Los sistemas montañosos cubanos albergan a numerosas especies biológicas, muchas de las cuales son endémicas. En esos parajes hay además una fuerte base económica que se sustenta en la producción forestal, agropecuaria y de prestación de servicios; sin embargo, la diversidad biológica está amenazada por prácticas inadecuadas del hombre y por el cambio climático.
Hasta el momento los diferentes programas que se desarrollan en esos entornos no logran revertir los daños acumulados. Por ello se suma un nuevo proyecto denominado Un enfoque paisajístico para conservar ecosistemas montañosos amenazados, que propone un cambio de paradigma para la salvaguarda y conservación de los principales refugios de la biodiversidad.
Tiene poco más de dos años en ejecución, y se extiende por cuatro sistemas montañosos: Guaniguanico, Guamuhaya, Bamburanao y Nipe-Sagua-Baracoa, para la implementación de corredores biológicos que propicien la integración de las áreas protegidas con el entorno donde existen comunidades y actividades productivas, explicó Lázara Sotolongo, la directora, cuya entidad responsable es el Instituto de Ecología y Sistemática del Citma.
Lo forman tres componentes: gestión con enfoque paisajístico, manejo efectivo de las áreas protegidas y regímenes de producción compatibles con la conservación de la biodiversidad. Está previsto para ocho años de ejecución, y cuenta con el respaldo de 7 millones de dólares que sufraga el Fondo para el Desarrollo Ambiental (GEF) y 62 millones de pesos que aporta Cuba.
Lázara informó que en esta primera etapa se han enfocado al levantamiento, información, diagnóstico y capacitación sobre el manejo de las áreas, la mayoría de las cuales están fragmentadas por la actividad productiva. Ya han seleccionado 10 fincas integrales en cada uno de los cuatro macizos, donde se hacen importantes acciones de conservación.
En la generalidad de ellas predominan la actividad cafetalera, forestal, de cultivos varios y la ganadería menor, aunque en Bamburanao, al norte de las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, se trabaja con productores que tienen convenios porcinos, con el objetivo de atenuar la contaminación que provocan al medio ambiente los residuales generados por esos animales.
“Se trata de recuperar área de patrimonio forestal y restablecerla para potenciar el abrigo y protección de la fauna, garantizar la producción de agua y conservar los suelos, como los recursos naturales básicos”, añadió el doctor Arsenio Renda, del Instituto de Investigaciones Agroforestales.
Una Carolina florece
En lo que otrora fueron suelos de notables producciones de café, Wilber Sánchez Carbonell, levantó la finca La Carolina, en la cooperativa de créditos y servicios (CCS) José Martí, del II Frente, en Santiago de Cuba. A partir del 2010 se incorporó al programa de desarrollo cafetalero y en solo dos años había transformado 2,8 hectáreas en el cultivo del grano.
“Pero pasó el huracán Sandy, y devastó lo que había logrado rescatar con la aplicación de la ciencia y la técnica; en la vorágine de la recuperación surgió la idea de hacer de este entorno una finca de referencia aplicando técnicas sostenibles, como la diversificación de la agricultura, recuperar el área boscosa, la fauna.
“Sembré café arábico, que tiene mejor precio en el mercado internacional, y aplico el injerto sobre un patrón de la variedad robusta, que permite mayor estabilidad en sus producciones, no es tan sensible a los nemátodos, y así garantizo esas plantaciones.
“Mi finca es agroforestal: tiene café, bosques naturales, madera preciosa, cultivos varios y pastos, porque hay que diversificar para abastecerse y lograr dividendos todo el año”.
Gracias a la aplicación de la ciencia y la técnica, las medidas de conservación del suelo, el uso de especies autóctonas en la combinación de árboles sombreadores y al regadío, Wilber logra rendimientos en el café de 0,28 t/ha, por encima de la media nacional, y la proyección es llegar a 0,59. “El proyecto le da visibilidad a los productores, nos conecta, nos acerca para intercambiar las mejores experiencias”.
Calabaza que pare café
El aumento sostenido del rendimiento del café hasta 0,53 t/ha reporta los mejores beneficios para la UBPC La Calabaza, del II Frente, en Santiago de Cuba: “En lugar de tener éxodo de personal, hemos crecido hasta 63 productores, con la incorporación de 23 nuevos socios, la mayoría mujeres, que viendo las bondades económicas se empoderan como trabajadoras”.
Así lo explicó María Ester Padilla, presidenta de la cooperativa, quien comentó que como resultado de la vinculación los ingresos mensuales se han engrosado hasta mil 600 pesos, y han logrado que los cooperativistas alcancen un mayor sentido de pertenencia a través de la capacitación, la vinculación con el proyecto Conectando paisajes y con la empresa agroforestal.
“Tenemos una comunidad con escuela primaria, transporte, un círculo de interés, aulas de capacitación en las cuales se insertan los pobladores de la zona, aunque no sean miembros de la UBPC, incluidos los de las CCS, CPA y otras UBPC. Hay una integración para bien de la producción y la economía”.
Y ¿cómo lo logran? “A través del proyecto hemos fomentado la actividad cafetalera en 111 hectáreas, de las 173 que tiene la UBPC, que protege el medio ambiente: tenemos un polígono de conservación de suelo para enriquecerlo sin emplear productos químicos, y un centro de propagación vegetativa tanto por injerto como por esqueje que nos permite buscar variedades más resistentes a plagas y enfermedades.
“Con la capacitación que recibimos del Instituto de Investigaciones Agroforestales y del proyecto hemos ido fomentando la diversidad biológica: creamos un centro de producción de humus de lombriz para utilizarlo como abono orgánico, además de emplear la canabalea y el sorgo para fijar nitrógeno al suelo (también sirven como alimento animal) y aplicar menos productos químicos. La producción está diversificada: carne porcina, ovino-caprina, patos, gallinas e incursionamos con otras especies. Esa es la clave”.
“Conectando paisajes logró despertar el ánimo en los productores, lo que unido a un mejor y mayor suministro de insumos por parte del Grupo de Logística de la Agricultura (Gelma) han hecho reverdecer las fincas integrales que lo conforman. Casi todas son áreas rescatadas del infortunio que causó la ausencia de fuerza de trabajo en las montañas, y eso devolverá más café y más bondades a los serranos”, consideró Tanjó Sanfiel Sánchez, productor de la CCS Francisco Torres, en los Jagüeyes.
Desde esta perspectiva se integran intereses económicos y conservacionistas en función de aumentar la capacidad de los ecosistemas de generar bienes y servicios, mejorar el bienestar social y elevar la capacidad de adaptación al cambio climático.