municipio agramontino Jimaguayú, Aliesky González, ingeniero industrial, se convirtió en el “solucionador estrella” de cuanto problema se presente en la UEB Maraguán, perteneciente a la Empresa Pecuaria Maraguán.
En sus 38 años de vida ya son varios los “éxitos inventivos” que acumula en su curriculum. “Cuando me gradúo de ingeniero industrial lo hice con un aporte directo al Central Siboney en el aprovechamiento de biomasa gracias a una adaptación del turbo generador de la planta de energía”, cuenta Aliesky.
Mas no hizo mucho más en el central. Quizás porque, como dicen sus actuales compañeros de la Unidad de procesamiento del carbón perteneciente a la UEB, en cuanto supieron de sus conocimientos lo fueron enamorando para que se quedara con ellos.
Primero le pidieron ayuda en la reparación de una zaranda, instrumento que contribuye a seleccionar el carbón de marabú con mejor calidad, y luego lo motivaron a diseñar otras,a seguir innovando.
“Estas máquinas se rompían mucho – explica— y yo las arreglaba, pero un día se me ocurre diseñar un sistema nuevo que aumentara la vida útil del equipo y mejorara también la calidad en cuanto a la clasificación del carbón.
“Normalmente ellas limpian el carbón que llega y le quitan las pajas, lo benefician. Algo esencial para la exportación del mismo. Pero se me ocurrió incorporarle 3 mallas más para lograr que los pequeños que no están en el rango de venta de 25 a 40 centímetros no vayan a las pilas”.
Pero sus neuronas no descansan y por ahora ya anda pensando cómo aprovechar las pequeñas partículas que aún quedan. Dice que si elabora un máquina que haga briquetas, bloques que generan calor y sirven de biocombustible, podría aprovecharse hasta el último pedazo del marabú.
En cualquier rincón de la Isla se encuentran iniciativas que generan ingresos y disminuyen gastos, por lo que ponerle inventivas para su efectividad va siendo prioridad/necesidad; esos sueños no se edifican solos.