Por Gabino Manguela Díaz, Jorge Pérez Cruz, Lianne Fonseca Diéguez y Ramón Barreras Ferrán
No habría que ser un erudito para hacer propio el criterio de que lo óptimo es que el plan económico de un centro laboral u empresa surja precisamente allí, en el lugar donde se crean las bases materiales y de servicios, según criterios de esos mismos trabajadores; pero ¿realmente es así?
En eso meditaba al valorar la presentación e información del plan y presupuesto correspondientes al actual año, al comprobar la necesidad de que esa planificación se parezca cada vez más a la realidad en que vivimos y laboramos, y al pensar en la objetividad y realismo imprescindibles para que ese proceso ponga en lugar privilegiado la mayor cantidad de reservas existentes.
En días recientes concluyó nacionalmente la presentación en los colectivos laborales del plan y presupuesto para el 2018, y si bien es mayoritario el criterio de que se apreciaron avances en dicho proceso, aún subsisten dificultades que de alguna manera entorpecen la prevalencia del rol protagónico de los trabajadores en nuestro sistema económico social.
Bajo el concepto de que el plan de la economía no es un asunto de tres o cuatro meses, sino de todo el año, el movimiento sindical se propuso para este 2018 aumentar la calidad del proceso, y concluye en que, “más allá de las críticas por lo mal hecho y los elementos aún no resueltos, hubo más participación de los trabajadores en las asambleas respectivas”, según expresó Milagro de la Caridad Pérez Caballero, integrante del Secretariado Nacional de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Una de cal y otra de arena
Para la sindicalista, al frente de la esfera de asuntos económicos de la CTC, “a la hora de conformar el plan, se hace preciso avanzar en la participación de quienes producen y crean”.
Sobre el mismo tema Salvador Valdés Mesa, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, refirió que hoy los planes se están ajustando más a lo que se quiere. “Pero se dan muchas chapucerías al conformarlos y tenemos problemas para cumplir lo que se planifica”.
Claro, el país se debate ante una complicada realidad económica y la planificación centralizada es garante de una indispensable armonía entre todos los actores productivos, llámense empresas, unidades de base, talleres u otros centros.
Sin embargo, se impone una más adecuada coordinación institucional de la CTC y los sindicatos nacionales para aumentar el aporte de los trabajadores en el momento de concebir el plan, en pro de una mayor objetividad en la planificación y un mejor esclarecimiento para las diferencias entre lo que se proyecta, y lo aprobado finalmente.
A eso se suma la entrega fuera de la fecha prevista de los calendarios acordados para las asambleas y la falta de calidad en la preparación de los cuadros, dirigentes sindicales y trabajadores en algunos sectores, lo que ha dañado la calidad del proceso.
Sin duda, existe un marcado desacuerdo con que las cifras directivas sean trazadas a partir de tendencias y no del contacto directo con los escenarios laborales, sus características y condiciones propias. Ese constituye el meollo, esencia para el avance de la economía nacional, y también de las finanzas individuales de cada cual.
Asimismo, se aprecia inconformidad con los reiterados ajustes de las metas, algo generalizado y no siempre sustentado en razones objetivas. Parecería poco serio, pero con relativa frecuencia se observan tales readecuaciones en planes ya concebidos y aprobados.
Por lo anterior, el instante quizás más importante para los centros laborales es cuando enjuician sus posibilidades para hacerse de un plan realista, en que se exploten cada una de sus capacidades y pongan a tope intereses particulares y nacionales.
De todos modos, Alfredo Vázquez, jefe del Departamento de Eficiencia Económica de la CTC, reiteró que este año hubo una mayor responsabilidad gubernamental para garantizar las bases del proceso y que las cifras concebidas llegaran más oportunamente a los colectivos.
No obstante, Vázquez precisó que “la práctica actual es que el presupuesto se aprueba en diciembre en la Asamblea Nacional, y a partir de ahí se emite y desagrega según los plazos establecidos, pero lo mejor sería buscar mecanismos para acometer tal proceder con antelación, aunque posteriormente haya que hacer algún ajuste”, subrayó.
Con respecto al pasado 2017, y ante reclamos de la propia economía y del movimiento sindical, en esta ocasión fueron de importancia las medidas adoptadas por los organismos globales para garantizar la desagregación del plan antes del 30 de enero.
Lamentablemente “aún en abril del 2018, hay centros a los que no les han llegado las cifras. Incluso nacionalmente, hasta el 10 de este mes, restaban más de 400 asambleas, aunque a decir verdad, a nivel de todo el país el proceso superaba el 99 %”, dijo Pérez Caballero.
Al respecto la tardanza en la desagregación de las cifras provoca que muchos colectivos laboren los primeros meses del año sin conocer con exactitud sus planes, incertidumbre que no es buena para el desarrollo.
Favorables apreciaciones sobre la etapa concluida aportó Alcides Betancourt Caraballo, del Secretariado Provincial de la CTC en Holguín, y a cargo de la esfera económica. “El proceso transcurrió con calidad, en gran medida por la preparación de cuadros sindicales y dirigentes administrativos para dar mejores respuestas a los trabajadores, fundamentalmente por la atención que dedicaron directivos nacionales a los planteamientos surgidos a nivel de base”.
En esa provincia las asambleas sirvieron para analizar las dificultades que mellan el proceso productivo y de prestación de servicios, en especial aquellas que se relacionan con la inestabilidad en el arribo de materias primas, carencia de piezas de repuesto, obsolescencia de equipos en las áreas de producción, insuficientes medios de protección, ropa y calzado de trabajo, problemas con el transporte obrero, e inconformidades con los sistemas de pago, entre otras.
A pesar de las dificultades, el saldo es positivo
Prácticamente en todo el país hubo problemas con la desagregación en cuanto al monto de las partidas, en específico por la tardanza en la llegada de esas cifras a las entidades.
La tendencia de los planteamientos abarcó un amplio diapasón de temas, entre estos, la incomprensión y discrepancias con los sistemas de pagos aplicados y mala calidad de los medios de protección, algo generalizado nacionalmente.
En Las Tunas, según criterios allí recogidos, hay muchos casos que demuestran que no son pocos los avatares del plan, y que las limitaciones financieras han de asumirse como retos que exigen transparencia en la información a los trabajadores, agilidad en las respuestas y adopción sabia de providencias para disminuir su impacto en el ambiente laboral.
Por ejemplo, el colectivo de trabajadores del establecimiento tunero Centro de Carga del Ferrocarril tiene un plan de operar diariamente cinco casillas, como indicador formador de salario, pero solo les garantizan como promedio 1,5 casillas, lo que les impide el cumplimiento.
Katia María Rodríguez Ramos, secretaria general del Buró Provincial del Sindicato de Cultura, insiste en que aún persisten problemas a la hora de concebir los planes y reseña que en los últimos años hay reducciones en el presupuesto del sector, una medida, en su criterio justificada, aunque considera que debe llevar aparejada otros análisis, “pues afecta la programación, la recaudación y, sin embargo, eso no es valorado para definir los ingresos”.
Dijo asimismo que los músicos allí constituyen uno de los segmentos más afectados, “siguen los impagos cuando logramos trabajar, al punto de que todavía está pendiente la retribución por el trabajo en el carnaval celebrado en septiembre del pasado año”.
Por su parte, Leptis Valentín Pérez, secretario general del buró sindical de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos Barbarito Diez, también de Las Tunas, dijo que continúa la negativa de los centros gastronómicos de abrir sus puertas a la música viva”.
Las respuestas no pueden ser frías, pero suele ocurrir
Está claro que en la inmensa mayoría de las industrias la obsolescencia tecnológica es una causa que obstaculiza la gestión, y que, a pesar de los problemas financieros, el país se empeña en la reconversión tecnológica, con resultados tangibles en algunas áreas.
Eso lo entienden nuestros trabajadores, como también son conscientes de que las finanzas a veces no alcanzan para importar las materias primas con el dinamismo que exigen los procesos, pero esos imponderables no pueden convertirse en relatos fríos, impersonales como suele ocurrir.
El fenómeno reclama sentido de pertenencia, transparencia y, sobre todo, información y el ajuste oportuno de los planes para que no se afecten los ingresos salariales por causas ajenas a los trabajadores.
No se trata de pagar sin respaldo productivo, sino de adoptar a tiempo medidas que contrarresten esos desafueros, previsión, consulta, acercamiento al sentir de los colectivos y a sus experiencias, porque en la proyección de los planes técnicoeconómicos no puede admitirse la improvisación, ni que el formalismo se empodere.
Ciertamente en los centros laborales se reconoce que muchas producciones están sujetas a la importación de materias primas, y que la solución depende de recursos financieros, pero también de mayor agilidad en su gestión.
De hecho, no puede entenderse que, a veces, estén en frontera y por problemas organizativos no lleguen con la celeridad exigida a los centros de elaboración y a otros escenarios productivos. Tal fenómeno sale a relucir con gran frecuencia en las asambleas de análisis del plan y el presupuesto.
Comprometer al colectivo con el plan o el presupuesto
Para Luciano Fernández Marrero, miembro del Secretariado Provincial de la CTC en Cienfuegos, en nuestro caso ha faltado ese trabajo en equipo donde se vea la presión de todos y no solo de la CTC y los sindicatos en cuanto a la exigencia para cumplir con los cronogramas y las fechas establecidas para desagregar hasta el nivel de entidad, que es donde se van a ejecutar las acciones productivas o de servicios.
Al valorar la atención que dan las entidades y los organismos a los planteamientos que se formulan en las asambleas de análisis, dijo que los puestos de dirección a nivel municipal, con la participación de los organismos globales, pueden ayudar mucho, en especial en las respuestas que deben darse en esa instancia, las que en cada proceso significan más del 90 % de los planteamientos.
“Hoy es insuficiente lo que se ha hecho, y se necesita mayor exigencia. De lo contrario corremos el riesgo de perder el objetivo fundamental del proceso, que es comprometer al colectivo con el cumplimiento del plan o el presupuesto”, aseveró el dirigente sindical cienfueguero.
La desagregación es responsabilidad administrativa
La práctica demuestra que todavía falta mayor exigencia de las organizaciones sindicales en todos los niveles y, fundamentalmente, en la base, donde se materializa el plan, en aras de un mayor control de los trabajadores sobre los procesos que protagonizan.
Al respecto Ulises Guilarte De Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, subrayó que el proceso de presentación del plan y el presupuesto deja un saldo favorable. “No todo el que queremos, pero sí favorable”, especificó.
Al valorar las tantas problemáticas que se expresan como parte del citado proceso, Guilarte De Nacimiento señaló que efectivamente hay deformaciones en cuanto al empleo y el salario, pagos sin respaldo productivo, desfavorables correlaciones entre el salario medio y la productividad.
“Hay que insistir en que las claves de todos estos temas se llama productividad del trabajo; podemos hacer cualquier cosa que si no se refleja en la productividad, pues no avanzamos. Tenemos que insistir en la forma y diseño de los sistemas de pago y destrabar la productividad en un ámbito de ordenamiento, lo que pasa por la planificación.
“Hay que reiterar en que en la conformación del plan tenemos la vía para aportar, argumentar, discutir por qué no exportamos; los trabajadores tienen que saber que si no cumplen el plan, pues entonces tienen una deuda con el país”.
En la más reciente reunión del Secretariado Nacional de la CTC, Salvador Valdés Mesa afirmó que “la desagregación del plan es una responsabilidad administrativa; pero también es importante que las asambleas ganen en calidad, pues si no se propicia lo que se presenta a los trabajadores, no se logra nada”.