Hace bastante tiempo a los jóvenes les precede la fama de transgresores, irreverentes, frenéticos… Desde la época de Sócrates se les viene diagnosticando el «síndrome del extravío». Mas la juventud nunca ha estado perdida. En todo caso, demasiado ocupada diseñando su propio camino.
De esa misma forma andan los retoños cubanos. Explorando. Comprendiendo. Preguntando. Errando. Haciéndose. Rehaciéndose. Pero jamás perdidos, jamás extraviados. Siempre convencidos de que el presente los requiere y el futuro los aguarda, porque “la juventud es el período de lo posible”.
A lo largo y ancho de Cuba hay incontables ejemplos de la profundidad y alegría que caracteriza a las nuevas generaciones que, sin renunciar a los placeres de la edad, ponen su talento y empeño al servicio de los requerimientos del país. Así lo confirman varios jóvenes de la provincia de Holguín que hoy se desenvuelven con eficiencia en diferentes ámbitos de la sociedad y hacen de su trabajo una meta diaria de amor y sacrificio.
Con apenas 22 años de edad, Nair Emilia González, del municipio de Gibara, sabe llevar al unísono los rigores del trabajo en el campo, sus estudios universitarios en la carrera de Ingeniería Agrónoma y los gustos propios de una chica de su edad.
Ella es el brazo derecho de su padre en la productiva finca de frutales La Negra, enclavada en el poblado de Floro Pérez, a 16 kilómetros de la ciudad de Holguín, donde diariamente se encarga de dirigir a los obreros y velar porque la tierra sea bien atendida y aporte los resultados esperados.
Esta muchacha afirma que se levanta bien temprano todos los días y se encamina en un tractor hacia la finca. Su rutina consiste, entre otras acciones, en controlar el trabajo y la calidad, pesar las producciones y velar porque se cumpla la transportación de los productos hacia los diferentes puntos.
Sin embargo, su esforzado trabajo no le impide divertirse como cualquier muchacha de su edad. “A la par dejo tiempo para mis cosas: salir, divertirme, ocuparme de mi apariencia, porque la gente a veces piensan que las mujeres que trabajan en el campo tienen que estar con un cubito en la mano y desarregladas, pero eso no es así”, afirma Nair.
Ejemplo de abnegación es también Ivonne Pérez Pérez, quien con solo 29 años se desempeña como Jefa de la Carrera de Periodismo en la Universidad de Holguín.
“Es un reto dirigir un claustro de profesores que fueron mis propios maestros”, dice.
Su mocedad, sin embargo, no le impide conducir con seriedad al colectivo docente y a la vez impartir la asignatura de Periodismo Impreso, una de sus grandes pasiones. “En el contexto actual es un desafío formar periodistas a la altura de las exigencias del momento, cuando la tecnología es cada vez más predominante y el profesional de la comunicación debe ser capaz de asumir múltiples roles al unísono. En la juventud se tiene inexperiencia pero aprendo cada día y me siento satisfecha”, manifiesta.
Gran pasión por el trabajo siente también el licenciado en Turismo Francisco Suárez Fernández, quien a sus 30 años de edad capitanea con acierto el Hotel Villa El Bosque, enclavado en la cabecera provincial y perteneciente a la cadena Islazul.
Cerca de 18 horas diarias labora Francisco, cuya energía, inteligencia y abnegación han contribuido a que esa instalación turística, que dirige desde hace cuatro meses, muestre índices de eficiencia y notable calidad en la prestación de los servicios.
Sobre la responsabilidad de ocupar tan joven un puesto de dirección de ese tipo comenta:
“El sacrificio es muy grande. Te enfrentas a trabajar con un colectivo de muchos años en el sector y es necesario imponerle un ritmo más ágil porque las tendencias y gustos de los turistas cambian y hay que satisfacer las demandas de los clientes. Trato de que cada día se realice algo nuevo en función de mejorar el hotel”.
Estos jóvenes laboriosos demuestran con su diario quehacer que, como ya alguien sentenciara, “el mundo será lo que la juventud quiera». Y esta juventud, cubanísima como la que más, quiere mucho y quiere bien.