En su oficina en La Habana, Juan Ramón Quintana Taborga colecciona libros sobre Cuba y Bolivia, dos patrias que lo apasionan tanto como la historia que en ellos lee. “Una mirada al pasado no solo enseña, sino anuncia y advierte”, dice el político, sociólogo y diplomático de Aiquile, Cochabamba.
El Embajador del Estado Plurinacional revela así detalles de su filosofía de vida, que es la de su pueblo: “La historia no solo cabalga en el pasado, tiene la capacidad de andar sobre el porvenir. La lógica aymara plantea que el futuroespera atrás y el pasado se ve adelante”.
Precisamente para hablar sobre la raíz y el presente de la hermandad entre dos naciones, Cubadebate lo invitó a conversar hoy, con motivo del aniversario 35 del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre las repúblicas de Cuba y Bolivia, el 11 de enero de 1983.
“Solemos ver la relación Bolivia- Cuba bajo el lente de lo contemporáneo, de lo actual, pero creo que es fundamental una mirada desde el pasado, un repaso de lo que han significado nuestras relaciones a lo largo de la historia”, invita Quintana Taborga.
¿Qué vínculos históricos entre Cuba y Bolivia resaltaría previo a 1983, cuando se restablecen las relaciones diplomáticas entre ambas naciones?
—Hay cuatro grandes momentos en esta relación, uno que está por explorarse y que me apasiona mucho, una duda que me sembró René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba. Según él, soldados cubanos fueron a liberar las repúblicas sudamericanas, entre ellas Bolivia, y formaron parte de nuestro Ejército. Si esto es así, será un gran hallazgo histórico: comprobar que los cubanos atravesaron el Mar Caribe y optaron por la aventura fascinante de contribuir a la liberación de los pueblos del Sur.
El segundo, es muy interesante, y se relaciona con la Guerra de los Diez Años, como ustedes le llaman, de 1868 a 1878. Mira qué paradoja, uno de los presidentes bolivianos más maltratados por la historia oficial, Mariano Melgarejo, decreta el 10 de junio de 1869, el reconocimiento al estado de beligerancia de los mambises cubanos, y lo envía a Carlos Manuel de Céspedes. Esto no es poca cosa, a casi 4 mil 500 millas de distancia un gobierno que se suponía como dictatorial, tirano, antidemocrático celebrara el derecho del pueblo cubano a rebelarse contra el opresor español.
A fines del siglo XIX, con la estabilización política en Bolivia con el ciclo conservador, después de la Guerra del Pacífico, de 1884 en adelante se establece una relación formal con Cuba y se instala un Consulado en La Habana.
Un tercer momento tiene que ver ya con la Revolución cubana en la década del ’50, donde hay cierta comunión revolucionaria con Bolivia, que experimenta la Revolución Nacional de 1952. Bolivia estaba muy preocupada por su propio proceso, sin embargo, hay otros que estaban demasiado preocupados porque la Revolución boliviana no fuera fiel a sus principios básicos.
Entonces llega un momento de crisis, no por la voluntad del pueblo boliviano, sino por imposición del Gobierno norteamericano que obliga a un gobierno revolucionario, que se supone que tiene las banderas populares a romper relaciones con Cuba, el 8 de agosto de 1964, lo cual dice mucho de esa revolución que se rindió ante el poder imperial, que ya había sido intervenida. Ese es un momento muy duro para nosotros, porque es una claudicación cobarde de una seudorevolución nacional.
En ese contexto llega el Che a Bolivia, entonces hay que intentar comprender el comportamiento canalla de los dirigentes políticos bolivianos durante 1967 en un país bajo el asedio imperial. De ahí las relaciones continúan quebradas hasta 1983, con la sucesión de gobiernos militares y dictatoriales que se ponían de rodillas ante los Estados Unidos.
Entonces llega el primer gobierno de conquista democrática, y con el presidente Hernán Siles Zuazo se produce el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el 11 de enero de 1983, pero de manera muy timorata, ejercidas bajo el imperio del miedo hasta el 2005.
Evo y Fidel
Llegó Evo Morales al gobierno y se firma el Acuerdo de Cooperación Cuba- Bolivia, el 30 de diciembre de 2005, entre el líder indígena que sorprendería al mundo y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
—Cuando Evo Morales asume la presidencia se inicia una colaboración estrecha con Cuba, que cancela la deuda histórica que teníamos con esta nación y su pueblo. Consecuente ideológica, política y culturalmente, Evo Morales, un indígena oprimido y explotado, agredido y vilipendiado, impulsa esta relación por el camino de la solidaridad, de la complementariedad.
Es un momento épico en las relaciones entre Cuba y Bolivia, que fluye sobre el reconocimiento a las experiencias comunes. Reconociéndonos como dos países víctimas de la colonia, de la agresión imperial, de la voluntad de dividir la Patria Grande, construimos el nuevo periodo de relaciones. Así Evo y Fidel definen el gran proyecto de integración, por la vía de la salud, de la educación, sobre la gran autopista de la solidaridad, de la complementariedad, de la condición de naciones asediadas, izquierdistas.
Los médicos cubanos llegan a los Andes bolivianos…
—Las grandes carreteras de la integración entre los pueblos de Cuba y Bolivia están vinculadas por la gran solidaridad cubana en materia salud.
Llegan las brigadas cubanas para resolver la gran problemática de la inaccesibilidad de los bolivianos a la salud pública. En muy poco tiempo, prácticamente en diez años, se produce una cooperación en materia de salud que es única en el mundo. En menos de una década los médicos cubanos lograron desarrollar 70 millones de consultas en un pueblo que tiene 11 millones de habitantes. Los ciudadanos bolivianos experimentaron un número de consultas médicas que jamás habían imaginado.
Las brigadas médicas cubanas se instalan en las áreas rurales, al lado de la gente más pobre, los que nunca habían conocido a un médico. Se salvaron miles de vidas, se entregaron medicinas, se auxiliaron oportunamente a las mujeres a la hora del parto… Esa es una historia que está por contarse.
Más de 5 mil estudiantes bolivianos vinieron a formarse académicamente en Cuba, en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), como relevo planificado de los equipos médicos cubanos para atender al pueblo boliviano.
Otro programa de gran impacto es el de atención a las personas con discapacidad, la Operación “Moto Méndez”, que nos ha permitido hacer una estadística de la población y de ofrecer servicios médicos especializados para ellas. Abrimos 30 consultorios médicos específicamente para este fin y estamos en proceso de instalar otros 30 centros.
La Operación Milagro ha tenido un impacto extraordinario en Bolivia y en los países fronterizos, beneficiando a poblaciones del Paraguay, de Brasil, de Argentina, de Chile. Gracias a la instalación de los centros oftalmológicos hemos atendido a miles y miles de ciudadanos bolivianos y sudamericanos, operados por los doctores cubanos. Se realizaron más de 600 mil operaciones quirúrgicas gratuitas, en las mejores condiciones, con los mayores estándares de calidad de los servicios médicos, que han tenido un impacto muy fuerte en la sociedad.
Se produce otro milagro, el de la alfabetización.
—Lo que Bolivia no resolvió en 180 años de vida, lo logramos hacer con la ayuda del pueblo cubano, gracias a la voluntad política de Evo y Fidel, junto a los profesores cubanos hicimos el gran milagro de la alfabetización.
Martí decía: “Ser culto es el único modo de ser libre”, liberamos a Bolivia del analfabetismo, nunca antes este beneficio de la educación había penetrado a la gente más pobre, excluida y desprotegida. El Programa “Yo sí puedo”, y luego el “Yo sí puedo seguir”, tuvieron un impacto extraordinario que le dio una legitimidad muy fuerte al Gobierno.
Gracias a estos proyectos del internacionalismo solidario, recuperamos el cariño, la confianza y el amor del pueblo boliviano hacia el cubano, desterramos los prejuicios que durante casi 50 años habían sembrado, como una maquinaria de despojo, de criminalización de la Revolución Socialista Cubana, 50 años en los que el imperio se encargó de enfrentar al pueblo boliviano contra el cubano, diciéndole que el comunismo en Cuba era inviable y que era una amenaza para la seguridad de los EE.UU. y la Humanidad.
Evo y Fidel prácticamente lo desmontaron en menos de una década, y fue superado por la voluntad de dos pueblos, dos grandes líderes que lograron una victoria cultural que a los Estados Unidos les costó cinco décadas construir.
Además se firmaron un conjunto de acuerdos, de convenios, en el campo del comercio, de la cooperación científica, de la asistencia técnica en diversas áreas. Un equipo técnico cubano asesoró la instalación de nuestra primera industria azucarera, el complejo azucarero Azúcarbol, la instalación de plantas para el procesamiento de leche, de frutas tropicales. Hicimos el programa de los focos ahorradores, de la sustitución de bombillos altamente consumidores, que ayudó muchísimo a la economía boliviana.
Desde el 2006 al día de hoy, la relación Bolivia- Cuba ha marcado otro rumbo, es otra historia, no se desprende del pasado, pero marca una realidad distinta. Tan distinta, que hoy constituye una amenaza para el imperio, como todo proyecto de integración lo es, que los pueblos se reconozcan a sí mismos y se unan atenta contra sus planes.
En el contexto regional, sin dudas, Bolivia y Cuba son una amenaza a la tutela imperial en América Latina, ¿cómo sobrevivir cuando las maniobras injerencistas se empeñan en asfixiar a los gobiernos progresistas?
—Esta etapa de las relaciones, que inició en 2005, se produce en un contexto de restablecimiento de los proyectos de integración regional, en el marco de la construcción del gran proyecto del ALBA-TCP, cuando se desarrolla la CELAC, cuando la región comienza a reconfigurar sus propios proyectos como Unasur y Mercosur, en nuevo ciclo emancipatorio de América Latina, y los impactos positivos de nuestra relación se derraman hacia otros pueblos. Quebramos el maleficio, la política ruin del imperio de dividirnos.
La gran obra, genial, vigorosa, es la integración, y esta no puede existir si no pasa por una economía complementaria, por la solidaridad, por el concepto de Fidel cuando dijo que el pueblo cubano entrega lo que tiene, no lo que le sobra. Evo lo repite constantemente.
Esa solidaridad que nace de la propia pobreza de nuestros pueblos, de sus precariedades, es una solidaridad de pobres, del tercer mundo, de los pueblos del Sur, que se miran hermanos, compañeros, que se asumen bajo una perspectiva de confraternidad. Y eso es lo que les molesta al imperio y por eso nos convertimos cada vez más en una amenaza. Porque en la integración nuestros pueblos se desarrollan en beneficio de sus propios pueblos, no en beneficio de las grandes trasnacionales, del capital financiero internacional, de los monopolios económico. Es la integración de los Estados, es la diplomacia de los pueblos, de los pobres del mundo, los ningunéanos y maltratados.
¿Cuánto de común tenemos entre Cuba y Bolivia? Esa comunión se ha traducido en un gran proyecto de integración político-comercial, de solidaridad, de esa idea poderosa de Martí de que Patria es Humanidad.
Hoy estamos pensando en una Patria Grande, pero ojalá tengamos una universal. La patria es el ser humano, la comunidad, redistribuir los bienes públicos entre todos, al margen de la codicia, de la hiperconcentración. Otra concepción de sociedad. Evo y Fidel le han dado la vuelta a la historia.
El Che, Fidel y Cuba; en el lugar correcto de la Historia
¿El acercamiento entre nuestros pueblos ha contribuido a una mejor percepción de la figura del Che Guevara en Bolivia?
—Hay diferencias entre la narrativa cultural que se impuso sobre el pueblo boliviano respecto a Cuba, con la narrativa soberana de esta Revolución. En Bolivia, la capacidad imperial para confundir y deformar la posibilidad de entender la Revolución cubana ha sido mucho más exitosa que la posibilidad de comprender los objetivos y el legado del Che. Y ojo, que no es solo en el caso del Che, de Fidel, de Cuba… En nuestra propia narrativa, hay un vaciamiento en la concepción histórica del ser boliviano, por una razón muy simple, cuánto menos orgullo sientas de ti mismo, de tu sociedad, de tu cultura y valores, más posibilidad tienes de ser domesticado, de ser enajenado.
Hemos sufrido una guerra cultural en los últimos 60 años que ha favorecido la incomprensión del legado, de la filosofía, de las ideas del Che por el pueblo boliviano. Hay una mediación cultural perversa para con el pensamiento y la lucha del propio Che. Han llegado a hacernos creer que los bolivianos mataron al Che, cuando sabemos que quien lo mató fue la propia CIA, quien para blanquearse necesita a los bolivianos y hacernos aparecer como los asesinos del Che.
Hoy, como nunca, en esta relación Bolivia- Cuba, el Che, Fidel y el pueblo cubano están logrando colocarse en el lugar correcto de la Historia. Hoy día se entiende al Che con una nitidez que antes era casi imposible, hoy el Che está más claro que nunca, las razones de su lucha.
Por eso es que nunca se había hecho en Bolivia un homenaje al Che como el que se hizo el año pasado, el 8 y 9 de octubre. Era inimaginable que miles de ciudadanos se concentraran en Valle Grande, y le dedicaran una semana a rendirle homenaje al Che. Ese es uno de los grandes avances de la revolución democrática y cultural de Bolivia.
Es la expresión de su grado de conciencia política sobre el Che, eso 10 años atrás era imposible, hoy hay romerías a La Higuera, el Che late en los pechos de los jóvenes, está presente en los discursos de los dirigentes, su pensamiento circula en los movimientos sociales, se recupera la memoria histórica del Che.
Diez años atrás cuando mencionabas la palabra Bolivia en Cuba se asociaba al asesinato del Che, hoy cuando dices Bolivia se habla de Evo.
Evo es un ciudadano universal. Nunca antes Bolivia había sido conocida por la gran mayoría de la sociedad universal.
¿Por qué Evo es sinónimo de Bolivia y Bolivia sinónimo de Evo? ¿Por qué esa ecuación indisoluble entre Evo y el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia? Precisamente por la extraordinaria capacidad de transformar una sociedad en democracia. Era impensable tocar el patrimonio de la oligarquía boliviana en un régimen democrático y Evo hizo eso, la proeza de limitar el poder a la oligarquía. Hizo el milagro de la redistribución de las riquezas del pueblo boliviano.
Así como el pueblo boliviano siente una gran admiración por Fidel, el pueblo cubano lo siente por Evo. Se ha producido un cambio cultural en el pueblo cubano, efectivamente, cuando mencionabas la palabra Bolivia en Cuba se asociaba al asesinato del Che, hoy cuando dices Bolivia hablas de Evo. Se ha superado esa relación perniciosa entre Bolivia y el asesinato del Che, esa es una transformación que la Revolución boliviana produjo dentro de Cuba. Hay un reconocimiento al liderazgo, al trabajo, a su carisma tan particular.
Evo es el gran indígena que sin haber llegado a una universidad, a no ser la del sindicato, la de una federación, su gremio, ha logrado trasformar una república neocolonial en un Estado Plurinacional, sin muertos, sin violencia, sin guerra, contra la resistencia de la oligarquía y la agresión del imperio.
Bajo los principios ancestrales que ha universalizado: no ser ladrón (ama sua), no ser mentiroso (ama llulla) y no ser ocioso (ama quella).
—No se puede entender la transformación Bolivia si no entendemos el legado cultural de los pueblos indígenas, ese es el soporte cultural de la revolución que tiene que ver exactamente con esa trilogía quechua- aymara: “No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo”.
Esa ética Evo la cultiva con una disciplina inquebrantable, es el hombre que más trabaja en Bolivia, es un hombre de una honestidad proverbial, que construyó un tejido que hace posible la articulación, la unidad de la confederación de los movimientos sociales, de los sindicatos, que son nuestro soporte político. Es un reconocimiento a la diversidad, a la pluralidad dentro de la unidad que solo lo podía haber hecho un sobreviviente de la pobreza, de la inaccesibilidad a los servicios básicos.
Lleva siete meses en la Isla, ¿qué es lo que más le atrae de ella?
—Su Revolución cultural, la posibilidad de que un niño se convierta en un genio pintor y una niña en una científica, que los obreros disfruten de derechos que son privados en otras partes del mundo. Disfruto que la cultura es un bien público, en un pequeño parque se puede disfrutar de un espacio de integración generacional, étnico-cultural, política, cívica… Me encanta la historia viva, la historia que te habla, interpela y revela todos los días la identidad cubana. Me conmueve la Revolución cultural, que para mí es el soporte del Socialismo cubano.