El presidente Donald Trump ha vuelto a mostrar las garras del imperio: hacer prevalecer la ley de la selva en las relaciones internacionales y mantener presente la amenaza de una conflagración universal.
Los pérfidos ataques perpetrados de conjunto por fuerzas militares de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido contra el pueblo sirio, constituyen un crimen de lesa humanidad, la flagrante violación de la Carta de Naciones Unidas y de las normas del Derecho Internacional, y representan un grave peligro para la paz y la seguridad.
Tan atroces e ilegales acciones, sustentadas en la acusación nunca comprobada del uso de armas químicas sirias contra su población civil, han colocado al mundo más cerca de una confrontación de impredecibles consecuencias para el género humano.
Ante la consternación y el repudio de gran parte de la comunidad internacional, Washington y sus aliados franceses y británicos han vuelto a sembrar el terror y la desolación en la República Árabe Siria, miembro de la Organización de Naciones Unidas.
Desde su ascenso a la jefatura de Estado, el mandatario estadounidense convirtió a Damasco en objetivo central de sus obsesivos planes de subversión en el Oriente Medio y, en particular, el encaminado a derrocar al presidente Bashar Al Assad. Propósitos instigados por los demás halcones del Pentágono, el lobby judío y el complejo militarindustrial.
En tal sentido, Trump ha dado continuidad con mayor beligerancia a la política de su antecesor en la presidencia del país, Barack Obama, que prohijó a organizaciones terroristas como el autodenominado Estado Islámico, Al Nusra y otras. En referencia a esto, la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, se ufanó varias veces, abiertamente, del apoyo brindado al surgimiento de estas.
El progresivo conflicto desencadenado por el inquilino de la Casa Blanca, desborda el marco bilateral y lo regionaliza e internacionaliza por el protagonismo que en tan candente enfrentamiento desempeñan, Rusia e Irán, países que han reiterado su apoyo a Siria y afirmado que no permanecerán impasibles, sin dar respuesta solidaria a las agresiones norteamericanas a su aliado en el Oriente Medio.
El Gobierno ruso ha sido explícito acerca de la defensa del espacio aéreo y territorio sirios, así como de la debida respuesta que dará a cualquier agresión de EE. UU. que cause bajas mortales a sus efectivos desplegados en ese país.
Es significativo que la decisión de realizar este ataque, al que el Pentágono denomina cínicamente una operación quirúrgica limitada, para “evitar daños colaterales” se produzca cuando el ejército árabe sirio, con la asistencia de Rusia e Irán han desalojado de la ciudad de Guta Oriental, los últimos reductos de las fuerzas terroristas que durante más de siete años causaron 500 mil muertos, 5 millones de refugiados, enorme devastación material y de la infraestructura económica, con el respaldo encubierto o no de potencias occidentales, Israel y Estados del Golfo.
Las tropas de Estados Unidos, ilegalmente ubicadas en territorio sirio con el falso pretexto de combatir a las bandas terroristas, forman parte de la patraña que unida a la del pretendido uso de armas químicas, manipulan los servicios de inteligencia imperialistas a través de una campaña mediática para confundir a la opinión pública, satanizar al Gobierno de Al Assad y tratar de justificar sus acciones punitivas. Métodos que recuerdan los utilizados para invadir a Irak.
La ineficacia de la Organización de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad para evitar esta confrontación en el Oriente Medio, así como otras presentes en escenario mundial, no les posibilita contribuir a una solución de paz que paralice la espiral ascendente de tan potencial peligro que podría retrotraernos a los aciagos tiempos de la Guerra Fría.
Numerosos Gobiernos han condenado el uso indebido de la fuerza contra la nación árabe y han exigido al belicoso mandatario norteamericano y sus compañeros de viaje recapacitar antes de lanzar nuevos ataques militares a Siria. Advertidos están de que si continuaran por el camino de las bombas y los misiles, el pueblo de Estados Unidos, que nunca ha sufrido una guerra en su territorio, también podría padecer trágicas consecuencias.
y no habrá una fuerza capaz en el mundo capaz de ponrele un freno a donald trunp para que deje de atropelar indefensos….
Excelente articulo !!