Cerca del 20 por ciento del área boscosa del país está constituida por manglares. Estos ecosistemas a su vez están presente en el cinco por ciento de la línea costera nacional y poseen gran relevancia al constituir una barrera natural contra los huracanes, el ascenso del nivel del mar, y el avance de la salinidad hacia los acuíferos y las tierras de cultivo.
Sobre este importante tema, especialistas y directivos del Ministerio de Ciencia Tecnología y Media Ambiente (CITMA) debatieron en la emisión de este jueves de la Mesa Redonda.
El M.Sc. José Manuel Guzmán Menéndez, Director técnico e investigador auxiliar del Instituto de Ecología y Sistemática del CITMA explicó que junto con los bosques de ciénaga constituyen los principales humedales que permiten la sostenibilidad de la vida en la zona costera.
“Los manglares por mucho tiempo se consideraron bosques inservibles y por esta razón fueron desbastados sobre todo antes del triunfo de la Revolución, cuando su explotación era intensiva por parte de los carboneros”.
No obstante, resaltó que la nación está a la cabeza de la conservación de este recurso natural en la región caribeña, gracias a que desde la década del 70 del siglo pasado comenzaron las primeras investigaciones sobre este tema en la Mayor de las Antillas.
“Los manglares albergan una biodiversidad extraordinaria pues son hogar de aves costeras y es donde desovan especies de vertebrados e invertebrados. Entre las estrategias desplegadas por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) para la adaptación al cambio climático y recogidas en la Tarea Vida, la recuperación de este recurso natural ocupa los primeros escaños de la lista”, acotó el directivo.
Manglar Vivo
Con el compromiso de apoyar a las comunidades en la costa sur de Artemisa y Mayabeque en la recuperación de sus ecosistemas costeros, y con la ayuda del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba; el CITMA presentó un proyecto al Fondo de Adaptación, con el propósito de recibir financiamiento para la rehabilitación de áreas de manglar en un tramo de 84 km entre ambas provincias, uno de los más afectados por el cambio climático.
Aprobado por el Fondo en febrero de 2014, Manglar Vivo aspira a proteger a las comunidades costeras de los efectos de las inundaciones, la erosión y la intrusión salina así como fortalecer las capacidades de los actores locales para aplicar medidas de adaptación al cambio climático.
Al respecto el Lic. David Almeida Famada, Director General del Proyecto Manglar Vivo y especialista de Ecología y Sistemática del CITMA comentó que lo primero que se busca es recuperar ese ecosistema.
“También queremos lograr una concientización de la población sobre estos temas pues es la única manera de logar su sostenibilidad en el tiempo. Aspiramos a que las propias comunidades junto a sus gobiernos sean los gestores de estas actividades”, añadió.
El especialista aclaró que se concentran en estas provincias son las más vulnerables en el país a los efectos del cambio climático pues es una zona baja y los manglares tienen un alto grado de deterior.
Experiencias en Artemisa y Mayabeque
De ahí la importancia de la protección de manglares, acciones en las que ha sido clave la interrelación de las diferentes entidades involucradas de conjunto con los gobiernos locales.
Elenne Quiñones Echevarría, quien es jefa de Sección en el CITMA de Batabanó, cree que la conciencia de la población en cuanto a la protección de los ecosistemas en las costas ha aumentado significativamente. “Por ejemplo, en Surgidero están conscientes de que si no recuperan la línea roja de costa tendrán que mudarse por la vulnerabilidad de la zona”, señaló.
Específicamente en las escuelas de Batabanó y el Surgidero se implementan estrategias para que los estudiantes en sus trabajos de clases estén encaminados a solucionar las diferentes problemáticas ambientales de la comunidad y logren así involucrar a la familia.
El mangle rojo, una de las especies más importantes por sus propiedades medicinales por lo que era muy usado de manera indiscriminada. “Las personas lo descascaraban y se moría la planta, pero hoy ha disminuido su uso descontrolado”, explicó Elenne.
La especialista comentó que en la actualidad “el conflicto entre el uso y la conservación del ecosistema ha disminuido aunque todavía falta mucho por hacer en la conciencia de la población, fundamentalmente pescadores”.
En Artemisa por su parte, el proyecto ha tenido un gran impacto en los diferentes asentamientos con tres municipios involucrados directamente: Artemisa, Alquízar y Güira de Melena. “Aquí la acción humana ha sido causante en gran medida de la degradación de los manglares, sobre todo con la construcción del Dique Sur”, explicó Alexis Argudín Pereira, coordinador del Proyecto “Manglar Vivo” en la provincia.
Asimismo señaló que estos territorios tienen un gran peso en la producción agrícola y los suelos cultivables se encuentran en su mayoría cercanos a la línea costera. “En Cajío, asentamiento fuertemente afectado por el Huracán Charley en el 2004, y Guanímar al inicio había un rechazo de la población por el desconocimiento del proyecto y hoy se nota el cambio y existe un apoyo de las personas”.
José Manuel Guzmán Menéndez, director técnico e investigador auxiliar del Instituto de Ecología y Sistemática del CITMA comentó que por su importancia están proponiendo que en Cuba se celebre en septiembre la Jornada Nacional del Manglar
Desde el 2016 la UNESCO declaró el 26 de julio como Día del Ecosistema del Manglar, en honor a un activista de Indonesia.
“En Cuba esta fecha la celebramos con la divulgación del conocimiento y las diferentes actividades en las comunidades para disminuir las vulnerabilidades costeras ante los efectos del cambio climático”, señaló Guzmán Menéndez, mientras enfatizaba que “es importante que se mantenga la vida en las costas porque es fundamental para el desarrollo de nuestro país”.
Con información de Cubadebate