Vocacionales: IPVCE José Martí, aferrado a la obra del Apóstol

Vocacionales: IPVCE José Martí, aferrado a la obra del Apóstol

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A estas alturas del curso, a Laura Melisa es muy probable la hayan mandado a buscar la llave del aéreo o preguntarle una duda al profesor Ruffini. Pero más seguro es que ya “recita” la Tabla Periódica y el lema del aula para recibir visitantes.

El distintivo del IPVCE se retomó desde hace unos años. Foto: Nelson Rodríguez Roque/ Cubadebate.

Eso les ha tocado a todos los que se vistieron de azul fuerte y claro en septiembre, específicamente en el holguinero Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) José Martí.

Pero lo que hace más singular a la adolescente es su condición de discapacitada, y las adaptaciones con una rampa y barandas que se construyeron en la escuela, para darle continuidad de estudio.

“Las expectativas que tenía se cumplieron al entrar en la Vocacional. Siempre quise incluirme en la sociedad y estudiar, y aquí me siguieron dando oportunidad. Optaré por una carrera cuando termine mi doce grado. Trabajadores y profesores me tratan muy bien, con el amor que se merece un discapacitado. Me ven como una estudiante más. La rampa que construyeron facilita mi tránsito y evita las barreras arquitectónicas. Esta escuela me inspira a optar por alguna profesión relacionada a las Ciencias”, plantea.

La Vocacional es tan simbólica como la Loma de la Cruz, por aquel aguacero del primer día del noveno mes del 77′, cuando el Comandante en Jefe la declaró inaugurada. No hay centro de trabajo en la provincia que no tenga en su plantilla un graduado de ese instituto, en su momento igualado en capacidad de matrícula a sus homólogos de La Habana y Villa Clara. Incluso, en décadas iniciales, abarcó también alumnado de Granma y Las Tunas.

Pero son otros tiempos, hoy sus estudiantes, mil 35, representan la cuarta parte de los que habían en un principio. Infraestructuralmente, las huellas del Período Especial y el tiempo la han marcado. Sus metros cuadrados se han visto reducidos a solo dos unidades docentes – de seis que existieron. Mas, la esencia trata de conservarse por un claustro aferrado a hacer de la obra del Apóstol su día a día.

Sueños reparados y por reparar

Los bloques docentes de las unidades recibieron una reparación integral. Foto: Nelson Rodríguez Roque/ Cubadebate.

Fernando Mendoza es director del IPVCE desde 2012. Sus subordinados denotan la capacidad de liderazgo en él y su calidad como persona. El máximo responsable del presente de la Vocacional dialogó con Cubadebate sobre las obras de reparación y mantenimiento que han acometido allí de forma escalonada.

“Venimos desarrollando un grupo de acciones desde hace cinco años, el grueso de ellas ejecutada en 2017, con motivo del aniversario 40 de la escuela. Entre estas, debemos resaltar el cambio de carpintería e instalaciones hidrosanitarias, y logramos impermeabilizar y pintar los dos edificios que ahora utilizamos, el ‘H’ y el ‘G’. En la parte docente, además, se repararon la hidráulica, la carpintería y la red hidrosanitaria, y se impermeabilizaron los bloques de las unidades 1 y 2. En el Bloque Central, se imitó esa misma actividad, y rescatamos el insigne monte de banderas, les dimos una reparación a los viales, restauramos el obelisco de nuestro Apóstol, hicimos dos murales en los flancos del vestíbulo, se colocaron falsos techos en oficinas, el lobby, y fueron decoradas todas las vallas de la entrada”, afirma.

¿Se les llegó a otros objetos de obra?

“El área de elaboración de alimentos recibió una transformación capital, al proveérsele de dos calderas modernas de fueloil. Ese era un lugar que, desde la inauguración, nunca había recibido ningún beneficio de esta magnitud. Cambiamos el piso y modificamos la carpintería. Las anteriores calderas, al estar defectuosas, contaminaban el medioambiente y en estos momentos no tenemos ese problema. Se buscó así una mejor cocción de los alimentos y humanizar el trabajo del personal de ese sitio.

“Rehabilitamos los almacenes y mantenemos el taller para conservar los nueve ómnibus. Restauramos la plaza central, ambientándola con temas relacionados a las Ciencias Exactas. Laboramos en los pasillos de las unidades y el Bloque Central, junto a los baños, cuyo espacio en los docentes es una faena en la que estamos enfrascados. Necesitamos terminar las bibliotecas y está previsto en 2019 rescatar el cine y el gimnasio.

“Ya en 2020, en una inversión de mayor envergadura, pretendemos devolverle la eficacia a la piscina. Hay que aclarar que las áreas del antiguo IPVCE son ocupadas en la actualidad, igualmente, por una Escuela Formadora de Maestros, una Secundaria Básica y un Pre-Urbano (todo forma parte de un complejo surgido en enero de este año), y el edificio ‘F’ se le entregó a fuerzas constructivas de las FAR, con el objetivo de renovarlo  en su totalidad”.

¿Y el centro de documentación e información pedagógica (CDIP)?

“Actualmente, no utilizamos el CDIP o biblioteca central, porque no posee condiciones para su actividad. Creando dos bibliotecas facilitaríamos el acceso a estas de los alumnos, presionados por el horario, inclusive de nueve turnos en un día. Vamos a dotar al CDIP de algunas herramientas que tienen que ver con las nuevas tecnologías, así los estudiantes podrán ir hasta los fines de semana, al igual que los profesores”.

¿Cuánto se ha hecho en la parte hidráulica?

“Hemos rescatado la cisterna. Esta llevaba alrededor de una década inutilizada. Puede almacenar un millón 300 mil litros de agua y nos da cobertura para siete días, sin necesidad de acudir al acueducto. Revitalizamos la conductora y el tanque que llamamos hongo para almacenamiento. Pusimos un hipoclorador, el cual propicia que en todas las áreas el agua sea potable. Tenemos abastecimiento las 24 horas y en los dormitorios se mantiene el horario de baño”.

Evangelio vivo

Todas las clases de Química, Biología y Física se imparten en los laboratorios. Foto: Nelson Rodríguez Roque/ Cubadebate.

En 1980, entró Ángela Aleaga a formar parte del colectivo de profesores de la Vocacional. Entre calcular la Fuerza de Rozamiento o explicarles a sus muchachos los misterios del espacio y sus agujeros negros, ha visto pasar muchas generaciones de estudiantes.

“Los laboratorios de la escuela cuentan con una dotación nueva desde hace alrededor de tres cursos, de procedencia china. Ahora hay laptops, televisores de pantalla plana, cámaras para visualizar imágenes que se quieren denotar, y otros instrumentos propios de cada asignatura. Se ha posibilitado perfeccionar el sistema de desarrollo de las clases, porque montamos las prácticas de laboratorio, lo mismo con demostraciones, que a través del empleo de la computación y la televisión. Los estudiantes se apropian de los contenidos, ya que están más directamente vinculados a estos, mediante la teoría y la práctica”, explica.

Veinteañera, así empezó la bióloga Ana Arango como fundadora. Ahora está al frente de la esfera de Actividades del IPVCE:

“Creamos acá el centro provincial de entrenamiento de concursos, que atiende estudiantes de toda la provincia. Lo más importante es haber logrado que haya un entrenador por cada asignatura. Hemos concentrado a todos los concursantes en un aula, de manera tal que se trabaje con ellos específicamente.

“Como resultado de esto, obtuvimos en el Concurso Provincial 22 medallas de oro, 15 plateadas y nueve bronceadas, y fuimos a la Copa Nacional y se ganaron dos medallas. Realmente, hemos avanzado, pues carecíamos de entrenadores y los alumnos de preparaban por su cuenta”.

El movimiento cultural, otrora fuerte en la escuela, ha mejorado en gran medida por la colaboración de instructores de arte, la atención a estudiantes talentos y la revitalización de la brigada artística, al decir de Ana Arango.

“Se están haciendo los festivales culturales de la FEEM y al evento municipal iremos con muchachos en todas las manifestaciones artísticas. En la escuela, en las recreaciones, presentamos estas brigadas y actividades. Todos los meses, llevamos un grupo de estudiantes a una casita de niños sin amparo filial, para que actúen allí”, reflexiona.

A Rafael Espinosa lo retrata su buen trato hacia los alumnos. Son casi cuatro décadas en la Vocacional, ligadas principalmente a la esfera de producción. “Mandarria”, ese era el apodo por el que lo conocían los estudiantes, a fines de los noventa, época en que el IPVCE poseía huertos cuidados y productivos.

“A la vuelta de cuarenta años, la escuela mantiene sus principios fundamentales y hay muchos aspectos en que nos distinguimos como el mejor preuniversitario del territorio. Aquel sistema de trabajo que teníamos en los huertos, con los cuales llegamos a autoabastecernos de hortalizas, ya no existe. Los niveles de producción decayeron a cero y las áreas que utilizábamos se perdieron de manera total, incluso las que embellecían el entorno”, aclara.

Vocacional adentro

Ninguna de las piscinas del complejo se conserva adecuadamente. Foto: Nelson Rodríguez Roque/ Cubadebate.

“El trabajo de concurso había decaído, pero vamos en ascenso. Estamos repasando muy duro a los alumnos de doce grado, para las pruebas de ingreso. En estos momentos, la calidad del estudiante que entra al IPVCE no es óptima y eso repercute. La consecuencia es que haya un grupo de muchachos que no logra los 85 puntos en las asignaturas con requisito de permanencia, Matemática, Física, Química y Biología”, comenta José Guerra, matemático cuyos tres hijos se graduaron en la “José Martí”.

Se ha empezado un trabajo de captación en las secundarias básicas porque, a raíz de la irrupción de los preuniversitarios urbanos, muchos estudiantes prefieren estar cerca de la casa y varios son muy buenos docentemente; esto ocurre bastante en los municipios y en determinadas zonas de la ciudad de Holguín.

Además, los claustros en Moa, Sagua de Tánamo o “Urbano Noris”, por ejemplo, son exigentes y preparados. Hay territorios, como Banes, que ya no aportan igual que en etapas anteriores. De acuerdo a la asignatura optativa en que se examinan los aspirantes de noveno grado, entonces se conforman los grupos de décimo, a fin de potenciar la formación vocacional, y diseñar mejor los cursos optativos y facultativos.

Otro que ha estado en los 40 años de la escuela es el físico Fernando Doimeadios, a quien le preocupa la situación de las bibliotecas, pues la de la unidad 1 no tiene puertas ni ventanales y la de la 2 se ha readaptado en un almacén, además del panorama del CDIP. “No hay préstamos de libros, lo que dificulta las investigaciones, ejercicio característico de los IPVCE. El movimiento de monitores es ahora muy débil”, apunta.

El también destacado humorista añora volver a ver Festivales Culturales donde el nivel de actuación rozaba la excelencia, aun cuando eran aficionados: “Tenemos, de cierta manera, fortaleza en la música. Sin embargo, las otras manifestaciones se han quedado un poco atrás. El cine, un tabloncillo y el anfiteatro continúan deteriorándose, y esto conspira contra el auge cultural”.

“La Copa FEEM deportiva se hace en la base todas las tardes, para así no afectar el horario docente. Desde las 4:30 pm, realizamos una intensa actividad física en diferentes deportes, los más gustados son fútbol, voly y básquet”, manifiesta Jorge Pichardo, presidente de la FEEM allí.

Pero, hasta qué punto pudiera hablarse de un quehacer deportivo efectivo, cuando las canchas de baloncesto, y no todas, junto a un improvisado campo de fútbol, son los únicos espacios que mantienen vitalidad.

Ahí están en estado lastimoso la pista de atletismo – enyerbada y pasto del ganado vacuno –, las piscinas (una es del IPVCE), el gimnasio sin su tabloncillo, se perdieron en el marabú los terrenos de balonmano y les dan nulo uso a los de tenis de campo. No quedan huellas de lo que fue un cajón de arena de salto largo…

“Las condiciones en los albergues no son las que quisiéramos por el problema de las filtraciones, aunque se ha trabajado en sus aseguramientos de vida. Las tasas sanitarias son las mismas de los orígenes de la escuela, en varios casos. No obstante, las aulas en las unidades de estudio han recibido acondicionamiento y se les incorporó mobiliario nuevo”, expresa Pichardo.

A pesar de las consabidas “heridas” que la situación económica nacional, mayormente, ha dejado en esta Vocacional, queda todavía mucha tiza por gastar y ganas no faltan en un colectivo consciente de que los problemas subjetivos sí están al alcance de soluciones. El rigor docente tendrá que mantenerse, pues eso después allana el camino a los egresados y les da prestigio.

La Vocacional de Laura Melisa y sus compañeros, la de Argimiro Tamayo (profesor muy capaz ya fallecido) o Mariela Pino, la de Ángela, Espinosa, Ana, Guerra y los Fernando, entre otros, tendrá que seguir siendo principal cantera de la enseñanza superior en Holguín. Porque Fidel lo avizoró así, en 1977, cuando concluyó su discurso de una hora y 20 minutos: “Esperanza son ustedes, futuro son ustedes”.

En video, estudiantes del IPVCE José Martí de Holguín

Con información de Cubadebate

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