Más de un año ha pasado desde que el primer crucero estadounidense llegara a la bahía de La Habana el 2 de mayo del 2016, tras más de medio siglo sin un hecho igual. Con 700 pasajeros a bordo, el buque Adonia, de la empresa Carnival Corporation, iniciaba las conexiones entre ambos lados del estrecho de la Florida a través de esa modalidad.
Aunque el bloqueo prohibía, como ahora, los viajes turísticos de los ciudadanos del país norteño a Cuba, las medidas ejecutivas de Barack Obama —presidente en aquel momento— permitieron la transportación por mar mediante los programas de intercambio Pueblo a pueblo, una de las 12 categorías autorizadas por Washington. Cuando ya suman cuatro las firmas de Estados Unidos que operan bajo similares condiciones en nuestro territorio, Arnold Donald, director ejecutivo (CEO) de la Carnival, reconoce sentirse privilegiado de inaugurar ese tipo de viajes desde su nación: “Estamos muy orgullosos de ello; siempre recordaremos la calidez del recibimiento”.
El directivo estuvo la semana pasada en la capital cubana para participar del primer simposio bilateral auspiciado por la organización que actualmente encabeza: la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (Clia, por sus siglas en inglés). En el encuentro de dos días, efectuado en el Hotel Parque Central y que reunió a los presidentes de las principales compañías de cruceros en el mundo agrupados en la Clia, Trabajadores conversó con varios de los CEO, quienes reconocieron las potencialidades de Cuba en la esfera.
Un destino de excelencia a pesar del bloqueo
Los atractivos del Estado caribeño para el impulso de esta industria son diversos. Donald subraya la cultura, el clima, la seguridad y protección a los huéspedes, así como el carácter afable de la gente. Quizás por esos atributos, de los 88 mil cruceristas recibidos el año anterior, se pasó a cerca de medio millón hasta finales de noviembre último, número que se prevé continúe en aumento en el futuro. Frank del Río, cubano de nacimiento y director de la Norwegian Cruise Line Holdings, otra de las líneas norteamericanas en actividad, explica que una ventaja es la infraestructura portuaria que tenemos, en mejores condiciones que las de lugares de renombre, como Montecarlo o Roma, por ejemplo. De los más de 500 puertos que visitan nuestros barcos, los clientes señalan a La Habana como el número uno.
Que esto sea así en tan poco tiempo es una muestra de lo que se puede avanzar, comenta. “En mi opinión, Cuba puede convertirse en el destino más grande del mundo en la industria del crucero”, se atreve a afirmar Del Río. Este archipiélago reúne más atributos que los demás competidores de la zona: sus playas, montañas, ríos, su historia y cultura con nueve sitios Patrimonio de la Humanidad…
El potencial es muy alto, añade. A tono con ese criterio, Mark S. Conroy, director para América de la Silversea, una firma italiana que opera con su flota desde el 2008, confiesa que sus huéspedes, de los cuales el 65 % son estadounidenses, “siempre están deseosos de venir” no solo a la capital, sino también a Cienfuegos y Santiago. Tales resultados se han alcanzado esquivando las leyes vigentes del cerco norteamericano, que se han recrudecido con las nuevas regulaciones impuestas por el actual mandatario Donald Trump. No obstante esos obstáculos, los presidentes de tan relevantes compañías coinciden en que las limitaciones no han valido para frenar el desarrollo de la modalidad.
Aunque Silversea no se ha visto afectada de forma directa, “lamentablemente si un cliente se quiere quedar a hacer extensiones en Cuba y hospedarse en hoteles de propiedad estatal, no puede, lo que es una pena, porque aquí se ofrecen muchas ventajas”, precisa Conroy. Arnold Donald recuerda que “seguimos operando bajo las licencias que nos permitieron venir y trayendo visitantes bajo las categorías autorizadas”. Mientras Del Río acota que “no hemos recibido quejas”, y muestra su interés en aumentar los itinerarios que incluyen a la Mayor de las Antillas.
Este año tenemos 50 recorridos que la contemplan, el próximo van a ser 85, de modo que se duplica la cantidad de pasajeros de la Norwegian en este territorio, pues serían unos 150 mil, expone. Ante ese halagüeño panorama, las autoridades cubanas se han propuesto elevar la competencia a través del rescate de sitios históricos, la renovación hotelera, la creación de campos de golf y parques temáticos, entre otros. Con ese fin, se ha valorado la inversión extranjera y se ha creado un portafolio de oportunidades con más de 140 proyectos.