La aspiración de décadas, el sueño largamente acariciado, ya es bronce y granito concretos en uno de los más hermosos espacios de La Habana, frente al Museo de la Revolución.
La estatua ecuestre de José Martí, copia exacta de la que se erige en el Parque Central de la ciudad de Nueva York, será inaugurada este 28 de enero, justo cuando se conmemore el aniversario 165 del nacimiento del más universal de todos los cubanos.
Según Eusebio Leal, uno de los principales hacedores del empeño, es el tributo (otro, particularmente hermoso) de una ciudad a su más preclaro hijo, “de cara a la Iglesia del Santo Ángel, la iglesia castrense donde fue bautizado”.
“El momento de su muerte está rememorado poéticamente en este monumento —afirma el historiador de La Habana—; lo singular es que generalmente la escultura monumental, cuando se refiere a grandes héroes de la historia, los evoca casi siempre en un papel triunfante, pero aquí está evocado en el momento de dar su vida por la causa a la que se había consagrado”.
Así lo perpetuó la escultora estadounidense Anna Hyatt Huntington (1876-1973) en la década de los cincuenta: “Es importante la labor de una mujer que exaltó el género, que casi a los ochenta años enfrentó el desafío de hacer una obra monumental, que estudió la vida de José Martí, que se inspiró en el amor y el sacrificio de Martí, apóstol y también Mayor General”.
“La que está emplazada aquí en La Habana, extraordinariamente bella, reproducción fiel, al detalle, de la original, se hizo posible gracias al desarrollo de la tecnología. Uno de los requerimientos era que no se podía tocar la estatua de Nueva York”.
Después de años de acuciosas investigaciones, y gracias a la contribución de instituciones culturales estadounidenses, cubanos de la emigración patriótica, y anónimos y generosos donantes, la escultura llegó a La Habana.
“Puede ser vista en una plaza, en un paseo de gran magnitud. Se ha plantado allí una naturaleza que evoca los viajes de Martí: están los olivos del Mediterráneo, las araucarias de Centroamérica, las palmas de Cuba… La base granítica es impresionante. Y como la escultura es de gran volumen, cuando te acercas quedas deslumbrado”.
Sobrecoge la visión de este Martí mártir, que había alcanzado ya la inmortalidad antes de caer en los campos de Cuba; guía e inspiración de un pueblo, orgullo de una nación ante el concierto de las naciones todas.