Víctor Joaquín Ortega
Cuando Maheu presidía la Unesco mandó a quitarse las máscaras en un artículo relacionado con el amateurismo. Declaró que junto a los reconocidos profesionales, los grandes contendientes no eran aficionados, sino profesionales del Estado (campo socialista), o de corporaciones. Las exigencias del frente obligaban a dedicarse a este por entero; más de 40 años después de la publicación, dicha consagración es irreversible.
Su autor había añadido: si un poeta, músico, bailarín o pintor cobran por lo que hacen, ¿por qué un deportista no va a tener el mismo derecho al llenar las instalaciones con una acción tan cultural como los versos y los cantos, el ballet y los cuadros?
Profundizo. Profesionalismo: cultivo o utilización de una actividad como medio de lucro. Lucro: ganancia o provecho que se obtiene de algo, especialmente de un negocio. Profesionalidad: calidad de profesional. Eficacia en la propia profesión. Profesional: relativo a la profesión. Que ejerce una profesión u oficio, por oposición al aficionado. Profesión: actividad permanente, medio de vida.
Admiremos la profesionalidad, su eficacia, el aumento de las posibilidades y no el lucro por los negocios del profesionalismo. No es igual poder entregarse al deporte de su elección, vivir para el deporte y no del deporte, porque el pueblo lo quiere, lo permite y lo festeja, que la actividad pringada de diversas regiones.
La remuneración y los contratos deportivos no son mágicos y obligan a saber andar por esos caminos. Aparecen nuevas complicaciones, aunque la decisión está sustentada según documento oficial en que se recibirá “lo que le corresponde según su trabajo; pues los ingresos del atleta dependen de los resultados alcanzados en el deporte que practica…”. No siempre se ha respetado, por el abrazo al igualitarismo y no a la equidad martiana coincidente con la visión marxista: a cada cual según su trabajo.
Se agrega: “Debe cumplir con su actuación en las selecciones del país y tiene la posibilidad de contratarse en equipos en el exterior, protegido por el Inder y las federaciones deportivas, sin ser tratado como una mercancía”, y será comprendido en la Seguridad Social. El movimiento deportivo cubano, el más puro del mundo, es perfectible. Hay que transformarlo, rescatarlo, fortalecerlo, teniendo muy en cuenta orientaciones fidelistas como la siguiente: “El fin número uno es promover con el desarrollo del deporte, el bienestar y la salud del pueblo; y el fin número dos, buscar campeones…”.
Ineludible: preparar el alma de los atletas para vencer la vileza estén donde estén, con más calidad en la formación integral, en la atención espiritual y material. Los directores técnicos, los entrenadores, más que nunca están obligados a ir más allá del aumento de la habilidad, la fuerza o la rapidez de sus discípulos.