Pocos hombres pueden decir que han vivido las experiencias del poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director de Teatro Cimarrón, Alberto Curbelo Mezquida, quien conoce como la palma de su mano el secreto de conquistar a los públicos más difíciles y exigentes. Él y los actores de su compañía han desarrollado una intensa labor comunitaria en las localidades más apartadas del país, donde escasean bibliotecas y salas de presentaciones artísticas.
Cuentos, fábulas y poemas de figuras imprescindibles de la cultura cubana e hispánica son llevados al escenario con una mirada intimista y renovadora, en busca de sembrar la semilla del saber en los más pequeños.
“Los niños asimilan mejor la poesía desde el teatro”, asegura este camagüeyano de ojos grandes y mirada intensa, considerado uno de los dramaturgos que más ha recreado la cultura de los pueblos originarios del Caribe, saberes que completó y perfeccionó durante su estancia en el municipio de Sierra Cubita, en Camagüey.
“Allí existen evidencias arqueológicas de los indios cubanos que me sirvieron de base para mis obras. También formé parte del grupo de espeleología, con el que indagué y extendí mis investigaciones a América Latina. Hasta donde he podido, explicó, he estudiado a los araguas (oriundos del Orinoco que poblaron las Antillas) y convertido en personajes teatrales”.
Una de las principales características de Teatro Cimarrón es la versatilidad de sus intérpretes (Mercedes Hernández, Eudie Leslie, Josefina Izquierdo y Noslén Sutil Castro), al ser capaces de realizar teatro infantil y para adultos. Cuentan con una formación integral que les permite manejar títeres, bailar ritmos afrocubanos, folclóricos e hispanos.
“El trabajo es agotador”, aseveró Curbelo Mezquida. “A veces tenemos dificultades por la entrada y salida de actores, lo cual obliga a volver a montar las piezas e iniciar el proceso. Los muchachos que llegan de la Escuela Nacional de Arte y de la Universidad de las Artes todavía no están preparados y hay que empezar con ellos desde cero”.
Una de las experiencias más interesantes para los integrantes de la reconocida agrupación ha sido su actuación en centros penitenciarios, labor que los ha llevado a ser protagonistas de hechos sorprendentes. “En una prisión en Santa Cruz del Norte nos pidieron Amor con amor se paga, de José Martí. El coronel de la cárcel me dijo: ‘Quiero que hagas esa puesta en escena’. Al comenzar la presentación, los presos recitaban los bocadillos de la obra porque ellos tenían el libro y lo estudiaban. Fue algo fenomenal”, aseguró este polifacético creador.
“Hemos trabajado además con niños agresivos que han terminado llorando y han dicho: ‘Yo solo les pido que vuelvan otra vez´. Esos muchachos no conocían el teatro”.
No han sido estos los únicos sitios en los que han regalado su arte como el más preciado de sus tesoros, gracias a esa vocación comunitaria y altruista, que por más que parezca un cliché, constituye la leitmotiv que mueve las pasiones de Teatro Cimarrón.
“En nuestras presentaciones en hospitales los niños se divierten al máximo. Resulta un poco doloroso al saber que ese pequeño tiene una situación difícil, pero verlos alegres es algo especial. También hemos visto cómo niños autistas, que no tocan a nadie, han terminado abrazados a Mercedes”, añadió.
Aunque es más conocido como dramaturgo, Curbelo Mezquida afirma que lo más visceral de su ser está en la poesía. Tal vez sea el secreto de su viveza intelectual: mirar al mundo desde la lírica y los versos.