Sus virtudes las resumo en una idea: ha cumplido siempre con su deber y lo ha hecho con serenidad, modestia e inteligencia.
A Miguel Díaz-Canel Bermúdez, elegido como Presidente de la República de Cuba, hombre de 57 años, ingeniero eléctrico y Máster en Dirección, la vida lo llevó hasta el lugar que actualmente ocupa a partir de la consagración, la dedicación y una sensibilidad extraordinaria para entender las prioridades, incorporar la participación colectiva y percibir el sentido común.
Lo recuerdo en la Universidad Central de Las Villas, donde estudió, fue profesor y secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas. Allí compartimos escenarios y discusiones profundas en las que siempre sus certeras observaciones sobresalían en los análisis.
Luego, como primer secretario de la organización juvenil en la provincia, impulsó planes agrícolas con el propósito de encontrar una alternativa alimentaria para la ciudad de Santa Clara en un lugar lejano que tiene bien puesto el nombre: El Destino. Apoyó conciertos de reconocidos artistas como Kiki Corona, Manguaré, Moncada; y caminatas al Turquino…
Cuando fue designado primer secretario del Partido Comunista de Cuba, PCC, en Villa Clara, Díaz-Canel tenía el pelo largo, recuerdo que lo llevó ensortijado cerca de los hombros como muchos de su edad. En aquel entonces tenía 34 años, montaba bicicleta, jugaba softbol y baloncesto, asistía al Concierto Dominical de la Uneac con su familia, no tuvo prejuicios para apoyar a Ramón Silverio, promotor del centro cultural El Mejunje, estimuló la creación en la provincia de la base de entrenamiento del equipo nacional de polo acuático femenino…
También llevó adelante los proyectos de Trabajadores Sociales e Instructores de Arte, aunó a científicos, productores e industriales para potenciar el programa azucarero, supo darle seguimiento a la construcción del pedraplén Caibarién-Cayo Santa María y al desarrollo turístico del nordeste de Villa Clara. Ante amenazas e impactos meteorológicos, que fueron varios, entre ellos Lili y Michelle, extremó precauciones, alentó, dio confianza a los damnificados, dirigió la recuperación de los daños.
Fue elegante y cortés con su santidad el Papa Juan Pablo II durante su misa en Santa Clara. Defendió con contundentes razones, desde las tribunas en que fue orador, las causas del niño EIián González y los Cinco Héroes.
Lo vi guardar silencio cada vez que por alguna razón, después de un gran año de trabajo, los villaclareños no obteníamos la sede del acto por el 26 de Julio. Lo vi convertir en símbolo la réplica de una guayabera que el General de Ejército Raúl Castro Ruz firmó en los hombros a un trabajador donde aseguraba que podíamos ser el territorio vencedor.
Por fin en el 2000 cuando logramos la meta ansiada, lo vi sonreír nervioso, quedarse casi sin voz y disfrutar el éxito, que siempre dijo era de todos. Después de ese julio memorable Villa Clara ha mantenido un trabajo sostenido y es considerada como una de las provincias más estables del país.
Creo que la Plaza Comandante Ernesto Guevara es un sitio excepcional para él y en especial el Memorial, obra que desde su posición de primer secretario del Partido en la provincia, propició que se aunaran criterios de especialistas, arquitectos, historiadores, museólogos y del que ha dicho es un cálido y entrañable lugar. Hasta él vuelve, lo hace con frecuencia, frente a los nichos de los héroes parece recomponerse, renovarse…
Ha confesado que en la madrugada del 29 de septiembre de 1996 logró convencer al Comandante en Jefe para que se reuniera con el pueblo desde la Plaza del Che. El acontecimiento trascendió a tal punto que visitó la Inpud Primero de Mayo, el contingente agrícola Las Marianas, el Instituto de Biotecnología de las Plantas, el contingente Campana de Las Villas, y desde el pedestal del Guerrillero Heroico habló al pueblo.
Díaz-Canel posee capacidad para aclarar conceptos, dialogar y esclarecer ideas. He sido testigo de abrazos sinceros a amigos, de apretones de mano al compañero, del saludo cordial y franco, de los elogios merecidos, de la crítica constructiva…
Quienes le conocemos sabemos que tiene una habilidad especial para dirigir procesos, inteligencia para aunar acciones, motivar y comprometer a muchos para lograr propósitos humanistas, un fervoroso martiano, eterno fidelista, también guevariano; con esa savia, y herencia poderosa de “virtudes que raras veces aparecen juntas”, es posible cumplir con el deber.