La Franja de Gaza vuelve a ser escenario de nuevos actos de barbarie perpetrados por francotiradores del ejército israelí contra la población civil palestina, que han causado más de una decena de muertes y cerca de mil heridos. Brutal represión que ha anegado en sangre la celebración del Día de la Tierra y el inicio de la Gran Marcha del Retorno, en la Franja de Gaza.
Las pacíficas manifestaciones palestinas por sus inalienables derechos al suelo de su patria y al retorno de sus millones de refugiados, expulsados por Israel de sus hogares, tuvieron como marco la conmemoración que todos los años realizan cada 30 de Marzo, Día de la Tierra, en recordación del asesinato de seis civiles palestinos a manos de las fuerzas de seguridad del régimen de Tel Aviv, durante las protestas llevadas a cabo ese día, en 1976, por la ilegal confiscación de sus tierras.
Desde su constitución como Estado en 1948, y aun antes, Israel se convirtió en cruel verdugo del pueblo palestino, ejerciendo una sistemática represión y limpieza étnica en los territorios ocupados, los que ha sembrado de miles de asentamientos de sus colonos y de un muro segregacionista, con el objetivo de anexarse a toda Palestina.
Con toda impunidad el régimen sionista continua haciendo escarnio de las Resoluciones 181y 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que reconocen el genuino derecho de los palestinos a su histórica tierra, a su Estado y al retorno de sus refugiados, expulsados masivamente de sus hogares mediante el terror y las masacres, durante la denominada Nakba (catástrofe del éxodo).
Estas nuevas agresiones israelíes incrementan las tensiones y enfrentamientos en la Franja de Gaza y en los demás territorios palestinos, exacerbadas por la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de trasladar la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén, la Ciudad Santa, asiento de las religiones cristiana, judía y musulmana, bajo un status un régimen internacional especial administrado por Naciones Unidas, sustentada en la Resolución 303 de su Asamblea General, el 9 de diciembre de 1949.
Sistemáticamente el Estado de Israel niega todo derecho del pueblo
palestino a la constitución de su Estado independiente y soberano, con Jerusalén como capital oriental y dentro de las fronteras de junio de 1967, al retorno de sus refugiados y ha obstaculizado por más de 25 años las negociaciones para una solución de paz al cruento conflicto.
A la vez, incrementa los asentamientos de las colonias judías en los territorios palestinos de Cisjordania ocupada, la destrucción de los hogares de la población árabe y mantiene un inhumano bloqueo por aire, mar y tierra a la Franja de Gaza, que hace más precaria y difícil la existencia la situación de su más de medio millón de habitantes.
La heroica resistencia popular y el airado y desigual enfrentamiento de la población palestina a las tropas del ocupante sionista son la más justa y lógica respuesta al Estado represor y terrorista israelí, gendarme del Gobierno de Estados Unidos en el Oriente Medio.
La Franja de Gaza vuelve a ser escenario de nuevos actos de barbarie perpetrados por francotiradores del ejército israelí contra la población civil palestina, que han causado más de una decena de muertes y cerca de mil heridos. Brutal represión que ha anegado en sangre la celebración del Día de la Tierra y el inicio de la Gran Marcha del Retorno, en la Franja de Gaza.
Las pacíficas manifestaciones palestinas por sus inalienables derechos al suelo de su patria y al retorno de sus millones de refugiados, expulsados por Israel de sus hogares, tuvieron como marco la conmemoración que todos los años realizan cada 30 de Marzo, Día de la Tierra, en recordación del asesinato de seis civiles palestinos a manos de las fuerzas de seguridad del régimen de Tel Aviv, durante las protestas llevadas a cabo ese día, en 1976, por la ilegal confiscación de sus tierras.
Desde su constitución como Estado en 1948, y aun antes, Israel se convirtió en cruel verdugo del pueblo palestino, ejerciendo una sistemática represión y limpieza étnica en los territorios ocupados, los que ha sembrado de miles de asentamientos de sus colonos y de un muro segregacionista, con el objetivo de anexarse a toda Palestina.
Con toda impunidad el régimen sionista continua haciendo escarnio de las Resoluciones 181y 194 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que reconocen el genuino derecho de los palestinos a su histórica tierra, a su Estado y al retorno de sus refugiados, expulsados masivamente de sus hogares mediante el terror y las masacres, durante la denominada Nakba (catástrofe del éxodo).
Estas nuevas agresiones israelíes incrementan las tensiones y enfrentamientos en la Franja de Gaza y en los demás territorios palestinos, exacerbadas por la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump de trasladar la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén, la Ciudad Santa, asiento de las religiones cristiana, judía y musulmana, bajo un status un régimen internacional especial administrado por Naciones Unidas, sustentada en la Resolución 303 de su Asamblea General, el 9 de diciembre de 1949.
Sistemáticamente el Estado de Israel niega todo derecho del pueblo
palestino a la constitución de su Estado independiente y soberano, con Jerusalén como capital oriental y dentro de las fronteras de junio de 1967, al retorno de sus refugiados y ha obstaculizado por más de 25 años las negociaciones para una solución de paz al cruento conflicto.
A la vez, incrementa los asentamientos de las colonias judías en los territorios palestinos de Cisjordania ocupada, la destrucción de los hogares de la población árabe y mantiene un inhumano bloqueo por aire, mar y tierra a la Franja de Gaza, que hace más precaria y difícil la existencia la situación de su más de medio millón de habitantes.
La heroica resistencia popular y el airado y desigual enfrentamiento de la población palestina a las tropas del ocupante sionista son la más justa y lógica respuesta al Estado represor y terrorista israelí, gendarme del Gobierno de Estados Unidos en el Oriente Medio.