El tiempo de esplendor de la Empresa Agroforestal de la provincia de Matanzas (EAFM) no hubiera sido vaticinado ni por el mejor de los oráculos cinco años atrás cuando la insolvencia financiera desplazaba el pago salarial hasta tres meses posteriores a la fecha oficial del cobro.
Fluctuación laboral primero, éxodo casi masivo después, lo sucedido aconsejaba desintegrar la entidad, fusionarla o buscar otra alternativa.
Probablemente su relevancia estratégica sugirió un último intento. Las remotas posibilidades de enderezar una Agroforestal demasiado torcida podrían lograrse con un nuevo director, ¡otro más!, dirían no pocos incrédulos. Pero alguien recordó la empresa que anteriormente había “salvado” el propuesto, y por él apostaron.
A Jorge Díaz Mirabal no le gustan los elogios. Baja la cabeza, se alisa el cabello. “Periodista, le pido hablar de los 600 trabajadores y del consejo de dirección, ellos son los protagonistas de esta historia”, intenta persuadir, pese a que un secreto a voces echa raíces. La suerte de la EAFM, dicen, comenzó a transmutar en noviembre del 2012, fecha de su promoción al cargo.
Hoy, nadie lo duda, es ejemplo de empresa estatal socialista, considera Aracelia Chávez, al frente de la esfera de Emulación en el Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en Matanzas.
“Sus éxitos acaban de ser coronados con el trofeo Por las Sendas del Triunfo, categoría emulativa ganada por segundo año consecutivo, clara señal de eficiencia de un colectivo también merecedor de la Bandera de Proeza Laboral, como reconocimiento a las jornadas de recuperación luego del paso del huracán Irma”.
Los saldos de la diversificación
Pudiera decirse que en la historia de la Agroforestal, el 2017 es un año particular. El ascenso al perfeccionamiento empresarial coincidió con los 7 mil 85 metros cúbicos de madera aserrada, cantidad conseguida por primera vez en la última década, un comportamiento que van repitiendo en el 2018.
La oportuna entrada de camiones, maquinarias, modernos equipos de extracción y la organización de los procesos productivos, se conjugaron “en el cumplimiento de los planes, y nos permitieron ir, poco a poco, aproximándonos a los rendimientos y eficiencia potenciales”, propósitos claves, enfatiza, en el deseo de extraerles a los bolos toda la madera posible. “Solo así podemos satisfacer sin contratiempos las demandas del Ministerio de la Construcción, Servicios Comunales o Tabacuba”, entre sus principales clientes.
En Camagüey, Ciego de Ávila y en la propia Matanzas, emplean las tablas salidas de los aserraderos de una Agroforestal convencida de los dividendos que la diversificación suele ofrecer.
Junto con la fabricación de cajas y cuadros de colmenas, destinados a la apicultura, en la carpintería de alta tecnología ubicada en el municipio de Martí elaboran también los llamados cuatro patas (soportes de colchones), mesas para computadoras, bancos y zapateras, de gran aceptación popular.
Su carbón vegetal ya arde en mercados europeos. En el 2017, por ejemplo, excedieron las cifras para la exportación. “Si logramos llegar a las mil 500 toneladas en este renglón y a los 7 mil 500 metros cúbicos de madera aserrada —plan de este año—, obtendríamos ventas cercanas a los 17 millones de pesos, lo que nos pondría en el camino de acariciar los 20 millones de pesos”, el redondo número impensado un lustro atrás, cuando solo lograron 4 millones.
Monte adentro
A más de 100 kilómetros de la urbe matancera, sede de las oficinas centrales de la Agroforestal, queda San Pedro de Mayabón, poblado de Los Arabos donde radica el aserradero Roberto Sotolongo, la industria que garantiza casi el 80 % del plan provincial. Es su puntal, prácticamente el corazón de la EAFM.
Siete son las brigadas allí agrupadas. Tres laboran en el monte. Se fajan con el marabú, es muy duro eso, advierten los responsables de los hombres y mujeres que han convertido a la UEB de ese municipio en la mejor entre todas.
Otra batalla se libra con los equipos de un aserrío llegado a Cuba de segunda mano. “Algo de eficiencia se nos va por esa obsolescencia tecnológica”, lamenta Díaz Mirabal. “La solución está en aprovechar los troncos al máximo. Los de 14 cm de diámetro son los óptimos”.
Carlos Cera gana más luego de que en la sierrita sacan listones de la costanera, sobras que antes botaban y ahora convierten en tablas.
Algunos de esos listones sirven para fabricar parles y cajas comercializadas con la Empresa de Acopio. Antes pasan por las manos de Yenier Pérez y de Dennis Aguerrebere, contentos de ocupar plazas atractivas para la mayoría de los jóvenes de San Pedro Mayabón. “Se cobra muy bien aquí”, coinciden.
“En la expansión está nuestro triunfo. Añadimos ese renglón y creamos también puestos de trabajo”, pondera el director, mientras, ya en el carro, promete llevarme a un lugar decisivo en el presente y futuro de la EAFM.
El vientre que es el vivero
El vivero es matriz, el vientre de donde nacen cientos de pinus caribaea, nombre científico del conocido pino cubano, una suerte de reproducción asistida practicada allí, imagino al escuchar las explicaciones de la ingeniera Lidaimis Herrera.
En decenas de tubetes colocan la semilla. La agromena, fertilizante orgánico introducido a inicios del 2018, proveerá la postura de adecuada coloración, tamaño y fortaleza. Ese sustrato resulta variante idónea para optimizar los procesos, la producción y la eficiencia, afirman desde las oficinas centrales de la Agroforestal, Migdalia Pi y Geidy Tejera, especialistas en calidad.
En embases sellados y con la garantía certificada, llega desde la Planta Procesadora de Fosforita, en Unión de Reyes, la materia de probada factibilidad y que, entre otras de sus ventajas, cuenta la de conseguir posturas resistentes a plagas.
Según Migdalia, el tubete, que desplazó las tradicionales bolsitas de nailon, constituye una técnica humanizadora del trabajo en un lugar abundante en compañeras.
Lo que la buena atención devuelve
En sus siete unidades empresariales de base, cinco productivas y dos de servicios, la EAFM implementa un programa de atención que en esencia procura el favorecimiento de ambientes laborales motivadores.
Centros pintaditos, limpios, organizados, sostienen una cultura del detalle asombrosa. Adecuados comedores, calidad de la comida y garantía del más mínimo recurso, conforman requisitos indispensables en la gestión de la EAFM. “Quien no los asegure, indica Díaz Mirabal, tampoco podrá esperar milagros en el cumplimiento de los planes”.
Mil 123 pesos de salario medio en el 2017, y los beneficios del pago del llamado mes 13 por la eficiencia económica, hablan alto y claro de cómo los afiliados asumen sus tareas, confiesa Dania Ramírez Cabrera, secretaria general del buró sindical.
Con más de 23 años en la entidad, ella asegura ser parte de un momento poco probable cinco años atrás. “La gente anda muy contenta. Cuando el director es ejemplo, nadie se niega a seguirlo. Es verdad que a él solo no pudieran atribuírsele los triunfos, pero de que es líder, lo es”.
Sin embargo, Díaz Mirabal subraya: “No estamos satisfechos, faltan muchas cosas por hacer, deficiencias por erradicar, sobre todo en el control interno”, habla, mientras sostiene uno de los dos trofeos Por las Sendas del Triunfo, tácita evidencia de que el refrán no siempre se cumple: Árbol que nace torcido… sí endereza.