Felipa Suárez y Alina Martínez Triay
En la concepción estratégica de Fidel para conducir la guerra de liberación nacional, estuvo presente la idea de extender el teatro de operaciones. El primer paso en este sentido lo dio a mediados de julio de 1957 con la creación de la Columna no. 4, cuya jefatura confió a Ernesto Guevara de la Serna, Che, a quien ascendió a comandante.
Un segundo momento de esa decisión tuvo lugar el 27 de febrero de 1958, cuando creó las Columnas no. 3 Santiago de Cuba y no. 6 Frank País, bajo el mando de Juan Almeida Bosque y Raúl Castro Ruz, respectivamente, ascendidos a comandantes para el cumplimiento de esa misión. La primera debía operar al este de la Sierra Maestra, acercándose lo más posible a la ciudad de Santiago de Cuba, y la segunda, en el centro este de la provincia oriental, desde Mayarí hasta Baracoa.
Ambas partieron en la tarde del 1º. de marzo, del campamento del Che conocido como Pata de la Mesa, y marcharon juntas hasta Puerto Arturo, donde Almeida se detuvo el 6 de marzo y declaró abierto el Tercer Frente Mario Muñoz. La Columna comandada por Raúl continuó la trayectoria y el día 11 de ese mes dejó establecido el Segundo Frente Frank País —posteriormente denominado Segundo Frente Oriental Frank País—, en Piloto del Medio.
Rumbo a territorios lejanos
A diferencia de las Columnas 3 y 4 que se quedaron en zonas de la Sierra Maestra, Raúl y la Columna no. 6 Frank País tuvieron que cruzar la Carretera Central y asentarse en una región totalmente alejada del territorio originario y desconocida, explica la doctora Marta Verónica Álvarez Mola, investigadora del tema.
A partir de Piloto del Medio empezó la labor organizativa, porque en la medida que avanzaba iba contactando con muchos grupos alzados allí, varios de ellos autorizados por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), otros que actuaban por la libre, y algunos también que estaban cometiendo fechorías; o sea, lo primero que hizo fue poner orden en toda aquella región, precisa la especialista.
Creó los Comités de Campesinos Revolucionarios, las primeras cinco compañías, mediante la fusión de los pelotones de la original Columna 6 con los grupos que encontró en el lugar, una vez depurados. Además, estableció los primeros contactos con el movimiento clandestino.
Con fines didácticos suelo dividir la historia del Frente en cuatro etapas, la que mencioné puede considerarse la primera, que abarcó los meses de marzo y abril, detalla la investigadora.
Aparte de la labor organizativa se constituyeron el Cuerpo de Sanidad, el de Auditores, y la Fuerza Aérea Rebelde con un avioncito donado y con la perspectiva no de emplearlo en el combate, sino de tener un medio aéreo para poder salir del país a comprar armas. Después esa fuerza aérea se desarrolló e incluso cumplió misiones combativas.
El Frente llegó a controlar unos 12 mil kilómetros cuadrados, en nueve territorios de: Alto Songo, Mayarí, Sagua de Tánamo, Baracoa, Yateras, Guantánamo y San Luis; en octubre se sumaron los de Banes y Antilla.
Lo más importante en esta fase inicial, además de la adopción de la mencionada estructura militar, fueron las acciones de apoyo a la huelga de abril.
Operación Antiaérea
El momento más difícil se produjo en una segunda etapa, cuando tras el fracaso de la huelga, la tiranía se dispuso a dar el puntillazo final sabiendo que el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) había sido muy golpeado. El régimen se propuso entonces ejecutar el llamado Plan FF (Fase Final o Fin de Fidel), conocido como Ofensiva de Verano.
Fidel reagrupó las fuerzas: mandó a buscar a Camilo y a Almeida, sin desarticular el Tercer Frente, el cual aportó un importante refuerzo de hombres y armas. Y le ordenó a Raúl, que estaba mucho más lejos, defender su territorio, situado en una región de más fácil acceso para el ejército. Raúl organizó la defensa y su tropa logró impedir que el enemigo llegara hasta la Comandancia, situada en El Aguacate.
Se incrementaron las incursiones aéreas del batistato, con las que masacraban a la población campesina. Fue ante esa situación que Raúl decidió ordenar la Operación Antiaérea. En su zona tenían su asiento diversas propiedades estadounidenses, y muchos de sus nacionales estaban radicados en esos lugares. Dio la orden entonces de retenerlos, excepto a mujeres y niños, no como rehenes ni prisioneros, sino para que sirvieran como testigos internacionales del empleo que Batista le daba a la ayuda militar que le entregaba Estados Unidos.
Ello tenía un riesgo que Fidel previó: que sirviera de pretexto a Estados Unidos para entrar en el conflicto y salvar al régimen de Batista; por lo tanto se efectuaron algunas conversaciones con diplomáticos estadounidenses que subieron al Frente, también con la prensa. No se puede decir, sin embargo, que esto terminó en virtud de las conversaciones, sino por una orden de Fidel.
Inmediatamente que retuvieron a los estadounidenses pararon las incursiones aéreas y de hecho se terminó la ofensiva porque cesaron de igual manera las operaciones terrestres.
¿Un estado dentro de otro estado?
La tercera etapa, de consolidación del Frente, abarcó de julio a octubre. Tras el fracaso de la referida huelga se incorporaron a la tropa muchos luchadores perseguidos en la ciudad, y entre los que llegaron había además abogados, médicos, maestros…
Entonces Raúl reorganizó las fuerzas, transformó las compañías en columnas y fortaleció la estructura de departamentos que ya había ido creando, entre ellos los de guerra, educación, justicia, construcciones y comunicaciones.
Este fue el Frente donde más desarrollo alcanzaron todas esas actividades, de ahí procedió el criterio de que era un estado dentro de otro estado. Pero, ¿qué es lo que dijo Raúl? Que el estado dentro de otro estado no fue el Segundo Frente, sino el Ejército Rebelde, porque todos los Frentes, de una u otra forma, tuvieron su administración civil, pero cada uno llegó hasta donde podía de acuerdo con las condiciones de sus respectivos territorios y el tiempo que permanecieron en estos.
Contó además el Segundo Frente con Burós Obrero y Agrario, el primero intervenía en los conflictos entre patronos y campesinos pobres, y tenía, además, vínculos estrechos con lo que se llamó la Asociación Regional Campesina, creada por cuadros campesinos a los que Raúl encargó la formación de una gran organización de masas para agruparlos.
Entre el Buró Agrario y la Asociación coordinaron el Congreso Campesino que se celebró en septiembre. Después se efectuó en diciembre un Congreso Obrero, programado por el Buró Obrero.
En esta tercera etapa se combatió todo el tiempo, las acciones fueron más pensadas, de más envergadura, con la participación de más de una columna, lo que puso al Frente en condiciones para emprender la cuarta etapa, que fue la ofensiva rebelde.
Esta se realizó a partir de órdenes de la Comandancia General. Porque hay que recordar que existía un mando central, dirigido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Es decir, aunque Raúl hizo muchas cosas porque se le presentó la oportunidad, las grandes operaciones, las más importantes, todas se generaron a partir de órdenes de la Comandancia General: las acciones de apoyo a la huelga de abril, la resistencia a la Ofensiva de Verano, y en noviembre-diciembre la ofensiva final del Ejército Rebelde. Raúl organizó todo eso en su territorio, con lo que demostró experiencia, inteligencia y capacidad de mando.
Repercusión militar y política
Creo que el Segundo Frente fue un componente importantísimo en el desarrollo de la guerra y en la victoria alcanzada, destaca la doctora Marta Verónica, no solo desde el punto de vista militar, sino por la repercusión política de la labor realizada con los pobladores del inmenso territorio bajo su mando, quienes tuvieron por primera vez escuelas, médicos, justicia, y otros beneficios. Así se les demostró lo que para ellos iba a significar el triunfo de la Revolución.
Tercer Frente: muy cerca de Santiago
El Tercer Frente, al decir del comandante Juan Almeida Bosque, nació “de la concepción revolucionaria y del espíritu de ofensiva de Fidel”. Con esta cita que dio cierre a su libro sobre la agrupación guerrillera, quiso comenzar el diálogo la licenciada Pilar Quesada González.
La estrategia final de Fidel, explica, era tomar la ciudad de Santiago de Cuba, donde se hallaba la segunda fortaleza militar en importancia del país, y necesitaba tener allí una tropa preparada para cuando eso sucediera.
Esa tropa fue la Columna 3, que fundó el Tercer Frente Mario Muñoz, el 6 de marzo de 1958, en la zona de Puerto Arturo, lugar donde se separó de la Columna 6 encabezada por Raúl, que días después constituiría el Segundo Frente.
Desde el primer momento, argumenta la historiadora, Almeida asumió la dirección de varios grupos que se encontraban alzados en ese territorio y los integró a los pelotones que él llevaba. Estableció la comandancia en La Anita y posteriormente en La Lata.
El Tercer Frente abarcó unos 6 mil kilómetros cuadrados: de este a oeste se extendió desde la laguna de Sigua a Baconao hasta punta Bayamita, pasando por El Ramón, Dos Caminos, Las Vegas, minas de Camazán, Yaguabo y el río Bayamo; al sur limitaba con el mar Caribe. Su zona de operaciones comprendió la casi totalidad de los territorios de El Cobre, Jiguaní, Santiago de Cuba, Palma Soriano y El Caney; los barrios de Cacocum, Cauto Cristo, Birabo, La Caoba y San Francisco, en el término municipal de Holguín; los de Arroyo Blanco, Guisa y Hornos, de Bayamo, y una pequeña parte de los términos de San Luis y Alto Songo.
Con Fidel en el rechazo al enemigo
La especialista subraya que en el período en que se estaba organizando el Tercer Frente, se produjo la amenaza de la poderosa ofensiva del ejército de la tiranía, con la intención de desarticular los focos guerrilleros allí existentes y liquidar la guerra. Fidel se preparó estratégicamente para enfrentarla, y para ello reagrupó, en el territorio de la Sierra Maestra, a algunas de las columnas y pelotones que habían partido de ella, como fueron los casos de la tropa que bajo el mando del comandante Camilo Cienfuegos operaba en los llanos del Cauto, la columna del comandante Almeida y la tropa de la Columna 4.
Almeida, precisa Pilar Quesada, organizó dos grupos mixtos: uno que permaneció en el área del Frente, con la misión de mantenerlo durante el tiempo que durara la ofensiva y realizar acciones contra el enemigo, y con el otro partió a apoyar el rechazo a la Ofensiva de Verano.
Los 72 días que se mantuviera esta, la Columna del Tercer Frente participó en las acciones dirigidas directamente por el Comandante en Jefe, y la actuación mancomunada de todos los grupos rebeldes logró desarticular la tan cacareada ofensiva enemiga. Así quedaron preparadas las condiciones para organizar la ofensiva final del Ejército Rebelde.
El comandante Almeida regresó a su territorio con su tropa reforzada porque muchos combatientes, que estaban peleando en la Sierra Maestra, lo hicieron integrados a sus pelotones y partieron con él. Además, el Comandante en Jefe decidió fortalecer el área del Tercer Frente con otras dos columnas: la 9 Antonio Guiteras y la 10 René Ramos Latour.
Ya en su localidad Almeida felicitó a los que quedaron en él porque supieron enfrentar y rechazar al enemigo, mientras él estaba en la Sierra Maestra. También redistribuyó sus tropas.
En este período reestructuró la organización civil que había iniciado a su llegada a la zona y se crearon todos los departamentos que existían en el Ejército Rebelde: auditoría, educación, impuestos, comunicaciones, etcétera.
Una acción a las puertas de Santiago de Cuba
Entre las acciones principales realizadas por el Frente, ejemplifica la investigadora, pueden mencionarse los combates de Wilson, de Ruedas de Carreta, El Cacao, El Cristo, San Vicente, San Ramón de Guaninao, Dos Palmas, entre otras. Pero hay tres que tuvieron gran repercusión, que fueron la de El Cobre, que se efectuó en la noche del 10 al 11 de abril en apoyo a la huelga, en la que tomaron el ayuntamiento, atacaron el cuartel y ocuparon material en el polvorín de las minas, el cual hicieron estallar en las puertas de Santiago de Cuba, lo que estremeció esa ciudad e incluso rompió vidrieras de las tiendas.
Otra fue el combate de Ruedas de Carreta, porque se capturó al oficial de más alta graduación que cayó en manos del Ejército Rebelde, el teniente coronel Nelson Carrasco Artiles, por lo que Fidel felicitó al Tercer Frente.
Una tercera resultó la de la loma de El Ají, cuya significación estriba en que, a pesar de no tener gran trascendencia desde el punto de vista militar, a partir de ella las acciones en el Tercer Frente las lidereó prácticamente el Comandante en Jefe.
Las batallas decisivas de Guisa y Palma Soriano
En este territorio se dieron dos importantes batallas que tuvieron gran alcance en el desarrollo de la guerra de liberación nacional: la de Guisa, del 20 al 30 de noviembre, dirigida directamente por Fidel, que marcó el inicio de la ofensiva final del Ejército Rebelde, la cual no se detendría hasta la total liberación del país; y la de Palma Soriano, que tuvo gran valor porque se reunieron por primera vez tropas del Primer, el Segundo y el Tercer Frentes, y en segundo lugar, porque a partir de Palma Soriano quedó libre el camino para la toma de Santiago de Cuba, sede de la segunda fortaleza militar en importancia del país.
No fue necesario tomar el cuartel, no obstante estuvieron preparadas las condiciones porque Fidel ordenó al combatiente Rey Írsula, quien de la clandestinidad en Santiago de Cuba recién se había incorporado a la Columna 10, introducir en esa ciudad 100 carabinas San Cristóbal, que serían entregadas al MR-26-7 con vistas a apoyar, desde dentro, la toma de la ciudad cuando los rebeldes fueran a asaltar el cuartel. Aunque llegó a introducir solo parte de ese armamento no hubo necesidad de utilizarlas por finalizar la guerra.
Toma del Moncada sin disparar un tiro
El Tercer Frente desempeñó un papel de gran relevancia, precisamente por estar a las puertas de Santiago de Cuba, y porque en su territorio se desarrollaron acciones de gran envergadura, como las mencionadas batallas de Guisa y Palma Soriano, que respectivamente dieron inicio y fin a la ofensiva final del Ejército Rebelde.
Tropas del Tercer Frente fueron las primeras que entraron al Moncada, con René de los Santos al frente, sin disparar un tiro.